Las milicias armadas de la coalición Seleka tomaron el poder en marzo y, a pesar de haber sido disueltas por el gobierno de facto presidido por Michel Djotodia (primer mandatario musulmán en un país con mayoría cristiana), continúan cometiendo abusos: masacres, robos y saqueos. La situación se mantiene desde marzo, cuando esa coalición, entonces opositora, derrocó al presidente François Bozizé, que había tomado el poder en 2003 mediante otro golpe de Estado.

En febrero, el gobierno de Bozizé y la oposición habían establecido de común acuerdo un gobierno de transición, pero ese entendimiento fracasó. Cuando la Seleka se impuso por las armas, Djotodia se autoproclamó presidente y mantuvo al primer ministro de aquel gobierno de transición, Nicolas Tiangaye. De acuerdo a lo pactado luego, en agosto, el presidente de facto aceptó ejercer su cargo en forma interina por no más de 18 meses. Se supone que al fin de ese período se realizarán elecciones (Estados Unidos pidió que sean a más tardar en febrero de 2015) y que Djotodia y Tiangaye no podrán ser candidatos.

Por el momento, las autoridades no logran restablecer la calma, y se formaron milicias de autodefensa llamadas “anti-balakas” (anti machetes), que según el gobierno de la Seleka son apoyadas por Bozizé con la intención de desestabilizar al país. A todo esto se suma que los enfrentamientos comenzaron a tomar un cariz no sólo étnico sino también confesional, algo nunca visto en República Centroafricana, que se formó en 1960 tras ser colonia francesa.

París viene alertando de que esta situación presenta “un riesgo de implosión a todo nivel”, en palabras del canciller francés, Laurent Fabius. “Hasta ahora, eso involucraba -y ya era demasiado- sólo a los centroafricanos, pero si el vacío y la implosión se instalan, eso va a implicar a todos los países de la región, es decir Chad, los sudanes [Sudán y Sudán del Sur], el Congo y Camerún”, afirmó.

Partiendo de esa base, Francia, que preside este mes el Consejo de Seguridad de la ONU, logró un acuerdo el martes con los países que lo integran para autorizar a la fuerza panafricana que ya está en el país, la Misión Internacional de Apoyo a la República Centroafricana (MISCA, por sus siglas en francés), para que se despliegue durante un año a fin de “proteger a los civiles y restablecer el orden y la seguridad con los medios adecuados”. Además, el proyecto de resolución autoriza a las tropas francesas a “tomar todas las medidas necesarias para apoyar a la MISCA en su mandato”. Ese proyecto, cuya aprobación se preveía para hoy, incluye asimismo la instalación de una comisión que investigue violaciones de los derechos humanos y un embargo de armas.

París insiste en que su acción en el país centroafricano no es comparable con la que sigue llevando a cabo en Mali. Fabius aseguró a la radio francesa RFI que se va a tratar de una acción “humanitaria”, “de seguridad”, “en materia de democracia” y de “desarrollo”. Además, aunque no está prevista la participación de los demás países de la Unión Europea, el canciller dijo que desea “actuar en vínculo y asociación” con ellos. Mañana y el sábado hay una cumbre organizada en París, con 35 dirigentes africanos, en la que va a participar Tiangay, y el tema central será la situación de República Centroafricana.