Decenas de personas se congregaron ayer cerca de la mina de platino de Marikana, en Sudáfrica, para protestar por la violencia con la cual fueron reprimidos los trabajadores el sábado, cuando se disponían a iniciar una manifestación desarmados y fueron dispersados por la Policía con gases lacrimógenos y balas de goma.

Las protestas en Marikana tuvieron su día más violento el 16 de agosto, cuando una protesta terminó con 34 trabajadores de la mina muertos, acribillados por la Policía.

Ese mismo día el gobierno decidió enviar 1.000 soldados a la mina para reforzar la labor de la Policía, que el viernes ejecutó redadas en las casas de los mineros, en los alrededores de su lugar de trabajo, para desarmarlos. Las familias de los trabajadores y los habitantes de la zona denunciaron “brutalidad policial” y 12 personas fueron detenidas.

Ya el viernes el gobierno sudafricano había anunciado que aumentarían las medidas contra las protestas, que fueron calificadas como “ilegales”. Mientras tanto, el conflicto continúa y los mineros rechazaron la oferta de la empresa Lonmin, a cargo de la mina, de aumentar sus sueldos a 612 dólares, en lugar de triplicar los actuales 500 dólares mensuales, como reclaman los trabajadores, informó la agencia de noticias Efe.

La situación parece estar lejos de resolverse; la semana pasada se sumó también un fallo judicial que permite a la empresa Lonmin despedir a los mineros si continúan con la huelga, posibilidad que estaría analizando.