-Usted ha declarado que lo ocurrido en Paraguay fue un golpe de Estado. ¿En qué argumentos se basa?
-El juicio político está reconocido y establecido en la Constitución paraguaya, pero no se cumplieron las garantías procesales que también están establecidas allí. Además de que fue hecho de sorpresa, todo muy rápido, ninguna de las cinco causas de mal desempeño de funciones que le imputaron fue probada. El presidente Lugo quedó en una situación de indefensión total. La gente no se enteró, no hubo casi información, nadie sabe muy bien qué pasó. Me abstraigo de mi posición de izquierda y del grupo al que pertenezco [el Grupo de los Verdes/ Alianza Libre Europea]. Ya por una cuestión de principios democráticos y derechos humanos, hay una ruptura de la democracia, porque los cambios de gobierno se hacen en las elecciones, no con estas farsas o teatrillos. Todas estas razones hacen que sea un cambio legal pero no legítimo y eso supone un golpe de Estado democrático. Y se nota el peso de la dictadura [de Alfredo Stroessner, 1954-1989], sin duda, en la parte discursiva, en los partidos y en las formas increíblemente antidemocráticas.
-¿A qué se refiere?
-A mí me ha parecido que la derecha paraguaya no es democrática. Usaron el juicio político en forma alevosa, estuvo todo muy organizado, las versiones que escuchamos de la derecha son todas iguales, no hay fisuras, es la misma versión siempre repetida, sin argumentos. La versión era tan poco creíble, parece una tal mentira, una mentira organizada, ciertamente. En la derecha paraguaya hay una actitud xenófoba hacia el Mercosur, creo que hay algo más detrás, otros intereses que no quedan sólo en Paraguay. Para mí hay un proyecto de desestabilización de la región. No es casualidad que pase justo ahora [cuando están por concretarse las negociaciones entre la UE y el Mercosur]. Creo que hay en juego un interés de que el Mercosur no triunfe. Hay muchas cosas raras, algo está fallando, no lo tengo del todo claro todavía. Hay contradicciones muy grandes. El juicio político fue por mal desempeño de funciones, pero el nuevo gobierno va a mantener la mayoría de las políticas de Lugo; entonces no había desempeñado tan mal sus funciones. Todavía hay una falta de institucionalidad muy fuerte en Paraguay, consecuencia de tantos años de dictadura y de gobiernos del Partido Colorado que siguieron aplicando sus políticas junto a otras neoliberales muy alejadas de la sociedad. Ellos no querían que Lugo terminara su mandato porque el luguismo iba a volver a ganar, había que desestabilizar la agenda unos meses antes de las elecciones; los últimos índices de popularidad de Lugo a un mes del golpe son de 58%, y Franco sólo tiene 24%. La gente todavía lo quiere.
-¿Qué sensaciones le dejaron las reuniones con los luguistas?
-Los vi en una situación de tremenda indefensión, pero no de soledad. Primero estuvieron en un estado de shock, pero ahora están positivos, ven el apoyo internacional. En el Frente Guasú hemos visto personas muy cualificadas como Ricardo Canese, el senador Sixto Pereira, la diputada Aída Robles, que nos transmitieron muchísima preocupación. Piden la solidaridad internacional, piden que no los olvidemos, pero sobre todo piden que no se demonice al Mercosur, porque desde la derecha se está demonizando al Mercosur, a Uruguay, a Argentina y a Brasil. Ya el presidente de la delegación [el eurodiputado Luis Yáñez] dijo que no vamos a contribuir a ese discurso.
Pantallazo español
-Las manifestaciones masivas se han repetido en España. ¿Cree que tendrán algún efecto en el gobierno? -Creo que sí. Hay un hastío tan grande de las medidas tan rápidas, tan seguidas, que hay mucha gente que nunca se iba a movilizar en su vida, como los funcionarios, y que ahora tomaron conciencia. Va a haber una mella, aunque el gobierno todavía tiene la mayoría absoluta. Pero esto no resiste, alguna inflexión tiene que haber, esta situación no va a aguantar mucho más.
