Entre los jóvenes competitivos que intentaron ser parte de un movimiento que sucediera a la derecha pinochetista y católica de Chile figura una sola mujer: Evelyn Matthei. La actual candidata oficialista a la presidencia tuvo altos y bajos en su carrera. Hace 11 años, el 7 de noviembre de 2002, renunciaba a su precandidatura por Renovación Nacional (RN) con un pedido de perdón a Sebastián Piñera, que todavía no se había convertido en presidente de Chile y que era su rival en la interna.

“Asumo plenamente mi responsabilidad en este lamentable episodio y pido perdón a Sebastián Piñera y muy especialmente a su familia, a los militantes y dirigentes de RN y a todos aquellos que depositaron su confianza en mí y a los cuales les he fallado”, dijo Matthei entonces.

Mucho antes de aquel episodio, vivió su niñez en distintas bases de la Fuerza Aérea de Chile porque su padre, Fernando Matthei, era militar. Por entonces fue vecina, en una base militar, de la ex presidenta Michelle Bachelet, a quien enfrentará en las elecciones del 17 de noviembre y cuyo padre, Alberto Bachelet, también era general de la Fuerza Aérea.

Ambas son de la misma generación (Matthei nació en 1953, Bachelet en 1951) y crecieron muy juntas. Además de que sus familias eran vecinas, sus padres eran muy amigos, a tal punto que cuando uno de los dos salía del país, el otro se quedaba a cargo de sus finanzas.

Ambas candidatas jugaron juntas cuando tenían entre cuatro y seis años, y aunque cada una llamara “tío” al padre de la otra, no cultivaron una amistad. Bachelet lo aclaró en una entrevista con el canal de televisión Chilevisión: “La verdad es que más allá de esas buenas amistades [de la niñez], nuestras vidas posteriores han sido muy diferentes”.

El golpe de Estado separó a las dos familias. Matthei -que había sido enviado al extranjero- apoyó el derrocamiento de Salvador Allende, mientras que Bachelet se opuso. Meses después, éste sería torturado y asesinado en la Academia de la Fuerza Aérea, mientras que su amigo dirigía ese centro. Años más tarde, Matthei patrocinaría el regreso de Michelle y su madre, Ángela Jeria, desde el exilio.

La investigación judicial que intentó determinar si Matthei estuvo involucrado en las torturas que sufrió Bachelet terminó hace sólo unos meses y la acusación fue desestimada. Tanto la madre de Bachelet como la candidata dijeron públicamente que no responsabilizaban a Fernando por la muerte de Alberto.

Etapas complicadas

Después de recibirse de economista en Reino Unido, Matthei volvió a su país y se vinculó con la Universidad Católica y otros ámbitos académicos, en los que conoció a quienes integrarían junto a ella la “patrulla juvenil” de la derecha chilena. Se los veía como la nueva derecha, menos pinochetista, menos católica, joven, renovadora. La integraban Piñera, Matthei, Andrés Allamand -ex ministro y ex precandidato a las elecciones por RN- y Alberto Espina, hoy senador. Eran todos muy jóvenes y muy competitivos, y las tensiones estaban a la orden del día.

El primero de los dos grandes escándalos que generaron comenzó el 23 de agosto de 1992 en un programa del canal Megavisión que se llamaba A eso de..., un periodístico político que solía marcar la pauta de lo que se hablaría en los días siguientes. El dueño del canal, que era también uno de los conductores del programa, Ricardo Claro, reprodujo al aire la grabación de una conversación entre Piñera, entonces senador y ya precandidato presidencial, y su amigo Pedro Pablo Díaz, quien también mantenía una amistad con otro de los conductores del programa, Jorge Andrés Richards.

La grabación muestra sus planes contra Matthei, entonces diputada y contendiente de Piñera en las internas de RN, que el fin de semana anterior había estado en A eso de.... Piñera insta a Díaz a que hable con Richards para dejar mal parada a Matthei en el programa, para dejarla como “una hueva débil, inestable, que va p’allá, que va p’acá”. “Pero con suavidad, no puede transformar a la Matthei en víctima”, advierte Piñera a su amigo. “La gracia es que trate elegantemente de dejarla como una cabrita chica, despistada, que está dando palos de ciego sin ninguna solidez”, instruye.

En respuesta, su amigo lo apoya y se burla de algunos aspectos de Matthei, como su voz “chillona”, y le asegura que Richards, el conductor del programa, “está dispuesto” a hacerle pasar un mal rato a la precandidata. “Me dijo [...] la voy a acorralar a esta huevona”, le cuenta en un momento a Piñera.

Matthei no la había pasado bien en el programa de la semana anterior, y Piñera no la pasó bien ese domingo en que se presentó la cinta. A partir de esa noche se tejieron eternas redes de intrigas sobre quién había grabado a Piñera y publicado la conversación. Las filtraciones y las declaraciones anónimas, que estuvieron a la orden del día, fueron develando la trama y Matthei pasó de víctima a victimaria: el Batallón de Inteligencia del Ejército, que espiaba las llamadas de líderes políticos, había entregado la cinta a la propia Matthei, quien la acercó al programa de televisión.

