La ciudad de Asunción no revela el contexto político-institucional que vive Paraguay. La vida cotidiana sigue y las rutinas también. Existe organización entre el campesinado y los estudiantes para “restaurar el orden democrático”, pero las protestas no son masivas. Entre la ciudadanía no organizada existe rechazo al gobierno de Federico Franco, y esto se escucha en las calles. “Mi presidente es Fernando Lugo”. “Al pueblo no le gusta esto, se calla, nada más”. “Es un golpe lento, así, como si nada pasara”.
En sus primeros cuatro días hábiles en el poder, Franco designó un nuevo gabinete, presentó en el Congreso un minucioso y ambicioso plan de gobierno y destituyó a los comandantes del Ejército y la Armada, del Regimiento de Escolta Presidencial y al jefe de Gabinete Militar. Ayer, además, el Congreso reeligió como su presidente al senador Jorge Oviedo y como vicepresidente de la República al senador liberal Óscar Denis, a quien Franco dará su apoyo hoy personalmente en un acto público, antes de participar en el VII Aniversario del Pontificado de Su Santidad Benedicto XVI.
Denis dijo que será el responsable de coordinar el relacionamiento entre el Ejecutivo y el Legislativo y declaró su objetivo de que se celebren elecciones el 21 de abril de 2013, como estaba previsto, y que el 15 de agosto de ese año se entregue “este gobierno a los ciudadanos electos por el voto popular”. Paralelamente dos delegados del gobierno de Franco viajaron a Uruguay para “hablar con el Parlamento” en el vuelo que también trajo de regreso a la diaria.
En el discurso de los paraguayos está latente una preocupación por la pobreza y una falta de perspectiva de soluciones, por ejemplo para los campesinos al interior del país y para las personas que viven en los “bañados”, asentamientos ubicados a orillas del río Paraguay y también a escasos metros del Congreso. En este contexto de pobreza se enmarca el temor a la posibilidad de sanciones económicas desde el Mercosur.
El empobrecimiento de Paraguay está también en el discurso del gobierno de Franco. Antes de anunciar un proyecto para la aprobación de un impuesto a la renta personal y de solicitar a los empresarios participación económica en las iniciativas del Estado, el ministro de Hacienda, Manuel Ferreira, dedicó 20 minutos a detallar cómo Paraguay llegó a ser un “país pobre”. Abogó por acortar las “brechas entre ricos y pobres” y pidió presupuesto al Congreso.
También está presente la noticia de la suspensión del abastecimiento de petróleo que dispuso Venezuela. En la mañana de ayer, durante el acto en el que asumió la nueva cúpula castrense, la ministra de Defensa, María Liz García, acusó a ese país de haber instigado una “sublevación” de sus Fuerzas Armadas el viernes, mientras el Congreso destituía a Lugo. Una hora después, Franco se reunió con empresarios estadounidenses de la empresa Crescent Global Oil-Pirity Hidrocarburos, entre los que participó Sergio Escobar, presidente de Petropar.
Durante la presidencia de Lugo, el Congreso votó en contra del ingreso de Venezuela al Mercosur. En estos días, desde el oficialismo se alimenta la idea de que la “razón de fondo” del rechazo regional a la destitución de Lugo es que el bloque quiere concretar el ingreso del país que preside Hugo Chávez. “Dicen que les preocupa la ruptura institucional en el país pero en el fondo lo que quieren es meter por la ventana a Venezuela en el Mercosur”, dijo, entre otros, el senador liberal Miguel Abdón Saguier.
El canciller, José Fernández, opinó en cambio que Paraguay es el eje de la agenda de la Cumbre de Mendoza para desplazar la atención de las trabas comerciales que Argentina pone a sus países vecinos.
Empresarios locales, en tanto, han declarado que sería positivo que Paraguay saliera del Mercosur. El presidente de la Unión Industrial Paraguaya, Eduardo Felippo, que el miércoles afirmó que “el golpista es Lugo”, dijo a ABC Color que una salida del bloque los “va a beneficiar grandemente”. Pero el canciller aseguró que Paraguay “es y será miembro del Mercosur” hasta que “soberanamente” decida lo contrario.