A Mandela le atribuían la capacidad de amigar a los peores enemigos, por el modo en que consiguió terminar con el régimen racista del apartheid en su país. Algunos recordaron ayer esa cualidad y vieron en el apretón de manos entre el presidente estadounidense Barack Obama y su par cubano Raúl Castro, un último logro del líder sudafricano.

Se cruzaron cuando Obama se dirigía hacia la tribuna para dar su discurso. El saludo fue bastante largo, acompañado por sonrisas, y ambos gobernantes intercambiaron algunas palabras. Más tarde, Castro aclaró que fue un gesto “normal” entre dirigentes “civilizados”, aunque se trató de un hecho que no se daba desde 2000, cuando después de un almuerzo en la Cumbre del Milenio de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), en Nueva York, Bill Clinton estrechó la mano de Fidel Castro y también la de su hermano y sucesor, Raúl.

Obama y Castro fueron dos de los mandatarios que hablaron ayer en ese mítico estadio, en el que Mandela habló en público por primera vez tras ser liberado en 1990, después de 27 años de cárcel por su lucha en contra del régimen de apartheid. También fue en ese estadio que hizo su última aparición durante el Mundial de 2010. Ayer en ese lugar se escucharon unas 20 intervenciones durante más de cuatro horas, en homenaje al ex presidente sudafricano, entrecortadas por los cantos, bailes y exclamaciones de la gente. Otros oradores fueron la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, el vicepresidente chino, Li Yuanchao, y el presidente indio, Pranab Mukherjee.

A pesar de la lluvia y de que el día no fue declarado feriado en Sudáfrica, decenas de miles de personas participaron en el encuentro en ése y en los demás estadios habilitados para la ocasión, como así también en otros 90 sitios en los que se colocaron pantallas gigantes que retransmitían el evento.

Obama recordó que Mandela le inspiró su compromiso político cuando él era joven y también declaró que “hay líderes que muestran solidaridad con la lucha de Mandela pero no liberan a su propio pueblo. Se resisten a hacer reformas modestas que acaben con la pobreza y la desigualdad”.

Rompiendo con el ambiente alegre que le dieron los cantos de los sudafricanos al homenaje, el presidente de ese país, Jacob Zuma, fue abucheado cuando llegó al Soccer City. Se le reprocha a él y al resto de los integrantes del Congreso Nacional Africano, el partido de Mandela que se mantiene en el poder, que no continuaron el trabajo que había iniciado para reducir la desigualdad entre la mayoría negra y la minoría blanca. A esto se añaden las acusaciones de corrupción contra Zuma, publicadas recientemente en la prensa local y que refuerzan la sensación de que el partido creó una elite más.

Está previsto que el féretro de Mandela recorra hoy y hasta el viernes las calles de Pretoria para que los sudafricanos sigan despidiéndolo. Además, en la misma ciudad estará ubicada la capilla ardiente del ex presidente y luchador social. El domingo está previsto un funeral de Estado en Qunu, donde creció y había pedido ser sepultado.