El jueves a última hora, 23 senadores paraguayos evitaron que la Justicia investigara por corrupción y nepotismo al senador Víctor Bogado, por haber contratado a personas cercanas -incluso a la niñera de sus hijos- como trabajadores del Congreso. Eran necesarios 30 votos a favor del desafuero para que Bogado perdiera su inmunidad y pudiera comparecer en la causa.
La ola de indignación comenzó el viernes, con una manifestación en la que unas 3.000 personas marcharon con rollos de papel higiénico para “limpiar” al Congreso de corruptos. Los asistentes dijeron a la prensa local frases como “venimos a sacar a las ratas de adentro del Congreso”, “si estas cosas se vuelven normales y perdemos la capacidad de indignarnos todo se queda igual”, o “hace falta que la gente salga a la calle”.
También se convocó para mañana una caravana que culminará en la sede del Poder Legislativo. Todas estas iniciativas surgieron en las redes sociales identificadas con el hashtag #15NPY (la primera movilización fue el 15 de noviembre).
Pero no sólo los ciudadanos de a pie expresan su indignación: decenas de establecimientos comerciales se negaron a recibir en sus recintos a los 23 senadores que no acompañaron el desafuero. Restaurantes, shoppings, supermercados, gimnasios, sastrerías, lavanderías, estaciones de servicio -e incluso algunos eventos que se realizaron el fin de semana- se reservaron el “derecho de admisión” para no permitirles el ingreso, como el caso de un circuito de carreras automovilísticas: “En el Circuito Quiindy se prohíbe la entrada a los senarratas”, advertía un cartel que estuvo colgado en su puerta todo el fin de semana. También hubo algunos centros privados de salud que comunicaron su deseo de no atender a esos legisladores, pero aclararon que lo harían sólo por “humanidad”.
El presidente de la Unión de Gremios de la Producción, Ramón Sánchez, fue otro de los que se sumaron al repudio por la actitud “inadmisible” de los senadores “al no desaforar” a Bogado.
Durante el fin de semana también se sucedieron escraches contra “los 23”: el senador Óscar González Daher fue expulsado de una pizzería de la que era cliente desde hacía años; una de las mujeres que supuestamente fue beneficiada por Bogado, Alana Calvo, fue abucheada en un restaurante céntrico y tuvo que retirarse; el propio Bogado y su colega Enrique Bacchetta fueron insultados mientras participaban en un velorio.
Estas reacciones profundizaron la división que se evidenció durante la sesión de la cámara alta, ya que algunos se pronunciaron a favor y otros en contra de mantener la imnunidad a Bogado. Lilian Samaniego, presidenta del Partido Colorado -al que pertenecen tanto Bogado como el primer mandatario Horacio Cartes-, que hace sólo una semana festejaba la “unidad” de la “familia colorada”, fue una de las que sí dieron lugar al desafuero. Ayer aseguró que el “blindaje” a Bogado “afectó innecesariamente” la legitimidad del Senado. También Nicanor Duarte, ex presidente colorado y designado embajador de Paraguay en Argentina, criticó la decisión del cuerpo y aseguró que Bogado “debería haber renunciado a sus fueros”. Además, reconoció que hay “una crisis profunda de la democracia y, en el fondo, una crisis moral de la dirigencia”.
Sin embargo, la mayoría de los senadores se burlan de las medidas de repudio que enfrentan. Uno de ellos, José Manuel Bóbeda, de la Unión Nacional de Ciudadanos Éticos, dijo con ironía: “Imaginate que yo tengo tantas ganas de ir al supermercado siempre y ahora no puedo, tampoco puedo ir al cine”.