Mursi, el candidato más votado en las últimas elecciones, el 17 de junio 2012 (las primeras después de la caída del ex presidente Hosni Mubarak), está detenido desde el 3 de julio, día del golpe en su contra. Desde entonces, estuvo preso e incomunicado durante meses en un lugar desconocido y ahora se encuentra en el penal de alta seguridad de Burj al Arab. Un Tribunal le notificó el sábado su tercera acusación.

Ya se lo juzgaba por su supuesta implicación en la muerte de manifestantes en diciembre de 2012, y desde el jueves está acusado, junto con otros 35 dirigente de los Hermanos Musulmanes, por la supuesta colaboración de esa organización con grupos como el palestino Hamas y el libanés Hezbollah para cometer acciones terroristas en Egipto y por revelar información clasificada a países extranjeros. Este último asunto fue calificado por la Fiscalía como el “mayor caso de espionaje en la historia de Egipto”. Por estas dos primeras causas Mursi podría ser condenado a muerte.

Ayer se sumó otra, en un caso en el que comparte banquillo con unas 130 personas más. Se trata de la supuesta fuga de Mursi y otros dirigentes de su organización de la cárcel de Wadi el Natrun durante la “revolución” contra Mubarak, que se desarrolló en enero y febrero de 2011. Se los acusa de fugarse, asaltar cárceles, asesinar a unos 50 policías y presos, facilitar la huida de otros, agredir a funcionarios y cometer “acciones enemigas que afectan a la seguridad y unidad de Egipto”.

Según el juez a cargo de la causa, los Hermanos Musulmanes se vincularon con Hamas y Hezbollah para cumplir con “un plan terrorista que alcanzó su cenit durante la revolución de 2011”. En ese marco, entiende que entraron más de 800 “elementos extranjeros” desde la franja de Gaza, que atacaron comisarías y edificios gubernamentales y asaltaron las cárceles de Wadi el Natrun, Abu Zabal y Al Marg. Mursi logró escapar dos días después de haber sido detenido, en la noche del 28 al 29 de enero de 2011.

Un vocero de los Hermanos Musulmanes, Mustafa al Jatib, dijo a la agencia de noticias Efe que esas nuevas acusaciones buscan desprestigiar a Mursi y a otros dirigentes. “Es un asunto político” sin “vinculación con delitos o crímenes”, afirmó. Según Al Jatib, Mursi no huyó de la cárcel de Wadi el Natrun, sino que salió porque los guardias abandonaron el presidio. Para él, esa causa, que durará meses o años por la cantidad de imputados, busca “ganar tiempo” para convocar el referéndum de la nueva Constitución, previsto para el 14 y el 15 de enero, y celebrar elecciones.

Desde que Mursi fue derrocado se multiplicaron las detenciones de dirigentes y seguidores de los Hermanos Musulmanes, a los que el gobierno tacha de “terroristas” y cuya organización fue declarada ilegal por un fallo judicial en setiembre.

A esto se sumó ayer la condena de tres destacados activistas laicos protagonistas de la revuelta contra Mubarak a tres años de prisión, en los tres casos por su papel en las recientes protestas, indicó la agencia de noticias Reuters. Ahmed Maher, Ahmed Douma y Mohamed Adel habían protestado en noviembre contra una norma que limita el derecho de reunión. Están acusados de convocar protestas no autorizadas y de agredir a policías.

La represión del actual gobierno transitorio, establecido por los militares, ya no va sólo en contra de Mursi y sus seguidores, sino también en contra de todos los disidentes.