El caso de Rimsha Masih, una niña de una familia cristiana paquistaní, presa bajo la acusación de blasfemar por haber quemado escritos sagrados musulmanes, movilizó a varias organizaciones sociales y religiosas de su país. La Comisión de Derechos Humanos de Pakistán, el Consejo de Ulemas, que representa a dirigentes musulmanes moderados, y la Liga Interconfesional pidieron en agosto que se protegiera a Rimsha y reclamaron que se determinara si sufre o no de algún tipo de discapacidad intelectual, como sostenía su familia.

Ese dato, que finalmente se confirmó, sumado a la edad de Rimsha, impediría que se la considerara responsable del delito de blasfemia, porque pondría en duda incluso que entendiera ese concepto, según su defensa. Un informe médico confirmó que tiene menos de 14 años: su familia afirma que tiene 11 y los acusadores llegaron a argumentar que tenía 16.

Para entonces, la denuncia contra Rimsha ya había tenido varias consecuencias. El 18 de agosto, cuando fue detenida en una comisaría, una multitud indignada rodeó el edificio con intenciones de agredirla, informó la agencia de noticias Efe. Las reacciones violentas contra la niña y su minoría religiosa llevaron a cientos de familias cristianas a alejarse del suburbio de Islamabad en el que ella vivía, Mehrabadi, por miedo a sufrir la venganza de extremistas islámicos. Los cristianos son entre tres y cuatro millones en Pakistán, cuya población asciende a 160 millones. Una de las familias que huyeron fue la de Rimsha.

Con el correr de los días también se sumaron más voces críticas hacia Pakistán por este juicio, entre ellas las de Amnistía Internacional, el Vaticano y el Departamento de Estado estadounidense, cuya vocera, Victoria Nuland, reclamó protección “no sólo para las minorías religiosas, sino también para sus mujeres y niñas”. El presidente paquistaní, Asif Ali Zardari, anunció una investigación oficial.

Según los datos recabados en la investigación judicial, todavía en proceso, Rimsha salió a buscar papel para encender el fuego en su casa y, posiblemente sin saber, recogió unos escritos con versos del Corán. Un delito de blasfemia consistente en quemar textos sagrados puede ser castigado incluso con cadena perpetua, informó la agencia AFP.

Como para alimentar las críticas a la acusación, surgió la información de que las pruebas contra la niña podrían haber sido fraguadas. El domingo, el canal de televisión paquistaní Geo informó que fue detenido un imán, Jalid Yadun, porque un testigo declaró a la Justicia que lo vio agregando hojas del Corán a las que se supone que ella había quemado.

La agencia Efe informó que en la misma cárcel para adultos en la que se encuentra Rimsha cumple condena Mumtaz Qadri, un policía que asesinó en público a un político liberal, Salman Tasir, por criticar las leyes contra la blasfemia y hacer una campaña para modificarlas.

Las reacciones violentas de fanáticos religiosos como Qadri son las que temen los defensores de Rimsha, aun en el caso de que la Justicia la declare inocente.