“Una facción de un partido de una cámara de una rama del gobierno no puede cerrar la administración pública sólo para intentar cambiar el resultado de unas elecciones”, advirtió el presidente estadounidense, Barack Obama, horas antes de que los republicanos causaran el cierre del gobierno insistiendo en trancar la reforma sanitaria.

Ayer cerraba el año fiscal estadounidense para aprobar un nuevo presupuesto de la administración pública, lo que está en manos del Congreso, y la situación en el Congreso parece ser desde el fin de semana un ping pong de proyectos presupuestales.

Las cámaras están divididas -con mayoría demócrata en el Senado y republicana en Diputados- y la oposición aprovecha oportunidades como ésta para forzar al gobierno a hacer concesiones a cambio de que se logre aprobar el presupuesto global. Pero en esta ocasión el embate republicano fue más fuerte.

Los opositores exigieron primero que no se incluyeran en el presupuesto fondos para poner en práctica la reforma sanitaria, que comenzaría a aplicarse en su mayor parte ayer y totalmente desde el 1º de enero, y en segunda instancia, pidieron que se retrasara la aplicación del presupuesto para la reforma. El Senado se negó a condicionar a la voluntad de los republicanos una ley que fue sancionada en ambas cámaras, promulgada por Obama y ratificada como constitucional por la Suprema Corte de Justicia.

Ayer de mañana hubo una nueva ronda parlamentaria. En esta ocasión la Cámara de Representantes pidió conformar un comité bicameral para zanjar diferencias, pero también condicionó el resultado de ese ámbito a una suspensión en la aplicación de la reforma sanitaria. El Senado volvió a rechazar la propuesta y el líder de la mayoría demócrata, Harry Reid, aseguró que su partido no negociará sobre este tema. Además responsabilizó a los “radicales” del Tea Party por la paralización de la administración pública. El líder de los republicanos en el Senado, Mitch McConnel, criticó el “rechazo obstinado” de los demócratas ante las iniciativas que llegan de Diputados.

Este cierre “no tiene que ver con los déficits ni con el presupuesto. Tiene que ver con torpedear nuestros esfuerzos para proveer de seguro de salud a los que no lo tienen [...] sólo porque no les gusta una ley”, dijo ayer Obama en una conferencia en la que urgió a los republicanos a “reabrir” la administración pública. “Sé que es extraño que un partido ponga en el centro de su agenda mantener a los ciudadanos sin seguro médico, pero aparentemente es así”, concluyó.

También advirtió: “La última vez que los republicanos cerraron el gobierno […] dañaron la economía. A diferencia de 1996, nuestra economía hoy todavía se está recuperando de la peor recesión en generaciones”.

Amigos del té

Fue efectivamente la firmeza del Tea Party la que empujó a los republicanos a adoptar una postura de rechazo tan contundente a la reforma sanitaria, aprobada en 2010.

Desde 1976 hubo 17 ocasiones en las que Estados Unidos quedó paralizado porque el Congreso no logró aprobar el presupuesto. En ninguno de esos casos ocurrió porque la oposición exigiera que se dejara de aplicar una ley. Pero esta vez se impuso la postura radical del Tea Party, que irrumpió con fuerza en las cámaras en las elecciones legislativas de 2010. A los integrantes de ese movimiento no les inquieta que los demócratas, y también algunos republicanos, los señalen como responsables de la crisis política: ellos se comprometieron a hacer todo lo posible para derogar la reforma sanitaria y en eso están.

Muchos demócratas y republicanos dirigen sus críticas al presidente de la cámara baja y líder de los conservadores moderados, John Boehner. Le exigen que frene al Tea Party y proponga la votación de un proyecto de extensión del presupuesto sin condiciones a la reforma sanitaria. Aseguran que una iniciativa de este tipo contaría con la mayoría de los votos al sumar a demócratas y republicanos moderados. Sin embargo, Boehner no ha dado ese paso.

Por motivos políticos

La lógica del shutdown, como se conoce en Estados Unidos al cierre parcial de la administración, implica que el gobierno se quedó ayer sin dinero para pagar lo que corresponde al ciclo octubre 2013-2014, por lo que 800.000 de los dos millones de empleados públicos saldrán de licencia sin goce de sueldo hasta que se retomen las actividades con normalidad, luego de un acuerdo en el Congreso. No significa que los trabajadores dejen de recibir su sueldo correspondiente a lo trabajado en setiembre, pero será difícil pagarles a quienes están trabajando si no se alcanza un acuerdo en el corto plazo.

Ayer los diputados Jim Moran (demócrata) y Frank Wolf (republicano) presentaron un proyecto de ley para que los funcionarios considerados no esenciales que fueron licenciados sin goce de sueldo cobren completo su salario de octubre.

Desde los parques nacionales y museos hasta centros de investigación como la NASA, pasando por la Casa Blanca, se vieron afectados por este cierre de actividades. El lunes el gobierno pidió a los distintos órganos que definieran cuál era el personal esencial para su funcionamiento, porque el resto quedaría liberado.

Así, por ejemplo, los civiles que trabajan en las distintas instituciones de Defensa dejaron de cumplir las tareas, pero no así el personal militar; en la Justicia los tribunales penales siguen funcionando, pero los civiles pueden sufrir demoras. Las embajadas, las escuelas públicas, los hospitales, el correo y el control de tráfico aéreo continuarán operando normalmente. La emisión de visados también se procesa con normalidad, aunque los pedidos de pasaportes para salir de Estados Unidos pueden tener algunos retrasos.

Tiempo indeterminado

El más largo de los cierres de la administración pública duró 21 días y fue el que se extendió desde fines de 1995 a comienzos de 1996, durante la administración de Bill Clinton. Se debió a un enfrentamiento entre la propuesta de presupuesto de la Casa Blanca y los recortes fiscales que los republicanos querían hacer.

El presupuesto finalmente fue aprobado, Clinton se salió con la suya y explotó ese cierre durante la campaña para las elecciones de 1996, en las que fue reelecto. No se descarta que los demócratas puedan aprovechar esta situación para ganar votos en las legislativas de 2014. Según las distintas encuestas publicadas en los últimos días, la mayoría de los estadounidenses responsabiliza a los republicanos por el cierre de la administración pública.

Pero lo peor podría estar por venir, ya que el jueves 17 el gobierno debe votar una ampliación del techo de deuda. Si en esa instancia no se llega a un acuerdo, el país puede entrar en el cese del pago de préstamos y caer en default, lo que podría causar, entre otras cosas, el aumento de los bonos del tesoro, una crisis en el sistema financiero y el fin del acceso a crédito.