Franco Parisi podría confundirse con una figura más de la derecha de Chile, como Sebastián Piñera o Evelyn Matthei: es ingeniero comercial, se desempeñó especialmente en el sector privado y es rico. Pero hay una diferencia fundamental, que Parisi se ocupa de subrayar: él no es político. A diferencia de Piñera o Matthei, no acompañó su actividad privada con la pública. “No le pedimos permiso a ningún grupo político, a ningún grupo económico [...] llegó el tiempo de la gente y no de la elite política”, decía Parisi en agosto, cuando presentó las firmas necesarias para inscribir su candidatura independiente.

Después de hacer una carrera académica en la Universidad de Chile, donde estudió y obtuvo un doctorado en Finanzas, en los últimos años se hizo conocido por aparecer cada vez más seguido en televisión haciendo el papel de economista campechano que explicaba las noticias económicas en un lenguaje comprensible para la mayoría de la gente.

El discurso “apolítico” de un candidato “para la gente” rompió algunos esquemas en Chile, donde incluso los candidatos más críticos con el sistema político se presentan a las elecciones en el marco de partidos, sean éstos más o menos tradicionales. Una de las excepciones a esta norma fue la de Marco Enríquez-Ominami. Si bien su intención en las elecciones de 2009 fue presentarse en el marco del Partido Socialista, tuvo que renunciar a él y convertirse en independiente porque la formación no lo postuló. Este candidato -ME-O, como se lo conoce en Chile- quedó tercero en las elecciones con 20% de los votos y después de los comicios fundó el Partido Progresista. Hoy es el candidato presidencial de esa formación y su intención de voto no supera 10% en ninguna de las encuestas.

Parisi no ha manejado la posibilidad de fundar un nuevo partido, pero su candidatura ha tenido un papel similar al que tuvo la de ME-O en 2009. Desde el centro hasta la derecha distintas figuras oficialistas se fueron acercando a su campaña, pese a los intentos por disimularlo que hicieron, hasta ahora, los partidos tradicionales de la derecha, Renovación Nacional (RN) y la Unión Demócrata Independiente (UDI).

Mirando a otro lado

Hasta hace una semana, la derecha hizo oídos sordos a la campaña de Parisi, pero esa estrategia no consiguió que él dejara de crecer en las encuestas hasta pisarle los talones a la candidata oficialista, Evelyn Matthei, a quien respaldan RN y la UDI, que hoy gobiernan.

En cualquier caso, incluso los directores de las empresas encuestadoras advierten que los resultados de los estudios sobre intención de voto no son concluyentes, en especial porque son las primeras elecciones presidenciales en las que el voto no es obligatorio, por lo que existen fuertes dudas sobre cuál será la participación. Por eso los sondeos más elaborados se presentan como tres encuestas: en una de ellas se procesan las respuestas de quienes dicen que es seguro que irán a votar, en otra las de quienes probablemente vayan a votar y en una última las de quienes quizá voten.

En todas ellas se mantienen Bachelet en primer lugar, Matthei en segundo y Parisi en tercero, seguido de lejos por ME-O. Pero si a las dudas sobre la participación se suma el hecho de que 12% de los votantes se declara indeciso, los resultados de los estudios de opinión no parecen mucho más que aproximaciones.

Estos elementos, que impiden que hoy se asegure con certeza si habrá o no segunda vuelta, hacen casi imposible que se afirme que Matthei sería una de las dos protagonistas de una eventual segunda vuelta, en particular si se considera que en la mayoría de los casos los indecisos han demostrado una tendencia a inclinarse hacia la derecha. “Son el voto escondido de derecha”, aseguró a Radio Cooperativa Claudio Fuentes Saavedra, director del Instituto de Investigación de Ciencias Sociales de la Universidad Diego Portales. Fuentes subrayó que hay otro factor fundamental a tener en cuenta: sólo un tercio de quienes respaldan el gobierno de Piñera votaría por Matthei, lo que permite pensar que la mayoría de esos indecisos se volcaría hacia Parisi.

Con o sin segunda

En todo caso, la diferencia entre Matthei y Parisi es de entre tres y cuatro puntos porcentuales, según la última encuesta publicada, la de la Universidad Diego Portales, que agrega que en una eventual definición con Bachelet, Matthei obtendría 17,2% y Parisi 18,8%. Sin embargo, otros sondeos auguran una diferencia mayor entre los candidatos de derecha, de hasta 13%.

Lo incierto de estas distancias queda en evidencia cuando algunos de los dirigentes de la campaña de Matthei comienzan a mirar hacia el lado de Parisi. Es el caso, por ejemplo, de Raúl Meza, de RN, y de Pablo Zalaquett, de la UDI.

Los dirigentes de las cúpulas partidarias descartan que haya fisuras en sus filas, o que algunas de sus figuras estén apoyando al candidato independiente, pero cada vez es más claro que sí lo hacen, y Parisi parece estar incidiendo en eso. Por ejemplo, cuando días atrás afirmó que su jefe programático es el senador de RN Antonio Horvath. El aludido aclaró que él se limita a “desarrollar un programa de gobierno” y que por respeto a su partido no puede llamar a votar por Parisi, pero sí participar en su campaña.

El anuncio generó una fuerte molestia en RN, en particular porque no hubo una notificación previa de parte de Horvath y porque días antes el presidente del partido, Carlos Larraín, había mantenido una reunión con él para pedirle que tuviera un rol más acotado en la campaña de Parisi.

Aun así se descarta que se adopten sanciones contra Horvath, pese a que en los estatutos de la agrupación se establece que “el dirigente que trabaje por un candidato distinto a los inscritos por el partido será sancionado con la expulsión”, según señaló el diario La Tercera. La decisión de no sancionarlo podría tener un objetivo político: el secretario general de RN, Mario Desbordes, subrayó que es necesario “mantener la mejor de las relaciones” con Parisi y su equipo. Argumentó: “Vamos a necesitar los votos de Parisi en segunda vuelta [...] no sé si a él, pero sí a la gente que va a votar por él en primera vuelta”.

El mismo argumento se impuso en el equipo de campaña de Matthei. Después de criticar la encuesta de la Universidad Diego Portales porque le da “la mitad del porcentaje” que otros sondeos, su jefe programático, Felipe Morandé, señaló: “Cuando se plantee la segunda vuelta entre Michelle Bachelet y Evelyn Matthei, va a haber que apelar a sus votantes [los de Parisi] para que vayan a votar”.

Pero la candidata parece no haber recibido el mensaje, y el fin de semana denunció que Parisi “se apropió” de más de 500 millones de pesos chilenos de los trabajadores de dos colegios -La Fontaine y Las Américas- que administró en 2011 y 2012 en sociedad con su hermano, Antonino Parisi. Éste es un caso que la Justicia investiga por una denuncia por “graves falencias financieras” que presentó la masonería, la Gran Logia de Chile, que es propietaria de las instituciones.

Matthei aseguró que tiene documentos que demuestran su denuncia y Parisi no tardó en responder. Negó tener responsabilidad penal y dijo que se trata de “otra mentira más de la señora Matthei”, antes de anunciar que le iniciará acciones penales por injurias y calumnias. El jefe de campaña de Parisi, Dino Villegas, aseguró que se trata de una movida de la candidata oficialista para intentar destruir al independiente y dijo a El Mercurio: “Imagínate lo que le pasa a Matthei, que ha hecho toda su vida en la política, hija de un general, que siempre ha luchado por tener poder [...] que venga un independiente, sin partidos ni grupos económicos, y le diga ‘te estamos ganando’. Obviamente le dolió”.