Es una de las más “antiguas” figuras de la dirigencia estudiantil que ingresarán al Parlamento en marzo. Fue referente de ese movimiento a partir de 2005, y a fines de 2010 integraba la vocería de la Confederación de Estudiantes de Chile, que reúne a las federaciones de las universidades chilenas, entre ellas la poderosa Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile (Fech). En 2011 estaba al frente del área estudiantil nacional de las Juventudes Comunistas.

Esta entrevista se hizo en Santiago de Chile, al día siguiente de su elección como diputada. Cuando la diaria llegó a la sede del Partido Comunista Chileno, un local céntrico de Santiago que no tiene cartel a la vista, y cuyo café estaba cerrado al público, la secretaria general de las Juventudes Comunistas, de 26 años, hacía un balance de la elección con sus compañeros. Un balance positivo, sin lugar a dudas. Cuando apareció, atrasada, en la sala donde la esperábamos, Cariola avisó -afónica por la campaña- que sólo podía disponer de 15 minutos, pero al final la entrevista duró más de media hora.

-Tu profesión es la de obstetra. ¿Cómo influye tu trabajo en la militancia?

-Sí, matrona es el título acá en Chile. Obstetría y Puericultura es una especialidad que no requiere estudiar Medicina previamente. Ejercí este trabajo durante tres años, desde que me titulé, y espero poder seguir ejerciéndolo, no sé cómo; hay que buscar las formas para compatibilizarlo. Pongo mis herramientas técnicas como profesional de la salud a disposición del servicio público. Eso me da la tranquilidad de que no me estoy alejando de mi profesión, y, aunque todavía no lo tengo definido, es probable que la primera medida que impulse como diputada tenga que ver con la salud.

-Con tu elección en la cámara baja se estrecha el parecido de tu recorrido político con el de Gladys Marín [ver nota vinculada]. ¿Te ves al frente del Partido Comunista algún día?

-Hay coincidencias en nuestra historia [sonríe] pero no es algo que siquiera haya pasado por mi cabeza. La verdad es que estoy disfrutando a concho [al máximo] esta etapa, que ha sido muy movida para mí. Hace dos años no me imaginaba que iba a ser diputada con 26 años, pero he asumido cada desafío con mucha entereza, mucha convicción, sobre todo cuando se trata de tareas partidarias. Estoy muy convencida de que éste es el espacio de desarrollo para mí, este partido es el que más me ha representado de los existentes en nuestro país y estoy a la cabeza de la Juventud Comunista de Chile, algo que me llena de orgullo. Quiero hacer eso bien y asumirlo con el desafío que significa ser, además, diputada.

-¿Qué es lo que te motiva?

-Se me fue generando una conciencia frente a la realidad que iba viendo. A medida que vas creciendo te vas haciendo más consciente de la desi- ualdad, de cómo hay oportunismo y discriminación hacia los estudiantes más pobres. Yo veía a los trabajadores... Mi abuelo era obrero, lo veía sacarse la mugre, trabajar mucho, hacer un gran esfuerzo por tener mejores condiciones de vida, pero no lo lograba porque la explotación de los trabajadores en Chile es brutal. Todas esas cosas fueron determinándome y poniéndome en la disposición de querer hacer cambios en nuestra sociedad. Eso se materializó en la militancia.

-Al ser diputada, vas a tener que ocuparte de temas que van más allá de la educación. ¿No existe el riesgo de dejar de lado tu lucha estudiantil?

-No, yo creo que es natural que los dirigentes sociales encuentren su nicho y su causa de lucha particular. Como dirigenta estudiantil puse el foco en la educación pública gratuita y de calidad. Sin embargo, también soy matrona, y como profesional de la salud tengo un apego tremendo a la importancia de la salud pública para nuestro país y lo deteriorada que está, producto del modelo neoliberal y de su privatización permanente. Por lo tanto también en eso hay un desafío que es gigante, hermoso e incluso más urgente, si se trata de hablar de prioridades. Todo está vinculado. Los derechos sociales han sido vulnerados, arrebatados de la mano del pueblo chileno, y hay que recuperarlos. Esa recuperación no pasa sólo por la educación o sólo por la salud, también se vincula la necesidad de una nueva Constitución, la redistribución de los recursos, la reforma tributaria. Todos estos puntos son la columna vertebral de las medidas que nosotros queremos llevar adelante e impulsar desde el Congreso.