-¿Las centrales sindicales están perdiendo la capacidad de encauzar las protestas? -Las organizaciones sindicales mayoritarias han hecho algunas concesiones al gobierno. En su momento también permitieron que se recortaran derechos, en especial durante el gobierno de [José luis Rodríguez] Zapatero. Muchas veces han callado.
-¿El enfrentamiento político quedó rezagado tras las manifestaciones? Recién ahora se escuchan críticas fuertes al gobierno de Mariano Rajoy por parte de los socialistas, por ejemplo. -Creo que estamos más activos en las autonomías, con movilizaciones y acompañando a la gente. El Partido Socialista Obrero Español también es consciente del legado que dejó, de que estos recortes los iniciaron ellos y tienen una crisis muy grande de definición. Pero está desaparecido, es verdad.
-Yáñez también reconoció que las negociaciones para el acuerdo entre el Mercosur y la UE retrocedieron con la situación paraguaya.
-Efectivamente, esta situación entorpece el posible acuerdo, porque uno de los países se ha caído. Se espera que con las elecciones se solucione la situación y surja un gobierno legítimo; eso también da la idea de que éste es un gobierno transitorio.
-¿La incorporación de Venezuela afecta las negociaciones?
-La incorporación es legal, Europa no se puede meter en una decisión legítima del Mercosur. Políticamente cada uno puede pensar que es mejor o peor, sé que a la derecha no le gusta mucho que Venezuela entre, pero está en su legítimo derecho porque además cumplió la cláusula democrática, hubo elecciones libres, y en Paraguay el cambio no ha sido libre ahora. Sí noté que en la agenda política paraguaya Venezuela está muy presente. Hay una “chavezfobia” tremenda, hasta en una reunión se refirieron a él como “el gorila Chávez”.
-¿Qué medidas considera que podría tomar el Parlamento Europeo?
-La idea no es que haya sanciones comerciales si no las puso el propio Mercosur, sobre todo pensando en el pueblo paraguayo. Sí alertar de que esta ruptura democrática es una nueva forma encubierta de cambiar el orden institucional. Los diputados de fuerzas progresistas vamos a buscar que se introduzca una cláusula en el acuerdo entre el Mercosur y la UE para que no se haga uso de la Constitución para derrocar gobiernos, como pasó en Paraguay, precisamente para hacer explícito que los gobiernos sólo se cambian con las elecciones.
-¿Se quedaron con la impresión de que la movilización que hay hasta ahora en Paraguay va a continuar o de que con el paso del tiempo se va a diluir?
-No creo que continúe ahora. Va a aumentar cuando se acerquen las elecciones, pero me da la impresión de que está todo muy tranquilo. No porque la gente no quiera, es que no ha habido información de lo que está pasando. Y hay otros aspectos, como lo que nos decían los campesinos, que no tienen presupuesto para movilizarse.
-Se reunieron también con autoridades judiciales, ¿percibieron imparcialidad?
-Intentan decir que sí, pero la cuestión es que las autoridades de la Corte Suprema de Justicia también pueden ser sometidas a juicio político, ellos también tienen miedo. Dudamos que pueda tener aceptación el recurso de Lugo, pero calculo que recurrirá a la OEA. Porque esta situación está claro que está mal juzgada. En el Parlamento se dictó el reglamento [del juicio] que iba a poner fin al gobierno de Lugo, que fue aprobado el mismo día, y parece que hubo incluso diputados del Partido Colorado que preguntaron “¿pero qué es lo que vamos a votar?”. Nadie sabía nada, fue todo muy rápido, fue alevosía pura. Una imagen que me llamó mucho la atención es que en todas las reuniones nos pretendieron dar sensación de que eran víctimas, con aquello de “siempre nos atacaron” [en referencia a los otros países del Mercosur] y de normalidad: “Nuestro país está tranquilo, ¿no lo ven? No hay nada, no hay ruido, no hay manifestaciones, no hay violencia”. Tuvimos una manifestación frente a nuestro hotel y en uno de los viajes nos enviaron por una carretera distinta para que no viéramos que en la otra había gente con banderas que decían “Libertad”. Vimos un país dividido como si lo hubieran cortado con un cuchillo, y ya no es tanto derecha o izquierda, es democrático o no democrático.