Los fallecidos eran en su mayoría originarios de Somalía y Eritrea, según algunos de los 151 sobrevivientes del naufragio de una embarcación que cruzó desde la ciudad libia de Misrata, con destino Lampedusa. Ese territorio italiano es el punto europeo más cercano a las costas africanas, a 133 kilómetros de Túnez y poco más de Libia. En Somalía y Eritrea la situación alimenticia es preocupante y a ella se suma un gobierno somalí endeble y acosado por la guerrilla de Al Shabab y una dictadura feroz en Eritrea.

Letta proclamó un día de duelo nacional para hoy y celebró un consejo de ministros extraordinario “por la tragedia de Lampedusa”. “Es un horror, un horror, no dejan de traer cuerpos”, dijo entre llantos la alcaldesa de la isla, Giusi Nicolini, que pidió ayer a “las cámaras de televisión” que concurran al lugar y “muestren los cadáveres; si no, es como si estas tragedias no existieran”. “No sabemos dónde meter ni a los vivos ni a los muertos”, agregó, en referencia al centro de acogida para inmigrantes, en el que ya había 1.350 personas en un espacio previsto para 300. El jefe de la clínica local, Pietro Bartolo, agregó que entre los fallecidos había varios niños y dos mujeres embarazadas.

Ayer los guardacostas seguían buscando eventuales sobrevivientes sin mucha esperanza, cuando ya habían pasado más de seis horas desde el momento estimado del naufragio. De acuerdo a los investigadores, los migrantes prendieron fuego frazadas en el barco para hacerse ver por navíos mercantes y ser rescatados. Pero debido al combustible, el barco se incendió y se dio vuelta. Según Efe, también hay versiones que sostienen que se produjo un cortocircuito. Los náufragos fueron ayudados desde barcos turísticos y luego barcos de pesca alertaron a los servicios de rescate.

Los medios italianos informaron que entre las personas rescatadas se encontraba un joven tunecino, al que otros sobrevivientes señalaron como uno de los integrantes de la red ilegal que organizó el viaje, por lo que fue detenido por la Policía. Además, se presentaron denuncias por falta de asistencia, ya que varios barcos pesqueros que estaban cerca cuando se produjo el siniestro no se dieron por enterados.

El ministro italiano del Interior, Angelino Alfano, llamó la atención de la Unión Europea (UE) y pidió a las autoridades del bloque tomar conciencia de que lo ocurrido no es “un drama exclusivamente italiano, sino europeo”. “Europa debe aumentar sus esfuerzos para prevenir estas tragedias y mostrar solidaridad tanto con los migrantes como con los países que reciben una cantidad creciente de refugiados”, dijo la comisaria europea a cargo de Asuntos Interiores, Cecilia Malmström.

El secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Ban Ki-moon, pidió acciones concretas para que estos sucesos no se repitan. El papa Francisco, que fue a Lampedusa en su primer viaje fuera de Roma en julio, dijo ayer sentir “vergüenza” ante ese “enésimo naufragio”.

Desde principios de año, más de 22.000 migrantes llegaron a las costas del sur de Italia. Entre la noche del miércoles y ayer llegó otro barco con 463 personas originarias de Siria. El lunes, 13 eritreos se ahogaron al intentar llegar nadando a Sicilia desde un barco ocupado por otras 200 personas. La agencia de la ONU para los refugiados, ACNUR, registró 500 muertes o desapariciones en el mar Mediteráneo, de migrantes que buscaban alcanzar Italia o Malta desde África. Este año, hasta julio, la agencia contó 500 fallecidos, de las 8.400 personas que habían llegado a esos dos países de la UE.