El lunes 28 le costaba creer que en diciembre asumirá en la legislatura porteña con una lista armada 45 días antes. Un Pablo Ferreyra despeinado y visiblemente cansado, aunque distendido, recibió a la diaria en un pequeño apartamento del centro de Buenos Aires, alquilado para servir de base a la lista Alternativa Popular. Allí se podía ver un pizarrón en el que estaba dibujado el esquema de la presencia de fiscales de mesa en los centros de votación de la ciudad, y quedaban a la vista todavía torres de listas y folletos.

Pablo es hermano de Mariano, un dirigente del Partido Obrero de 23 años asesinado en 2010, durante una manifestación de trabajadores tercerizados de la línea de ferrocarril Roca.

-¿Qué es Alternativa Popular?

-Ante las posibilidades de que yo encabezara una lista colectora, que brindó parte de sus votos a [los candidatos kirchneristas Daniel] Filmus y [Juan] Cabandié en Capital Federal, se pensó en un sello, un nombre que involucró a dos partidos: el Partido Comunista y el Frente Progresista Popular [liderado por el diputado porteño Aníbal Ibarra, jefe de gobierno porteño 2000-2006], a los que se suman una cantidad de colectivos de la Capital Federal que no tienen representación partidaria pero que se incluyeron detrás de este nombre genérico.

-¿Cuáles son algunos de los principales colectivos que integraron esa lista?

-Te voy nombrando y te explico cada uno. Para empezar, la organización que más presencia tuvo es una que se llama El Gleyzer, de la zona sur de la ciudad, de diferentes comunas, que no proviene del kirchnerisno sino de un sector de la izquierda más relacionado con lo latinoamericano, con Hugo Chávez, y que impulsa políticas de unidad latinoamericana. También está La Kiki Lezcano, que es una agrupación de la villa 20 de Lugano, que visibilizó un caso de gatillo fácil en Capital Federal por el que murió un pibe llamado Kiki Lezcano, asesinado por la Policía. Así surgió ese movimiento, que tiene mucha influencia en los estudiantes de secundaria. También está la [Corriente] 17 de Agosto, que es una agrupación peronista, también del sur de la ciudad, y que trabaja mucho la problemática de la vivienda. Además participa la organización La Colectiva, de militantes de género que defienden el derecho al aborto y luchan en contra de la violencia de género y un montón de causas más. [Se fija en uno de los folletos que tiene a mano y sigue]. También participa la Scalabrini Ortiz, una agrupación que proviene de Unidos y Organizados y que nuclea a los militantes jóvenes del kirchnerismo. [Continúa citando algunos sindicatos, organizaciones de intelectuales kirchneristas y otras personalidades que lo apoyan].

-¿Esta lista surgió en torno a tu 
candidatura?

-Eso. Mi candidatura es una síntesis de las posiciones políticas de todos los integrantes, pero es una lista que surgió hace 45 días. Es muy novedosa; orgánicamente, no funciona como un frente. Se nucleó en torno a la candidatura. Ahora, como la elección fue muy buena para nosotros -no sólo por haber entrado como legislador, sino por los números que sacamos- vamos a pensar en darle una permanencia, un espacio político para actuar de acá a 2015, cuando se celebren las próximas elecciones a jefe de gobierno [de la Ciudad de Buenos Aires].

-¿Por qué optaste por una lista que no está del todo integrada al 
kirchnerismo?

-Estamos adentro, en algún aspecto, porque apoyamos una lista de candidatos a diputados y senadores, pero preferimos mantenernos dialogando con el kirchnerismo. Gran parte de los que estamos en la lista somos kirchneristas. Pero yo prefería mantener un nucleamiento que desde mi punto de vista nos permite agrandar la base que sustenta el kirchnerismo en la ciudad de Buenos Aires. Hay muchas agrupaciones que están en la lista que no son kirchneristas, que se sienten más cómodas con la holgura que nos permite una lista con agenda propia. Tenemos una agenda fuerte en vivienda, en salud, en educación, planteamos problemáticas que no plantearía la lista oficial o que no se tocan en la campaña oficial, como la del aborto, la de la despenalización de la marihuana. Son diferentes cosas que nos dan características especiales, y creo que mantener autonomía e identidad propia nos permite sacar más provecho, expresarnos mejor, y que los compañeros que están militando con nosotros se sientan más cómodos.

