“Cuando un gobierno comienza a aplicar políticas que no son favorables a los trabajadores, tiene que buscar sus aliados. Y con nosotros no puede contar, porque estamos del lado de los trabajadores”, dijo ayer Moyano. El líder de la CGT ,y dirigente del sindicato de camioneros, fue uno de los principales respaldos del ex presidente Néstor Kirchner y también fue un aliado de su viuda, la presidenta Cristina Fernández, durante su primer mandato.

Sin embargo, después de la muerte de Kirchner y con las elecciones de octubre de 2011 a la vista, las relaciones con la mandataria se deterioraron. El líder sindical reclamó que un representante de la CGT acompañara a Fernández en la fórmula por la reelección y lugares en las listas al Congreso. Pero la presidenta no cedió a esas exigencias y el quiebre se oficializó. El dirigente sindical asegura que su giro hacia la oposición se debe a que Fernández empezó “a hacer oídos sordos a los reclamos y no quiere discutir absolutamente nada”.

Días atrás, el ministro de Trabajo, Carlos Tomada, dijo al diario Página 12 que “a Moyano siempre se le atendió el teléfono, en todo caso es Moyano quien no ha llamado” y opinó que la CGT “sufre una crisis de conducción y debe resolverla”.

El giro de su titular también tuvo repercusiones en la interna de la central. “Moyano quiere llevar a la CGT como si fuera su partido político y nosotros somos representantes sindicales, representamos y defendemos los derechos de los trabajadores y no las ideas de una sola persona. Quiere que nos aislemos detrás de sus ambiciones personales. Está muy equivocado”, dijo al mismo periódico un dirigente sindical.

Hoy Moyano quedó en minoría y la CGT dividida en dos. En el sector fiel a su titular, el núcleo duro está conformado por los camioneros. Por otro lado está el sector que impulsa el liderazgo de Antonio Caló, de la Unión Obrera Metalúrgica, que a su vez quedó dividido porque Moyano suspendió a la llamada CGT Azul y Blanca, integrada por 38 gremios (y con 400 representantes en el Congreso). Este subsector es liderado por el dirigente gastronómico Luis Barrionuevo, opositor a Moyano y también al gobierno argentino.

La CGT Azul y Blanca quedó inhabilitada de votar en el Congreso porque los gremios que la componen no pagaban sus cuotas sindicales desde 2008. “Moyano me llamó para ofrecerme hacer una CGT ‘fifty-fifty’ y le dije que no quería saber nada”, denunció Barrionuevo en declaraciones al diario Ámbito financiero.

Hoy se reúnen los demás grupos opositores a Monyano, cuyas filas aumentan cada día. Entre ellos figuran los líderes de “los gordos”, llamados así por tratarse de grandes gremios -como el de los trabajadores del comercio, la salud o la electricidad-, y también se suman algunos que abandonaron las filas moyanistas, como es el caso del líder de los taxistas, Omar Viviani. El objetivo del encuentro será establecer las bases de futuras elecciones, en un gesto que deja expuesta la división de la central.

Con la decisión del Ministerio de Trabajo de hacer lugar a la impugnación presentada por ese bando contra la convocatoria de Moyano a celebrar elecciones el jueves, las filas del líder camionero se vaciaron aún más. “Va a haber una sola CGT articulada a partir de la convocatoria que se hará el martes [hoy] por el secretariado. La otra convocatoria quedó invalidada”, dijo el secretario general de la Unión Obrera de la Construcción, Gerardo Martínez.

Además, algunos están en desacuerdo con la línea dura adoptada por Moyano, quien dijo que “el congreso de la CGT se hace igual”. Por lo tanto, es probable que el jueves el secretario general sea reelecto para un tercer mandato, pero esta vez al frente de una CGT mucho más reducida. Aún cuenta con el apoyo de los trabajadores rurales y estibadores, de los municipales y los bancarios, entre otros.

Lo que ocurre en esta central sindical puede compararse con lo que pasó en otra, la Central de Trabajadores de la Argentina, también dividida entre oficialistas y opositores. Esto alimenta las acusaciones contra el gobierno de que busca dividir para reinar. “El Ministerio de Trabajo no tiene autoridad para intervenir en esta instancia, hay que respetar el principio de la autonomía sindical y de la libertad sindical”, dijo el moyanista Julio Piumayo, líder de los judiciales.

Quizá para responder a esas críticas, la presidenta dio ayer un discurso por el 9 de julio en el que convocó a la “unidad nacional” para “ayudar a los demás, a los que todavía les falta trabajo”.