Con la VI Cumbre de las Américas, que se desarrolló el fin de semana en Cartagena, Colombia, el presidente estadounidense, Barack Obama, regresó a una región que su gobierno ha desatendido por dar prioridad a otros asuntos, como la crisis económica de su país, y que tampoco lo reclamaba con mucha fuerza.

Éste puede haber sido un factor, junto con la inminencia de las elecciones estadounidenses de noviembre, para que Obama evitara defender la postura de Estados Unidos en los temas más polémicos, como la exclusión de Cuba de la cumbre o el fracaso de su reforma migratoria. Incluso en su reunión bilateral con la presidenta de Argentina, Cristina Fernández, evitó referirse a la exclusión de ese país de un sistema de preferencias comerciales y propuso que el tema sea debatido en una reunión de especialistas.

Quizás el tema más espinoso que trató Obama fue la iniciativa de cambiar la estrategia contra el narcotráfico legalizando el consumo de drogas. “No es la respuesta”, dijo al respecto. Sí se mostró de acuerdo con los demás países del continente en enviar un mandato a la Organización de Estados Americanos que señala la “necesidad de analizar los resultados de la actual política” sobre drogas y que le pide a esa entidad que explore “nuevos enfoques para fortalecer la lucha y ser más efectivos”.

Pero la atención sobre el regreso de Obama se centró en un escándalo protagonizado por empleados de seguridad de la delegación estadounidense. Casi una veintena de esos agentes fueron reemplazados por otros a causa de dos incidentes separados. En uno, cerca de una docena fueron relevados y serán investigados porque, según los medios estadounidenses, llevaron prostitutas al hotel antes de la llegada de Obama. Uno de los agentes se puso a discutir con una de ellas, aparentemente por el precio, y la mujer llamó a la Policía para denunciar que no querían pagarle. Así se hizo público el caso.

Por otro lado, cinco militares que formaban parte del equipo de seguridad estadounidense también fueron reemplazados en sus puestos y serán investigados por posible “conducta inapropiada” tras violar un toque de queda que forma parte de sus reglas internas, informó la agencia de noticias Efe. Fuentes del gobierno estadounidense precisaron que ninguno de estos agentes estaba destinado a la protección del presidente sino a la de la delegación.

Desde Washington se pidió disculpas por las “distracciones” que pudieron causar esos episodios en los encuentros de la cumbre, ya que en algún momento varias de las conversaciones diplomáticas parecían girar en torno al tema, indicaron distintos representantes a medios de comunicación.

Sin embargo, la protagonista de la cumbre fue Cuba, ausente en el encuentro. Si bien los países de Alternativa Bolivariana (Alba, de ocho miembros, entre ellos Bolivia, Venezuela, Ecuador y Nicaragua) habían dicho que no asistirían a la cumbre si no lo hacían representantes cubanos, sólo se ausentaron los presidentes de Ecuador, Rafael Correa, y de Nicaragua, Daniel Ortega. El venezolano Hugo Chávez había anunciado que iría “unas horas”, pero finalmente no lo hizo y regresó a La Habana para continuar su tratamiento contra el cáncer. Los países del Alba revalidaron su promesa para la próxima cumbre, a la que no asistirán si no va Cuba.

En silencio

Una de las sorpresas de la jornada de ayer fue la retirada de la presidenta argentina, unas horas antes de lo previsto. Fueron varios los mandatarios que para atender asuntos nacionales se retiraron antes de que la cumbre concluyera. Sumado a las ausencias iniciales, esto fue desintegrando de a poco el encuentro regional y dejó una foto de familia bastante deslucida.

Según medios colombianos, Fernández se retiró tras confirmarse que el reclamo argentino por las Malvinas no sería incluido en una eventual declaración final, en la cual tampoco se mencionaría el reclamo de países latinoamericanos para que se incluyera a Cuba en la próxima Cumbre de las Américas, informó la agencia de noticias Efe.

Este reclamo no es exclusivo del Alba, sino que se unieron a él la mayoría de los países latinoamericanos -incluida Colombia, tradicionalmente uno de los países de la región más cercanos a Estados Unidos.

La falta de consenso sobre estos temas derivó en que el encuentro terminara sin una declaración final, aunque sí se firmaron tres comunicados referentes a otros temas: uno a instancias de Brasil y Argentina en apoyo a la cumbre sobre medio ambiente Río+20, otro de México sobre la delincuencia organizada y un tercero de Colombia referido a un foro de competitividad regional. En el discurso final, el anfitrión Santos subrayó que pese a la falta de acuerdos “la cumbre no ha sido un fracaso”.