-¿Cómo les gustaría llegar a 2015? ¿Pensás ser candidato a algo más que legislador porteño?

-Yo creo que si a este espacio político se le da continuidad, tiene que pensar los próximos dos años como muy activos y tiene que lograr enfrentar al Pro [Propuesta Republicana, de derecha, el partido del jefe de gobierno porteño, Mauricio Macri], con medidas de gestión reales: impulsar leyes en la legislatura y toda medida -por ejemplo movilizaciones- que puedan demostrar que el Pro tiene agotada su experiencia en Capital Federal y que no puede ser mucho más que un partido vecinal. Ahí vamos a dar la pelea dentro y fuera de la legislatura. Habrá que ver de acá a 2015 cuál será la mejor manera para recuperar la Ciudad de Buenos Aires de manos del Pro. Puede ser presentándose a un cargo o proponiendo a otros compañeros. Lo interesante es que en dos años, si logramos mantener una voz propia e impulsar algunas medidas, podemos participar en las elecciones a jefe de gobierno como fuerza política, o apoyar a alguno de los candidatos que aparezcan en el momento.

-¿Cuál es la primera medida que esperás impulsar como legislador?

-Un plan integral de vivienda, que no sólo abarque lo que respecta a la integración urbana de las villas de la Ciudad de Buenos Aires -desde construir centros comunitarios y sociales hasta la llegada de infraestructura, de agua potable y cloacas-, sino también entender que esa problemática que estalla más fuerte en los sectores populares viene encadenada a los sectores medios, que no tienen acceso a una vivienda. Acá hay unas 350.000 familias que alquilan y unas 350.000 viviendas sin uso y ociosas, que se utilizan para la especulación inmobiliaria. Entonces, nuestra idea es que los que no tienen la posibilidad de acceder a un crédito (porque es muy costoso, exige muchos requisitos y una inversión previa bastante grande), tengan acceso a una tasa preferencial, con créditos blandos que salgan de un impuesto a la vivienda ociosa. Se crearía un impuesto a las viviendas desocupadas que sería progresivo e iría aumentando con el correr de los años durante los que la construcción permanezca vacía, y sería pagado por los propietarios. Ese impuesto alimentaría un fondo que diera la posibilidad de dar créditos para la primera vivienda de gente joven y para familias de sectores medios y bajos. Encadenado a eso está el plan de avanzar con la urbanización de la villa. Ese plan sería una de las medidas. Hay que trabajar en políticas públicas de salud y educación, de trabajo, sectores muy vulnerados acá. Pero te diría que otra cosa que me interesa impulsar es una línea abierta, una consejería pre y pos aborto que asesore a las mujeres.

-En Uruguay se hacía ese tipo de consultas antes de que se aprobara una ley al respecto.

-Claro. De hecho, en los hospitales, los médicos asesoran y ayudan a abortar. El problema es que está estigmatizada la mujer, el médico es penado… Los médicos no te quieren recetar misoprostol, que se utiliza para abortar, porque pueden tener problemas, así que lo tenés que comprar y esto es difícil para los sectores populares, además de peligroso. Acá, aunque hay debate, todavía no se logra avanzar hacia la despenalización del aborto en la Ciudad de Buenos Aires. La idea de esas consejerías es que las mujeres puedan asesorarse y puedan tener siempre del otro lado una voz que las escuche y acompañe. Me parece algo realizable, con un call center, por ejemplo. De esta manera se avanzaría un poco. Es muy difícil eso en esta ciudad, porque el Pro es muy conservador.

-¿Cómo leés el resultado de las elecciones legislativas?

-Es preocupante, porque si bien el kirchnerismo sigue conservando la primera minoría [en el Legislativo porteño], hay sectores que crecen y que representan un programa de centroderecha, desde mi punto de vista: el massismo [de Sergio Massa, ex kirchnerista], [el gobernador José Manuel] de la Sota en Córdoba. Hay muchos sectores que van creciendo al calor de un peronismo más de centroderecha o de derecha, y hay un Frente para la Victoria al que le ha costado mantener la hegemonía. La elección de Insaurralde fue mala. En Capital Federal no se hizo una mala elección, pero Filmus tampoco logró entrar como senador [nacional por la ciudad]. Para mí, lo que se debería hacer es volver al carácter transversal y frentista que tuvo el kirchnerismo. Con nuestra lista, en la ciudad de Buenos Aires, se demostró que se sigue dando.

