Distintas columnas de opinión en la prensa española advierten a los distraídos: el rey no es un líder ejecutivo, sino una especie de referencia moral, ética. La imagen de la monarquía española ya estaba golpeada por el escándalo del yerno de Juan Carlos, Iñaki Urdangarin, acusado de corrupción. A esto se sumó el nieto del rey, que accidentalmente se disparó en el pie pese a que no tiene edad legal para portar armas, y el viernes fue el propio Juan Carlos, que durante un safari tropezó. La caída, además de poner en evidencia su “escapada”, le causó una triple fractura de cadera.

El rey ya fue operado y está evolucionando mejor de lo esperado por sus médicos, pero la polémica continuó, no sólo por los cuestionamientos a la cacería, sino especialmente por los costos que debe haber significado el safari -que se estima en unos 30.000 euros y que se pagó con dinero público- y por lo que representa que el rey se vaya de caza en plena crisis.

A la izquierda del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) el rechazo fue absoluto. “Es inconcebible que ante el mayor recorte de la historia, el jefe de Estado se dedique a ir de cacería”, dijo Laia Ortiz, de Iniciativa per Catalunya Verds. Por su parte, Cayo Lara, de Izquierda Unida, sostuvo que el rey “está demostrando una falta de ética y respeto a mucha gente en [un] país que está sufriendo mucho”.

Desde los grandes partidos, el PSOE y el gobernante Partido Popular (PP), la respuesta fue más tibia. El secretario general de los socialistas, Alfredo Pérez Rubalcaba, dijo que “entiende” que haya una reacción crítica a que el rey se haya ido de safari en tiempos de crisis, pero señaló: “nosotros no comentamos la vida privada del rey en público”. Agregó que si tiene algo que decirle al rey se lo dirá. “Sé que me va a escuchar”, añadió, aunque no anunció que fuera a solicitar una reunión.

También hubo excepciones dentro del PSOE. En una entrevista con Cadena Ser el líder del gobierno vasco, el socialista Patxi López, opinó que “en los tiempos que corren hay ciertas cosas que la ciudadanía no entiende y ésta es una de ellas”; consultado por el periodista, agregó que “no estaría mal” que el rey pidiera disculpas. Pero el mayor quiebre al silencio fue el del dirigente madrileño Tomás Gómez, quien aseguró: “el monarca debe elegir entre las obligaciones o la abdicación”.

En la respuesta calma del PP no hubo fracturas, en una posición que además está motivada porque las críticas también plantean si el gobierno no debería ejercer un mayor control sobre los viajes del rey. Además, cuando comenzaron los cuestionamientos la Casa Real informó que el presidente Mariano Rajoy estaba al tanto del safari del monarca, algo que La Moncloa ha esquivado confirmar o negar, aunque sí se ha reconocido que el mandatario sabía que el rey no estaría en el país. Se le critica a Rajoy que, que si el rey se iba a cazar elefantes, podría haberle recomendado que no realizara el viaje, algo que ya ha sucedido con otros Ejecutivos.

La falta de crítica pública esconde en los partidos tradicionales de España una preocupación de fondo. El diario español El País informó que tanto en el PSOE como en el PP -y en otros partidos menores- se cree que en este momento se debe priorizar el respaldo a la institución golpeada: la monarquía. En particular por lo perjudicial que podría resultar para España empeorar aún más su imagen pública pidiendo la adbicación del rey o reclamando un cambio de sistema político. Además, no es desdeñable la participación del rey en intercambios diplomáticos que derivan en acuerdos comerciales o nuevos contratos para las empresas españolas.