En la tumba de Enrico De Pedis, jefe de la banda La Magliana, se encontraron ayer, junto a su cuerpo, restos humanos que serán analizados y que reflotaron sospechas de que podrían ser los de Emanuela Orlandi, hija de un empleado del Vaticano.

Emanuela fue secuestrada en 1983 y nunca más apareció. Desde entonces existen dudas acerca de si, como indicaron algunos llamados de los supuestos secuestradores, su captura era un intento de que fuera liberado el turco Alí Agca, ya condenado por atentar contra la vida de Juan Pablo II; o una represalia contra el Banco Ambrosiano -dependiente del Vaticano- que un año antes se había derrumbado tras un escándalo por lavar dinero de la mafia; o si se trataba de algún asunto vinculado al padre de Emanuela, que trabajaba en la secretaría particular de Juan Pablo II.

En los aniversarios del nacimiento o de la desaparición de Emanuela, los medios recordaban el caso. En una de esas ocasiones, en 2005, un programa de televisión recibió una llamada anónima: “Si quieren saber más sobre Emanuela, miren en la tumba de De Pedis”. Enrico De Pedis, más conocido como Renatino, era uno de los tres jefes de la mafia La Magliana, que dominó Roma durante casi una década, en los 80. Murió acribillado por siete sicarios en 1990, cuando tenía 36 años.

Después de la llamada, se rastreó la tumba del capo mafioso y llegó la sorpresa: estaba ente-rrado junto a cardenales y altos cargos del Vaticano en la Basílica di Sant’Apollinare. El entierro en ese lugar fue solicitado por el entonces rector de la basílica, el sacerdote Piero Vergari, quien aseguró en la petición escrita que De Pedis “ha sido un gran benefactor de los pobres” y “ha dado contribuciones particulares para ayudar a los jóvenes”. La aprobación fue dada por el entonces presidente de la Conferencia Episcopal italiana, el cardenal Ugo Poletti.

En 2005, la agencia de noticias italiana ANSA informó que una fuente del Vaticano, que no identificó, le dijo que la viuda del capo pagó al cardenal Poletti 450.000 euros a cambio de la tumba. Otras versiones retomadas por medios italianos indican que entre De Pedis y varios sacerdotes existía una relación vinculada al lavado de dinero mafioso.

Sabrina Minardi, que fue la pareja de De Pedis durante la última década de su vida pasó escondida varios años -las autoridades la buscaban por protegerlo- y en 2008 comenzó a colaborar con la Justicia mientras coescribía un libro sobre La Magliana. Dijo entonces que la cúpula de la banda tenía una fuerte relación con la Camorra, los servicios secretos, los masones, el sistema político, el empresariado, los banqueros y la Iglesia Católica.

La Magliana recibía el dinero de la mafia y lo ingresaba en el Instituto para las Obras de Religión mediante la Banca Ambrosiana. Pero cuando el dinero fue reclamado, el instituto no quiso devolverlo. Como represalia, De Pedis secuestró a Emanuela, dijo Minardi, y agregó detalles acerca de dónde la mantuvieron oculta y cuándo la enterraron.

Como parte de la investigación la Fiscalía ordenó la apertura de la tumba del capo mafioso, para verificar si, como había dicho la llamada anónima a la televisión, allí estaban los restos de la joven Emanuela. De paso, el Vaticano aprovecharía la ocasión para mudar los restos a un cementerio.

Ayer, tras confirmarse que el cuerpo pertenecía al capo mafioso, se anunció que se harán pruebas a los demás restos encontrados en urnas para intentar resolver si como daba a entender la llamada al programa de televisión, la joven estaba directamente enterrada con él.