Los resultados oficiales de las elecciones israelíes del martes dejaron un Parlamento fragmentado, con 12 partidos representados, entre ellos Kadima, que según las encuestas a boca de urna no había logrado ninguna banca. Los 120 escaños se dividieron en dos mitades exactas: una integrada por la centroizquierda (que obtuvo 48 diputados) y los partidos árabes (12), y otra, conservadora, conformada por la derecha (42) y los ultraortodoxos (18). El próximo primer ministro tiene que reunir una mayoría en ese Parlamento para ser proclamado.

El presidente Shimon Peres iniciará hoy los contactos informales con dirigentes de distintos partidos para decidir a quién le encarga formar gobierno. Todo indica que la tarea va a recaer en el actual primer ministro Benjamin Bibi Netanyahu. Con 31 bancas, su coalición, Likud-Beitenu, fue la más votada el martes, aunque quedó muy por debajo de sus expectativas de crecer en la Knesset. Pero al parecer no tiene competencia: el segundo dirigente en votos, Yair Lapid, ya anunció que no tiene intenciones de buscar las alianzas que le permitirían arrebatarle a Netanyahu la jefatura de gobierno.

Lapid, candidato del partido de centro Yesh Atid (Hay Futuro), que obtuvo 19 bancas, rechazó así el llamado de la líder del Partido Laborista, Shely Yacimovich, a unirse en una alianza de centroizquierda. Para el dirigente, “los resultados de las elecciones son claros” en cuanto a la victoria de Netanyahu, a quien elogió por el discurso que dio tras la votación. “Habló de lo que de verdad es importante para nosotros”, dijo. Por su parte, Netanyahu le transmitió a Lapid que los dos pueden “hacer grandes cosas juntos”.

El líder de Yesh Atid es un ex periodista de 49 años que ingresó a la política en 2012 con un discurso de centro, laico, y un electorado de clase media. Critica el poder de los grandes grupos económicos y reivindica a aquellos que pagan sus impuestos y cumplen con el servicio militar. A su entender, también los ultraortodoxos deben cumplir con estos deberes, de los que han estado eximidos. Así su partido aparece ante los votantes como un contrapeso al poder que han concentrado los partidos religiosos.

Lapid ha criticado algunas posturas de Netanyahu, por ejemplo en cuanto al conflicto israelí-palestino, que estuvo casi ausente de la campaña electoral. “Los palestinos son una realidad y quizá no nos gustan, o nosotros no les gustamos a ellos, pero es la realidad en la que vivimos hoy. El argumento de Netanyahu de que ‘no tenemos un socio’ [con el cual negociar] es tratar de escapar de esa realidad”, opinó.

Sin embargo, el dirigente ha dejado claro que puede congeniar con el primer ministro. De acuerdo con la agencia Efe, el Canal 2 de Israel, en el que trabajó como periodista Lapid, informó que éste aspira a integrar una coalición que lidere Netanyahu y que excluya a los partidos ultraortodoxos Shas y Judaísmo Unido de la Torá, con los que hoy está aliado el gobierno de Likud-Beitenu.

“No cabe duda de que, con 19 asientos en la Knesset, Lapid será un miembro clave del gobierno”, dijo el ex canciller y segundo titular en la lista de Likud-Beitenu, Avigdor Lieberman, quien consideró “natural” que el líder de Yesh Atid quede a cargo del Ministerio de Finanzas.