“Esperamos que las FARC estén a la altura del momento histórico”, dijo el jefe de los negociadores del gobierno, Humberto de la Calle, en una conferencia de prensa que dio en La Habana. Allí invitó públicamente a la guerrilla a “demostrar con hechos” que “todavía existe” voluntad de paz de su parte. De la Calle aseguró que las FARC se han dedicado a incluir en el diálogo temas que no forman parte de la agenda pactada, “al punto de que algunos dicen en Colombia que ya están haciendo política sin haberse desarmado”. De esta forma, aseguró, “lo que se ha logrado es confundir a los colombianos sobre el propósito de las conversaciones, haciendo que pierdan apoyo en la opinión pública”.
Las conversaciones también perdieron respaldo por su “lento avance”, insistió De la Calle, antes de asegurar que “es momento de avanzar con mayor celeridad en este proceso”, para lo cual es necesario concentrarse en la agenda pactada.
En mayo se anunció que las FARC y el gobierno habían alcanzado un acuerdo sobre el primero de los seis puntos de la agenda que habían pactado. Desde ese entonces, las conversaciones, que supuestamente continúan con el tema de la integración política de los guerrilleros desmovilizados, parecen trancadas.
Las FARC manifestaron, mediante un comunicado difundido en la Agencia de Noticias Nueva Colombia (Anncol) -con base en Estocolmo y a la que el oficialismo acusa de respaldar a las FARC-, que es el gobierno de Santos el que tiene la responsabilidad de que no se escape esta posibilidad para la paz “porque posee en sus manos la decisión de los cambios [...] de atender el clamor de un pueblo que exige paz con justicia social”.
Afirman que presentaron 100 propuestas para la participación política, que respondieron a las inquietudes del gobierno y que estuvieron pendientes de “destrabar disensos”, mostrando una “absoluta voluntad de reconciliación”, por lo cual, concluyen, “no es sensato que se pretenda mostrar a la insurgencia como la parte del diálogo que frena los ritmos para el avance del proceso”.
El mismo día en que se publicó el comunicado, Anncol reproducía también una columna de opinión del diario El Espectador en la que se sostenía que el gobierno cumplió con sus promesas a los campesinos y que “firma acuerdos que después desconoce”. Respaldar las movilizaciones sociales, que dejan claro que no sólo la guerrilla está disconforme con el gobierno, es otro frente de acción de las FARC. En esa línea, el grupo critica en su comunicado “el tratamiento represivo que se le da a la protesta ciudadana”.
También Santos tiene otro frente: conseguir la mayor cantidad de respaldos políticos en el proceso de paz. Los medios colombianos aseguran que quiere convertirse en “el presidente de la paz” y que para ello necesita que las conversaciones continúen, esté o no él al frente del próximo gobierno. En este marco es que avanza la propuesta de celebrar un referéndum junto a las elecciones nacionales para que eventuales acuerdos sean votados por la ciudadanía. Se trata, entre otras cosas, de un recurso del gobierno para tantear la situación y saber con qué respaldo político cuenta la posibilidad de la paz.
Pero el gobierno y la guerrilla no se encuentran solamente en las mesas de negociación en La Habana, sino que también mantienen los enfrentamientos que existían antes del diálogo. Mientras que las FARC continúan con sus ataques armados, el gobierno anunció el miércoles la conformación de un Comando Conjunto de 50.000 militares para combatir los bloques Sur y Oriental de la guerrilla. Esta decisión fue criticada por las FARC en La Habana: la calificaron de “desafortunada” y dijeron que no entendían que se la adoptara en un contexto de conversaciones de paz.