No cesa el estallido de revelaciones en el escándalo por el espionaje estadounidense a los más diversos objetivos. Sumergida en esa situación, la Casa Blanca comenzó a reaccionar ante las nuevas denuncias que llegan desde Europa y anunciando algunas medidas tibias.

Ayer el Comité de Inteligencia de la Cámara de Representantes estadounidense iba a recibir a la cúpula de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA, por sus siglas en inglés). También tenía previsto recibir una propuesta del diputado James Sansenbrenner, autor de la “Ley Patriota” aprobada tras los atentados del 11 de setiembre de 2011, para prohibir la recopilación de información de llamadas sin autorización judicial.

“Es necesario que haya limitaciones adicionales sobre el modo en que recopilamos y usamos la información de Inteligencia”, reconoció el portavoz de la Casa Blanca Jay Carney. “Debemos asegurarnos de que lo estamos haciendo debido a que es necesario por cuestiones de seguridad, y no simplemente porque podemos”, agregó. Carney aseguró que el gobierno está haciendo una revisión de sus capacidades de vigilancia que terminará antes de fin de año.

En la misma línea, la presidenta de la Comisión de Inteligencia del Senado Dianne Feinstein, reconoció por su parte que “todos los programas de Inteligencia necesitan una total revisión” para asegurar que la información se recopile sólo en contextos de hostilidades o enfrentamientos.

Estas novedades se conocieron después de que el presidente estadounidense Barack Obama asegurara que se enteró por la prensa de que su país estaba espiando a algunos líderes mundiales, afirmando que no tenía conocimiento de esas prácticas pese a su cargo de jefe de Estado.

Ya son tres los países europeos que han reclamado explicaciones a Estados Unidos y han convocado a los embajadores de Washington en sus capitales: primero fue Francia, luego Alemania y por último España. Desde la Comisión Europea se han emitido duras respuestas a las filtraciones sobre el espionaje, y la vicepresidenta y comisaria de Justicia de ese organismo, Viviane Reding, afirmó que estas revelaciones han dañado las relaciones entre Estados Unidos y la Unión Europea. No se descarta que esto pueda incluso afectar las negociaciones entre ambas partes hacia un acuerdo de libre comercio, lo que Washington calificó de “lamentable”.

A las repercusiones europeas se suman las brasileñas. El gobierno de Dilma Rousseff, que inició una investigación sobre el espionaje meses atrás, despidió la semana pasada a un agente de la Agencia Brasileña de Inteligencia que fue acusado de transmitir información a la CIA. El Poder Ejecutivo alemán también inició una investigación, y no se descarta que pueda terminar en despidos si se descubre que algún agente de Inteligencia o diplomático facilitó información reservada a Estados Unidos.

Las repercusiones del caso siguen en aumento, ya que Brasil y Alemania anunciaron que presentarán esta semana un borrador de resolución para que la Asamblea General de las Naciones Unidas se pronuncie contra el espionaje y por la protección de la privacidad.