El favorito del Kremlin y del oficialismo fue, finalmente, electo presidente de Osetia del Sur, en unos comicios que concluyeron después de que los surosetas fueran a votar cuatro veces en los últimos seis meses.

En noviembre, también en balotaje, la opositora y separatista Alla Dzhioyeva fue la ganadora en unas elecciones que se consideraron un revés para el gobierno y para los intereses rusos. Se convertiría en la primera presidenta del Cáucaso después de hacer una campaña basada en denuncias según las cuales redes de corrupción impiden que el dinero enviado mensualmente por Rusia llegue a los 30.000 habitantes de Osetia del Sur.

La Corte Suprema suroseta anuló los resultados de los comicios a instancias del oficialismo que, apoyado por Rusia, había sido derrotado. Alegó irregularidades y convocó a una nueva jornada electoral para marzo de este año.

Pero Dzhioyeva no aceptó esa derrota: se proclamó presidenta electa y sacó a sus simpatizantes a las calles, que todavía exhiben los daños causados por la guerra de cinco días que esta región separatista mantuvo con Georgia, en 2008. La autoproclamación de independencia de Osetia del Sur llegó justo después de que tropas de Rusia y Georgia se enfrentaran en su territorio.

Menos de una decena de países -básicamente Rusia y algunos de sus aliados- reconocen la independencia suroseta, mientras Georgia considera que Osetia del Sur es territorio suyo y que está ocupado por tropas rusas. Desde el fin de la guerra Rusia envía dinero para la reconstrucción del país; se estima que hasta ahora Moscú entregó 840 millones de dólares, pero la recuperación no parece haber empezado.

Según Dzhioyeva y sus seguidores ese dinero era malversado por el entonces presidente suroseta, Eduard Kokoity, y por Moscú. Tras varios días de presión con sus seguidores en las calles, la opositora logró un acuerdo con el gobierno que incluía la celebración de nuevas elecciones con su participación así como la renuncia del mandatario y otros altos cargos. Pero Dzhioyeva se bajó del acuerdo días después asegurando que el gobierno lo había incumplido al no destituir al presidente de la Corte Suprema que había anulado las elecciones.

Dzhioyeva se disponía a asumir de hecho su cargo como presidenta el 10 de febrero, pero el día anterior sus oficinas fueron allanadas por la Policía, que la interrogó como sospechosa de intento de golpe de Estado, y ella sufrió un infarto durante el interrogatorio. Según su versión, fue duramente golpeada por los policías, que la torturaron de forma tal que hicieron que su corazón fallara. Desde su cama de hospital Dzhioyeva anunció que no asumiría la presidencia y luego recibió la inhabilitación para presentarse a la nueva instancia electoral del 25 de marzo.

La opositora salió del hospital en el que estaba ingresada “bajo custodia” de las autoridades recién el sábado, cuando fue enviada a su domicilio con la prohibición de hablar con los medios, informó el diario ruso Kommersant. Según sus asesores, sus seguidores están huyendo del país por temor a las represalias que pueda tomar en su contra el nuevo gobierno, que después de las nuevas elecciones en primera y segunda vuelta -la última de ellas se celebró el domingo- será encabezado por el ex jefe de la KGB en Osetia del Sur Leonid Tibilov, que obtuvo 54% de los votos.

Horas después de ser declarado vencedor Tibilov anunció que le gustaría unificar a la autoproclamada independiente Osetia del Sur con la rusa Osetia del Norte, para convertirse en territorio ruso.