La presidenta brasileña, Dilma Rousseff, y el ex presidente Lula da Silva se reunieron ayer para analizar la situación del PT para las elecciones locales del 7 de octubre. La principal preocupación de los petistas es alcanzar la alcaldía de San Pablo, cargo al que apostaron todas las fichas: Lula está constantemente en campaña, se destinaron miles de reales para propaganda y el candidato es una de sus figuras fuertes -y jóvenes-, Fernando Haddad, quien dejó su cargo de ministro de Educación de Rousseff para dedicarse a la campaña.

Sin embargo, ésta no es la única preocupación del partido de gobierno: Lula no parece contagiar su popularidad a los candidatos a alcaldes del PT como sí logró hacer con Dilma, cuya intención de voto en las presidenciales se disparó desde un remoto 5% hasta el primer puesto. A más de dos semanas de que comenzara la campaña en los medios de comunicación con una fuerte presencia de Lula, que grabó 120 spots para radio y televisión, no se obtuvieron los avances esperados. Ni siquiera en Recife o Belo Horizonte, capitales de Pernambuco y Minas Gerais, estados de nacimiento de Lula y Dilma.

Muchas ciudades brasileñas se consideran importantes a la hora de disputar las alcaldías, pero ninguna como San Pablo, especialmente para el PT, que perdió las últimas cuatro elecciones en el distrito más grande de Brasil. Por eso la falta de crecimiento que mostró Haddad en las encuestas de la última semana es tan preocupante para los petistas.

El 20 de agosto el ex ministro de Educación tenía una intención de voto de 8% ante 31% de José Serra, que se ha convertido en el único caballito de batalla del Partido de la Social Democracia Brasileña: ex candidato presidencial -derrotado por Lula y Dilma sucesivamente-, ex alcalde de San Pablo y ex gobernador del estado de San Pablo.

Días atrás, el petista creció a 16% y Serra bajó a 21%. En el medio, comenzó la campaña televisiva y radial con Lula en primerísimo plano. Pero el que encabeza las encuestas es Celso Russomano, un ex presentador de televisión convertido en político del evangélico Partido Republicano Brasileño, al que pertenecía el fallecido ex vicepresidente de Lula José Alencar. Russomano creció cuatro puntos porcentuales sólo en la semana pasada, indicó un sondeo de Datafolha publicado ayer en el diario Folha de São Paulo, mientras que Serra bajó un punto y Haddad se mantuvo en 16%, intención de voto que mantiene desde hace más de una semana.

El crecimiento sostenido de la intención de voto de Haddad en los últimos días de agosto permite al PT seguir confiando en que su candidato quedará segundo el 7 de octubre, con posibilidades de acceder a una segunda vuelta el 28 de ese mes. Aun así, lo que crece es la incertidumbre porque Haddad dejó de subir en las encuestas. Por eso en la reunión de ayer Lula intentó persuadir a Dilma para que permita que un mensaje en el que ella pide el voto para Haddad -ya grabado en un spot- sea emitido en estas semanas. La presidenta viene esquivando la campaña electoral -hasta ahora en los spots sólo han aparecido imágenes suyas de archivo- y estaba previsto que entrara en escena recién después de la primera vuelta, pero ahora parece que para entonces podría llegar demasiado tarde.

Se prevé que la aparición de Rousseff genere un cambio más fuerte en San Pablo que en otras regiones porque en esa ciudad se concentran las clases empresariales y las más ricas del país que, se considera, respaldan más a la presidenta que a su antecesor.

Pero tampoco la popularidad de Dilma, que logró 41% de los votos en San Pablo en las elecciones presidenciales, parece estar trasladándose a Haddad, que incluso muestra una intención de voto menor a la que registró a un mes de las elecciones de 2008 Marta Suplicy, que tenía un respaldo de 37% y fue derrotada en la segunda vuelta. Justamente para anoche estaba previsto un acto de campaña en el que Suplicy, que fue alcalde de San Pablo de 2001 a 2004, aparecería junto a Haddad.