Durante la tarde varios cientos de simpatizantes socialistas ya estaban frente a la sede del PS en la calle Solférino de París, donde el equipo de campaña trabajaba en la instalación de los espacios para la prensa cerca de la pantalla gigante. Horas antes de que se levantara la veda electoral, el diario suizo La Tribune de Genève publicó un sondeo que predecía una victoria del candidato socialista. Pero las personas presentes en Solférino no se fiaban del todo antes del cierre de la urnas. “Espero que gane”, dijeron varios con cautela.
Jean-Marie, un francés de origen africano, llegó a Solférino con una bandera de la campaña de Hollande en mano y otra francesa como capa. Dijo que Hollande es el que “va a reunir a los franceses otra vez”, a diferencia de “los últimos cinco años en que Francia estuvo dividida”.
Dos señores y un joven de origen magrebí charlaban a las afueras de la sede. “Soy musulmán practicante pero, para mí, las leyes están por encima de la religión y nosotros estamos de acuerdo con controlar la inmigración, hay que controlar las entradas para integrar a los que ya están, ya que estamos en un período de crisis”, dijo el joven. “Nosotros también [somos musulmanes]”, respondieron los veteranos. “Hace cinco años que Sarkozy nos acusa, dijeron que queremos imponer horarios separados para las mujeres en las piscinas y comida especial para nosotros en las cantinas de las escuelas, y eso no es así”.
La inmigración estuvo en el centro de la campaña electoral. Sarkozy retomó los reclamos de la ultraderecha de endurecer las barreras, mientras que Hollande dijo que “hay demasiados extranjeros ilegales” en el país y prometió reducir los plazos para recibir una respuesta (positiva o negativa) a las demandas de legalización, de un año y medio a seis meses, y además se declaró a favor del voto de los extranjeros en las municipales.
A las 17.00, en Solférino, la multitud seguía creciendo, la gente agitaba cientos de banderas de “François Hollande 2012” frente a la pantalla gigante que retransmitía las imágenes del canal de información BFMTV. La multitud gritó “vamos a ganar” y abucheó a figuras del gobierno saliente, así como a quien fue la candidata de la ultraderecha, Marine Le Pen. La euforia se multiplicó cuando la pantalla mostró en directo las afueras de la sede socialista.
Una hora después hubo una reunión política en el búnker de Hollande, que pasó el día en la ciudad de Tulles, de la región de la Corrèze, donde votó. Media hora más tarde llegó Ségolène Royal, ex candidata socialista (2007) y ex esposa de Hollande, con una amplia sonrisa, y minutos después se escucharon gritos de victoria en el interior del edificio.
A las 19.00, en la enorme sala de La Mutualité, alquilada por el equipo de campaña de Sarkozy, el ambiente era más tranquilo, aunque afuera había decenas de miles de simpatizantes. Adentro y afuera, la gente cantaba La Marsellesa y gritaba “ganamos”.
En tanto, en Twitter, bajo el nombre de Radio Londres, en referencia a la emisora de la resistencia al nazismo durante la Segunda Guerra Mundial, los franceses desafiaban la veda y compartían sondeos: “Temperaturas: 53° en Amsterdam [en referencia al apellido del socialista: Hollande, Holanda] y 47° en Budapest [por los orígenes húngaros de Sarkozy]”.
Expectativas
En Solférino la Policía tuvo que cerrar la parada de metro por la cantidad de gente que se acercaba. Se volvió imposible llegar a la sede socialista. Había personas trepadas en los arboles y en carteles de todo tipo para intentar ver la pantalla.
Cerca de las 20.00 aumentaron los gritos de victoria y la gente empezó a cantar La Marsellesa. En la pantalla comenzó la cuenta regresiva hacia esa hora y la multitud la acompañaba a gritos. El grito de “cero” se transformó en grito de victoria y en seguida se repitieron los “¿cuánto es?”.
“Sólo esperamos que la diferencia sea grande”, dijo Anne Laure, una joven que trabaja en el museo del Quai Branly. “Somos el único país que en tiempos de crisis elige a un socialista, y eso es representativo de lo que es Francia. Es un país que no hace como los demás y, sobre todo, es un país humanista”. “Nos animamos a creer que las soluciones no pasan sólo por la austeridad”, dijo su amigo Frederic, que es músico. Ante la pregunta de qué esperan de Hollande como presidente, Annaelle, una joven trabajadora del museo del Louvre, contestó: “Mucho. Esperamos que haya cambio para los jóvenes, para el mercado laboral, para la cultura”. Frederic discrepó: “Yo no espero nada, no va a cambiar nada de nuestra vida cotidiana, es algo simbólico nomás”.
Entre gritos de “Sarkozy se acabó”, muchos de los partidarios de Hollande emprendieron una larga caminata por el bulevar Saint Germain des Prés en dirección a la Plaza de la Bastilla, donde la izquierda francesa volvió a festejar una victoria histórica, que muchos compararon con la de François Mitterrand en 1981. La gigantesca plaza se cubrió de gente, hubo conciertos de artistas y discursos, mientras todos esperaban la llegada de Hollande, quien antes habló desde Tulles.
Planes
“Soy consciente del honor que me han hecho y de la tarea que tengo por delante”, dijo el presidente electo, con palabras similares a las que pronunció Mitterrand cuando fue electo presidente por primera vez, el 10 de mayo de 1981: “Soy consciente del peso de la historia”. Hollande había anunciado que se inspiraría en ese texto.
El presidente electo destacó que los franceses “optaron por el cambio” y dijo que tiene “dos compromisos mayores: la justicia y la juventud”, a la que quiere “permitirle ocupar su lugar en la República”. También envió un “saludo republicano” al presidente saliente y dijo que será “el presidente de todos”.
Además, anunció una “reorganización de Europa” a favor del empleo y del crecimiento económico y se comprometió a intentar “cumplir el sueño francés” de dar a sus “hijos una vida mejor”. Hacia el final del discurso dijo estar “seguro” de que su elección generó “alivio y esperanza” en “varios países europeos”.
Ayer, el ministro alemán de Asuntos Exteriores, Guido Westerwelle, declaró: “Queremos trabajar muy estrechamente con el nuevo presidente francés”, y calificó de “acontecimiento histórico” la victoria del socialista, calmando los temores de que el cambio de presidente pusiera en peligro la “pareja franco-alemana” que lidera la Unión Europea.
Una hora antes, Sarkozy reconoció su derrota. “Es una opción democrática y republicana: François Hollande debe ser respetado”, dijo a sus seguidores decepcionados. También informó que lo había llamado para “desearle suerte”. Concluyó: “Después de 35 años de cargos políticos […] estoy a punto de volver a ser un francés más”.
Cuando Hollande llegó finalmente a la Plaza de la Bastilla y habló ante millones de franceses, llamó a la unidad y dijo que esperaba que el gran festejo de anoche sirva para que otros pueblos europeos sigan el ejemplo y “opten por el cambio”.