Las fisuras en Alianza Patriótica para el Cambio (APC), la coalición que llevó a la presidencia a Fernando Lugo, comenzaron a surgir poco después de las elecciones de abril de 2008, cuando en agosto de ese año se disponía a asumir el nuevo gobierno y había que repartir cargos en el Ejecutivo. En esa alianza convivían fuerzas políticas con proyectos muy distintos. Se unieron tras el objetivo común de desplazar del poder al Partido Colorado, que gobernó por 61 años el país, en dictadura y en democracia.
Integraron la APC varios partidos de izquierda y de centroizquierda, así como diversos movimientos sociales, algunos vinculados al campesinado, que se fueron nucleando en el Frente Guasú, una coalición de fuerzas progresistas. Pero el mayor socio en la alianza fue el Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA), un partido tradicional, que fue por décadas el rival de los colorados y que reúne a dirigentes de centro y a otros de derecha, como Federico Franco, el otro integrante de la fórmula presidencial de 2008.
Mientras que Lugo es un ex obispo con trayectoria en militancia social vinculada a movimientos progresistas, Franco es un político de derecha que ocupó cargos de concejal, alcalde y gobernador, antes de convertirse en vicepresidente y ahora asumir la presidencia por la destitución de Lugo. En forma paralela a la política desarrolló su carrera como médico, buena parte de ella en el sanatorio que posee su familia.
Durante el gobierno de la APC fueron frecuentes los enfrentamientos entre el presidente y el vice, la amenaza del juicio político a Lugo sobrevoló varios episodios y la mayoría de los legisladores liberales se opusieron en el Congreso a los proyectos del oficialismo. Por ejemplo, votaron en contra del ingreso de Venezuela al Mercosur y a las iniciativas para habilitar la reelección de Lugo. Muchos rivales políticos del presidente dijeron que debería dimitir en favor de su vice cuando se le diagnosticó un cáncer.
Así se fue profundizando la distancia entre los integrantes del PLRA y los demás socios de la Alianza Patriótica. La ruptura definitiva tuvo su origen en la designación de un colorado, Ruben Candia -que además era muy resistido por la izquierda-, como ministro del Interior. Candia reemplazó en el cargo a Carlos Filizzola, destituido por la manera en que terminó la desocupación de tierras el viernes 15, con 11 trabajadores rurales y seis policías muertos. El PLRA dio entonces su apoyo al juicio político a Lugo y los ministros de ese partido presentaron sus renuncias.
La iniciativa de juicio político tuvo 76 votos en Diputados, con sólo uno en contra y tres legisladores ausentes. De los 42 integrantes del Senado, 39 votaron a favor.
El ex obispo, que llegó a la presidencia sin partido político propio, también perdió apoyo de los movimientos sociales. Su gobierno no conformó, entre otros, a las agrupaciones campesinas que esperaban desde 2008 que cumpliera su promesa de reforma agraria. Éste es uno de los proyectos que quedó en el tintero de la APC y es un tema central para los paraguayos por el poder que tienen en su país los grandes productores rurales. Los dueños de la tierra resistían la iniciativa de una reforma agraria, que hubiera permitido al Estado recuperar grandes extensiones que pasaron a manos de privados en condiciones de dudosa legalidad.
La derecha acusaba a Lugo de tolerar e incluso promover las ocupaciones de tierras por parte de trabajadores como los que el viernes 15 fueron desalojados en Curuguaty.
En este marco, los grandes propietarios de tierras mostraron signos de satisfacción con el cambio de presidente. Los productores “brasiguayos”, grandes estancieros de la frontera con Brasil, manifestaron su respaldo a Franco y pidieron que Brasilia reconozca a su gobierno.
Otro gran propietario de tierras es el político al que Lugo acusa de haber impulsado su juicio político, el empresario Horacio Cartes, que es el casi seguro candidato colorado a la presidencia, y que tiene buenas posibilidades de ganar las elecciones, pese a que ha enfrentado acusaciones de narcotráfico.
Cartes tiene ahora más posibilidades de ganar, con unos rivales divididos. Para las próximas elecciones, el Frente Guasú y el PLRA pretendían buscar cada uno su candidato y evaluar si podrían reeditar o no su alianza. En eso estaban cuando llegó la ruptura política que dejó a Franco como presidente.