-Melissa Sepúlveda, que acaba de ser electa al frente de la Fech, también viene del mundo de la salud [estudia Medicina], pero considera que la solución no está en el Congreso sino en el fortalecimiento de la sociedad civil. ¿Cómo ves esa postura? Has dicho que pensás mantener una doble presencia, en Diputados y en la calle.

-Absolutamente. Pienso mantener dos pies en la calle y dos pies en la cámara. Digo dos y dos porque pienso estar de lleno en ambas partes. Creo que hoy en día esta contradicción es falsa y muy favorable a la derecha. Ellos quisieran, desde sus posiciones gremialistas [en referencia al partido derechista Unión Demócrata Independiente, de la candidata presidencial oficialista Evelyn Matthei], que lo social no se vincule con lo político y viceversa, porque la síntesis de esos dos elementos hacen mucha fuerza. Creo que ésa es la receta para generar cambios estructurales. Por eso asumimos el desafío de pasar de la galería a la cancha. Yo respeto la visión de Melissa, ella representa a un sector de ultraizquierda. Además, el ímpetu del estudiantado viene con una fuerza y una rebeldía quizá un poco menos canalizada, pero que también tiene que desencadenar en algo. Luchamos muchos años de esa forma, estuvimos sólo en la calle, desconociendo y cuestionando la institucionalidad. Por muchos años también buscamos la salida a nuestro conflicto, pero no encontrábamos los espacios y nos cerraron las puertas. Por eso tomamos la decisión ya que tomamos tantos espacios físicos: las universidades, los colegios, incluso las calles-, de tomar el Congreso también. Para poder hacer cambios hay que estar adentro, sin dejar de estar afuera. Es ahí donde nosotros queremos marcar la nueva forma de hacer política: que el rol de la institucionalidad, el poder político, no desconozca el rol de la sociedad civil. Yo sigo siendo sociedad civil, sigo siendo parte del movimiento social. Que nadie lo desconozca: yo me voy a permitir el derecho de estar en el movimiento social y de seguir sintiéndome parte.

-La propia Concertación, antecesora de Nueva Mayoría, le pidió al movimiento social que bajara el tono al inicio de la transición democrática.

-Sí, pero era un contexto distinto y no lo quiero justificar. No estuve de acuerdo y fui oposición a la Concertación y a esa política conservadora y obstructiva del movimiento social. Sin embargo, también hay que entender que era otro momento político e histórico. Esta transición venía de la dictadura, por lo tanto el temor y el llamado a mantener la calma eran por no querer volver a la dictadura. Eso yo lo entendía hasta los diez primeros años, pero ya cuando pasaron 20, las cosas se empezaron a tornar distintas. Ahí es donde la intencionalidad nos molestó. Eso es lo que estamos denunciando, y por eso en 2011 la movilización social tomó tanta fuerza. En 2005 nosotros tuvimos una de las movilizaciones más grandes a nivel estudiantil universitario. Fue una acumulación de descontento de por lo menos ocho o nueve años, hasta llegar a 2011, cuando se dio la máxima explosión de un proceso que se venía cocinando. Esto ahora se decanta en el inicio de una nueva etapa: creo que la transición política terminó, que fue muy larga y que eso responde a la falta de voluntad política por parte de los sectores de la Concertación, sobre todo los más conservadores. Ahora nosotros vinimos a terminar con esta manera de hacer las cosas.

-¿Cómo lo pueden hacer en un espacio de gobierno compartido con la Democracia Cristiana, el sector más conservador?

-Mira, no es fácil, la disputa no es solamente hacia la derecha. También va a haber posiciones internas muy conservadoras. Pero no me caben dudas de que en este momento la configuración de fuerzas en Nueva Mayoría es favorable a las posiciones de avanzada, las de la ciudadanía y del movimiento social. Vamos a insistir para que esas posturas tomen mayor fuerza. Hay diputados independientes que van a contribuir mucho en ese camino, Gabriel Boric y Giorgio Jackson [ambos provenientes del movimiento estudiantil], por ejemplo. Además nuestra representación, la de los comunistas, pasó de tres diputados a seis, a pesar del sistema electoral que fue diseñado para dejar excluidas a las fuerzas minoritarias. Entonces, nosotros creemos que la condición es distinta. Las manifestaciones tienen que ser contra los que realmente se están oponiendo a las transformaciones, y nosotros esperamos que no sea el gobierno. Vamos a trabajar para que sea así.