-¿Hay demasiado centralismo?

-No sé si es centralismo, pero es algo así. La idea es recuperar una agenda más amplia para expandir la base que sostiene al kirchnerismo. Me parece que cerrándose sobre opciones solamente del Frente para la Victoria o variantes similares, no vamos a poder frenar el desgaste, y que se vea como novedoso a Massa. Él representa una continuidad, por momentos, porque no se puede decir que es un opositor acérrimo al gobierno.

-No cuestiona todo del gobierno.

-No cuestiona, pero ahí está el riesgo. Parece una continuidad pero, a la vez, en las realidades más profundas, estructurales, o en los guiños más ideológicos, creo que se nota que como proyecto político termina tributando sobre sectores de derecha. La protección de los multimedios hegemónicos con Massa es fuerte. También se le nota que está muy nutrido de Clarín, cercano a la Embajada de Estados Unidos. Todas estas relaciones hacen que Massa se transforme en un candidato muy bien preparado para esta coyuntura, que ha sabido interpretar el desgaste y el hastío de la gente. Si el kirchnerismo no logra recuperar cierta iniciativa política en estos dos años que quedan antes de las elecciones, Massa se transforma en candidato presidenciable. Para mí, Massa representa un retroceso fuerte respecto de estos diez años, porque se presenta como una continuidad pero desideologizado. Ahí está el asunto. Se presenta como menos confrontativo en una sociedad como la argentina, donde muchas de las conquistas se logran confrontando con otros sectores económicos y políticos. Las fuerzas progresistas están menguando y hay que buscar estrategias. Acá en Capital Federal, la estrategia no fue mala. Para mí, habernos aliado muestra que el peronismo muchas veces tiene una vocación frentista. Ahora, los posibles sucesores tampoco me conforman. Daniel Scioli no me representa.

-¿El problema viene por ahí? ¿La gente no ve hacia dónde va el Frente para la Victoria?

-Hay que dar señales más claras y mostrar que la iniciativa que siempre tuvo este proyecto político fue con una dinámica por la izquierda. Si se deja de mostrar eso y si se piensa que el que va a suceder a Cristina [Fernández, la presidenta] es Scioli, hay una gran parte de los jóvenes que crecimos con este proyecto y otros más jóvenes todavía, que crecieron en estos diez años, que no van a estar conformes. Pero bueno, todavía es una interrogante. No se sabe quién la va a suceder. Yo creo que se va a vivir una crisis grande en la interna del peronismo. Habrá que ver si existe la posibilidad de generar un candidato del riñón más íntimo del kirchnerismo. Ojalá. Pero nunca se sabe.

-Algo que te dio a conocer fue la muerte de tu hermano menor, 
Mariano.

-Sí, la verdad es que fue así. Yo era militante de base, milité un tiempo en la izquierda trotskista. Milité casi dos años junto a él, en el Partido Obrero. Después no milité más, acerqué posiciones al kirchnerismo y después tuve una militancia no orgánica, como cualquier ciudadano que apoya a un gobierno, que sale a defender. La visibilidad que adquiero es a partir de la muerte de Mariano. Pensé que era necesario poner una voz familiar dentro de una discusión que se estaba dando entre el gobierno y el Partido Obrero. Me pareció interesante presentar una posición más íntima, pero a la vez también política, que pudiera estar gravitando entre esas dos posiciones más fuertes. A partir de eso se me conoce públicamente.

-A tres años de la muerte de Mariano, el 10 de octubre 2010, ¿hubo algún cambio?

-En algunos aspectos creo que sí. Se ha instalado la discusión sobre la tercerización de los trabajadores, sobre la violencia institucional; también la violencia policial, porque el Ministerio de Seguridad se creó después de la muerte de Mariano. Acerca del papel de los sindicatos todavía hay un debate, hay sectores sindicales que todavía son empresariales. Pero vimos que en dos años y poco la Justicia pudo resolver. El autor intelectual de su asesinato, [el ex secretario general de la Unión Ferroviaria, José] Pedraza, fue condenado a 15 años de cárcel, y otros fueron condenados a penas menores. Una de las cosas que hay que rever son los vínculos entre el poder y ciertos sindicatos que ejercen prácticas que van en contra de los derechos de los trabajadores.