Fueron dos meses en los que la política chilena giró en torno a este tema. Mucho se escribió sobre el fin de las carreras políticas de ambos, sobre las repercusiones que esto tendría en el partido, que en ese entonces presidía Allamand y que no parecía controlar a ninguno de sus integrantes.

Sergio Onofre Jarpa, que había presidido RN hasta que fue sustituido por Allamand gracias a la presión de la “patrulla juvenil”, confesó en entrevista para el libro Piñera versus Matthei: “La culpa es nuestra [...] Encumbramos a dos personas sin historia partidista […], que no fueron quemando etapas. No lo hacen de malos que son [...] es el mundo de los negocios, sin piedad, donde la competencia es fuerte”.

El episodio tuvo efectos devastadores para Matthei y Piñera. Ambos renunciaron a sus precandidaturas y se alejaron por un tiempo de la primera línea política. La dirigente renunció a RN y se acercó a la Unión Demócrata Independiente (UDI), aunque no se afilió hasta 1999. Fue electa como independiente en los cargos de diputada en 1993 y de senadora en 1997.

Pero en el medio protagonizó otro escándalo: el llamado “caso drogas”. En una entrevista con el semanario Qué Pasa, en 1995, un ex ministro de la dictadura aseguró que parlamentarios y miembros del Ejecutivo se drogaban. Matthei lo respaldó en sus denuncias y lo apoyó en el proceso judicial que éste enfrentó, otorgándole testigos que afirmaban que habían escuchado que Allamand se drogaba. La propia Matthei aseguró al semanario: “No me cabe la menor duda de que hay parlamentarios que consumen drogas”. Esas denuncias le costaron caro a Allamand, que estaba por convertirse en precandidato de RN para las elecciones de 1997. Su nombre quedó fuera de esa competencia e incluso perdió en las legislativas y no pudo entrar al Senado, al que Matthei sí ingresó.

Tanto el “caso drogas” como el piñeragate fueron señalados por RN como intentos de la derecha pinochetista, también más vinculada al Ejército, de tumbar a la derecha más liberal que crecía en el partido.

Lo que vino después

Los enfrentamientos entre quienes integraron la “patrulla juvenil” continuaron cuando ya no eran tan jóvenes. En 2006 Piñera dijo al diario La Nación que “cada vez que Evelyn Matthei habla, le salen sapos y culebras desde el interior de la boca; es una mujer que está envenenada”. Matthei respondió y dijo de Piñera: “Con su individualismo y su falta de respeto provoca tanta desconfianza entre la gente que creo que nunca llegará a ser presidente de la República”.

Estas declaraciones cruzadas terminaron cuando creció la posibilidad de regresar al poder en las elecciones pasadas. Piñera nombró a Matthei ministra de Trabajo y a Allamand ministro de Defensa. Aunque ninguno aplaudió la nominación del otro, convivieron en el gabinete. Sus tensiones resurgieron tibiamente el año pasado, cuando comenzaron los debates internos sobre las candidaturas de la alianza de la derecha, formada por RN y la UDI, y se hicieron fuertes después de que el candidato que ganó las internas, Pablo Longueira, de RN, se retiró de la carrera presidencial por una depresión. La UDI propuso para sustituirlo a Matthei, lo que generó fuertes resistencias en RN. No en Piñera, quien aseguró que de los nombres que manejaba la UDI el de Matthei le parecía razonable. “Si es una mujer calma y tranquila, conciliadora, no [sirve para enfrentar a Bachelet]. Pero si es una mujer con fuerza, con pasión, con inteligencia, que realmente empuja las cosas, sí”, opinó el presidente.

Finalmente Matthei fue nombrada candidata única, aunque varios de sus correligionarios parecieron no haberse enterado. En esto tienen mucho que ver las suspicacias que despierta su personalidad y los escándalos que ha protagonizado. Es en este marco que su equipo de campaña se ve obligado a reclamar que la dirigencia de los partidos de la derecha diga presente en los actos de su candidata.

Matthei, que estuvo en las dos cámaras, estudió ingeniería comercial, está casada desde 1979 y es madre de tres hijos, se dirige ahora a una derrota casi segura en los comicios del 17 de noviembre. Dueña de una prepotencia y una libertad de vocabulario que la han llevado a enfrentarse verbalmente con periodistas, correligionarios y opositores, la dirigente se topará nuevamente con un escollo en una carrera política marcada por las contradicciones y el embate contra viento y marea para seguir ocupando los primeros lugares, esfuerzos que seguramente sea capaz de repetir, ya con 60 años -los cumplió el 11 de noviembre-, tras la probable derrota electoral.