-Se dice que eras la más reacia entre los líderes del movimiento estudiantil a la hora de sumarte a Nueva Mayoría. ¿Cómo fue ese proceso?

-[Mira, riéndose, a su encargada de prensa]. Fue un proceso, sí. Es que también soy la más antigua, por decirlo de alguna forma. Me tocó vivir la parte de enfrentamiento más duro con la Concertación. En 2005 yo era dirigente estudiantil, en 2006 también. Nos tocó vivir una parte que ni Camila [Vallejo, ex presidenta de la Fech] ni Giorgio [Jackson, ex presidente de la Federación de Estudiantes de la Universidad Católica de Chile] vivieron con la misma fuerza, porque ellos tienen un año menos y estaban en otra etapa, estaban en la enseñanza media. Eso quizá pueda marcar la diferencia, pero no es que yo sea reacia, lo que no quería era que se firmaran cheques en blanco. Quería poner en el centro del debate que la determinación para ser parte de una alianza como Nueva Mayoría fuera el programa. Aquí no hay un compromiso por las personas, ni por el cariño, ni porque [Bachelet] me caiga bien. Michelle Bachelet me cae muy bien, me parece una gran persona, pero mi compromiso no es personal con ella, mi compromiso es con el programa político que encabeza y representa. Sobre todo, es con el pueblo chileno, y voy a estar como leona para defenderlo.

-¿Cómo pensás convencer a los que ya no creen en la política y en las instituciones?

-Lo que hay que mostrar es que cuando hay convicción, esfuerzo y trabajo, las cosas se pueden llevar adelante. ¿Qué más explícito que tener hoy en día diputados electos que provienen del movimiento social? La lucha que hemos dado ha cambiado el eje político del país. Chile vive una nueva etapa. Los mismos que decían que la educación gratuita no era posible lo tienen ahora en su programa de gobierno. Los mismos que decían que la reforma tributaria no era posible lo tienen en su programa.

-Para otros eso muestra que los políticos no dicen la verdad.

-Ahí está la desconfianza. No fue fácil que lo incorporaran en el programa de gobierno, y aquí no se trata de vender una pomada y que la gente la compre para después darse cuenta de que está vencida. Hoy en día la ciudadanía está mucho más despierta y mucho más activa frente a ese tipo de situaciones. El que crea que puede entregar una propuesta [de gobierno] y no cumplirla está subestimando la capacidad de movilización que tiene nuestro pueblo. Nosotros estamos dispuestos a estar en primera línea si los compromisos no se cumplen por voluntad política. Si no se cumplen por fuerzas mayores, porque la lucha interna se hace tan difícil que no pueden avanzar, porque la derecha se opone, si es por razones externas a nosotros, es distinto. Pero si no, vamos a ser los primeros en denunciarlo. Igual estoy esperanzada, porque cambiamos la correlación de fuerzas en el Congreso. Al menos en algunas materias constitucionales, los cambios se pueden hacer. Tenemos 68 diputados, más diputados independientes que yo sé que están a favor de esas transformaciones. Por lo tanto, si los compromisos no se cumplen por falta de voluntad, ni siquiera va a importar lo que yo voy a hacer, va a importar lo que haga el pueblo de Chile. Se va a levantar con toda la furia.

-¿Marcaste tu voto con las letras AC en reclamo de una Asamblea Constituyente?

-Marqué AC en el voto, sí. Estoy dispuesta a trabajar porque en esta segunda etapa [en el balotaje] se aumente el resultado. [En la primera vuelta] fue malo porque hubo una política de terror de la derecha: ellos amenazaron con objetar los votos marcados y en algunos lugares lo hicieron. Ya me parece tremendamente importante, sea cual sea la participación, que haya sido una iniciativa ciudadana porque no se le ocurrió a ningún partido, si no que fueron los ciudadanos los que decidieron- la que impuso la idea de que una Asamblea Constituyente es una forma de cambiar la Constitución. Creo que hay poca conciencia en la ciudadanía en general de lo importante que es cambiarla. Es otra tarea que tenemos que hacer en este proceso de concientización: la gente quiere resultados en el ahora y en el ya. Como decía anteriormente, el cambio de Constitución no arroja resultados inmediatos, pero está vinculado con cosas más concretas, como la salud y la educación.