La crisis puede ser económica, pero sus efectos expansivos alcanzan a todas las áreas y golpean el orgullo nacional, en particular en un caso como el de Irlanda, que era el mejor alumno de la Unión Europea y una economía en fuerte crecimiento que le valió la denominación de “Tigre Celta”.

Pero ahora la norma es la austeridad. Ya son cinco los presupuestos restrictivos que se han aprobado y los seguirán al menos otros cuatro. Las crónicas de los corresponsales señalan que los irlandeses se enorgullecen de enfrentar la situación sin hacer protestas, sin una crisis política tan visible, haciendo lo que hay que hacer.

El desempleo se mantiene alrededor del 14%, lo que implica casi 500.000 personas en una población que apenas supera los cuatro millones. No sólo aumentó la pobreza y el número de personas que perdieron sus casas, sino también los suicidios, que crecieron 16% en 2011 respecto del año anterior, aunque el gobierno no quiso precisar el número.

“Resignación”, “rabia” y “miedo” eran palabras que los irlandeses repetían ayer al ir a las urnas para decidir si apoyaban o no el Tratado de Estabilidad Financiera de la Unión Europea (UE), que endurece las sanciones para quienes no mantengan los déficits en el mínimo aceptable -de 1% del PBI-.

Irlanda es el único país en el que la población sometió a referendo el pacto europeo y las nuevas condiciones para las economías de la eurozona. Con el fantasma de Grecia, donde la crisis golpea cada vez más fuerte, y el de España, que se agrava, los irlandeses aprobarían el nuevo tratado con 60% de respaldo, según mostraban los sondeos de intención de voto. Los resultados definitivos se conocerán hoy.

El miedo por lo que podría suceder si Irlanda queda fuera de esta “nueva Europa” fue apuntalado por quienes apoyaban el Sí, en particular por el gobierno de coalición -formado por el Fine Gael y el Partido Laborista- y el principal partido de la oposición -Fianna Fail-. Señalaban que probablemente le haga falta un nuevo rescate de la UE y el FMI, y que si no aprueba el nuevo tratado le será más difícil aún acceder a él y se le impondrán medidas todavía más duras de austeridad.

Además, a diferencia de otros tratados europeos sometidos a referendo en otras ocasiones por los irlandeses, éste no es vinculante: si ganara el No el nuevo pacto fiscal entraría en vigor en los demás países que ya lo aceptaron, sin hacer consultas populares.

“Un alto porcentaje dirá que no, pero muchos de los que votarán lo harán con el corazón dividido, y con mucho miedo”, dijo Mary Lou McDonald, diputada del Sinn Fein, a la agencia de noticias Efe. Junto a algunos sindicatos, el Sinn Fein -cuarta fuerza política- respaldaba el No por entender que Irlanda no puede permitir que sea la UE la que defina su futuro o imponga al país una salida a la crisis. Pero los sondeos dan la victoria a la mirada europeísta. En su último discurso antes de la votación, el primer ministro, Enda Kenny, resaltó: “No digo que la vida vaya a ser mucho más fácil y mejor al día siguiente de que gane el Sí en este referendo. El Tratado de Estabilidad es sólo un paso que tenemos que dar, pero es un paso importante”.