El descontento de un sector de la población empezó a hacerse visible el 21 de noviembre, con el anuncio por parte del gobierno de una “pausa” en las negociaciones por un acuerdo con la UE. Manifestantes a favor de un acercamiento a ese bloque comenzaron entonces a protestar en la emblemática Plaza de la Independencia, que conmemora la salida del país de la Unión Soviética, lograda con un referéndum celebrado el 1° de diciembre de 1991.
Sin embargo, el presidente, Viktor Yanukovich, se mantuvo firme. En la cumbre celebrada el viernes y el sábado entre la UE y las ex repúblicas soviéticas (Armenia, Azerbaiyán, Bielorrusia, Georgia, Moldavia y Ucrania), Kiev y Bruselas no alcanzaron un acuerdo. Ante la noticia de que no se había concretado el convenio de asociación a la UE, preparado durante meses, el sábado los manifestantes llegaron al centro de Kiev.
La Policía desalojó de manera violenta la Plaza de la Independencia, alegando, sin más aclaraciones, que en el lugar ocurrían “incidentes”. Con el objetivo de tranquilizar a los desconformes, Yanukovich anunció que haría lo posible para que su país pudiera acercarse a la UE, pero dijo también que la situación económica del país no le permite arriesgar su relación comercial con Moscú, ya que Ucrania exporta mucho a Rusia y depende del suministro de gas de ese país.
A pesar del discurso tranquilizador del mandatario, el primer ministro, Nikolái Azárov, anunció el domingo que Yanukovich viajaría a Rusia a firmar “una hoja de ruta de cooperación” luego de un viaje a China previsto para esta semana. Por su parte, gobernantes de la UE lamentaron que Rusia se opusiera a que Ucrania firmara un acuerdo con el bloque y amenazara con sanciones comerciales.
Naranja en el recuerdo
Hasta ayer, unas 200 personas (entre policías y manifestantes) habían sido hospitalizadas por heridas sufridas durante la represión de las protestas. El domingo, una movilización convocó a unas 100.000 personas, la cifra más grande de manifestantes desde la Revolución Naranja de 2004, que también tuvo como epicentro esa plaza y que fue liderada por la ex primera ministra, y ahora dirigente opositora desde la cárcel, Yulia Timoshenko. Que Timoshenko, a la que muchos consideran una presa política, viajara al exterior a recibir atención médica era una condición que Europa había puesto para el acuerdo con Ucrania, pero el gobierno de Kiev no accedió.
El domingo, los opositores que ocuparon la sede de la intendencia de Kiev cerraron los accesos a la sede de gobierno y reclamaron también la renuncia del presidente. Para hoy, tenían previsto presentar al Parlamento una moción de censura al gobierno por la renuncia al acuerdo con la UE y la represión de las manifestaciones.
Los medios extranjeros presentes en el país informaron el domingo que un centenar de jóvenes encapuchados intentaron asaltar la sede de la presidencia ucraniana con una topadora y se enfrentaron a fuerzas especiales de la Policía, que usaron bombas de estruendo y granadas lacrimógenas. Los líderes opositores cercanos a Timoshenko negaron cualquier vínculo con los hechos violentos y los atribuyeron a una “provocación” del gobierno para desacreditar las protestas.
En la Plaza de la Independencia, donde el sábado se armaban barricadas, el dirigente opositor Oleg Tiagnibok anunció el domingo el inicio de una “huelga general” y de otra “revolución”. Vitali Klitshko, otro opositor, dijo que “el gobierno y el presidente deben renunciar”. En tanto, la hija de Timoshenko, Eugenia, leyó un llamado de su madre a “derrocar” el gobierno con protestas.
Por la represión del sábado, el domingo renunció el jefe de la Policía de Kiev, Valeri Koriak, mientras que el ministro del Interior, Vitaliy Zakharchenko, pidió disculpas por el uso excesivo de la fuerza, aunque luego advirtió que reprimirán cualquier intento de provocar disturbios, según informó la agencia rusa de noticias Ria Novosti.
Desde el sábado hasta el 7 de enero están prohibidas las protestas cerca de las sedes de gobierno, algo que incluye a la Plaza de la Independencia, pero los manifestantes no tomaron esto en cuenta, y la Policía tampoco volvió a desalojarlos.
Otras ex
Además de Ucrania, Armenia tampoco quiso firmar acuerdo con la UE, ya que Moscú hizo que su gobierno eligiera entre la unión aduanera con Rusia y el acercamiento al bloque europeo. Por su parte, Azerbaiyán buscó un punto medio al firmar un acuerdo de cooperación, mientras que Moldavia y Georgia sí aprobaron un preacuerdo de asociación, al que aspiraban los europeos.
En 2009, la UE había ofrecido a Ucrania, Moldavia, Bielorrusia, Armenia, Azerbaiyán y Georgia un acuerdo llamado Asociación Oriental, hacia el que estaba previsto dar un paso más en la cumbre del viernes. Ucrania puso como condición recibir apoyo para salir de la crisis económica, e incluso pidió que delegados rusos asistieran a las negociaciones, porque apuntaba a que la ayuda llegara desde Bruselas y Moscú. Pero la UE, que insiste en que la puerta sigue abierta para Ucrania, no accedió a ese pedido, porque consideró que se trataba de un acuerdo bilateral.