El tercer ensayo norcoreano se llevó a cabo con un dispositivo “más pequeño”, pero “con una fuerza explosiva mayor que anteriormente”, reflejo del importante avance tecnológico logrado por el régimen en los últimos tres años, desde la segunda práctica nuclear, en 2009.

Estas acciones están dirigidas, según ha reconocido el gobierno, a mantener la potencia de las cabezas nucleares pero bajar su peso y tamaño para poder incluirlas en cohetes de largo alcance que aumenten el área que pueden tener bajo amenaza.

Los datos recopilados por organismos internacionales y Corea del Sur respaldan la información sobre la potencia de la explosión nuclear: tuvo poco menos de la mitad de la magnitud de la bomba lanzada sobre Hiroshima por Estados Unidos, según Seúl, y generó un movimiento sísmico de 5 grados en la escala de Ritcher, superior al 4,6 del anterior ensayo.

Corea del Norte reivindicó el ejercicio atómico como una de las “contramedidas prácticas para defender la seguridad y la soberanía del país frente a las brutales hostilidades de Estados Unidos”. A fines de enero, Pyongyang había anunciado que realizaría nuevos ensayos “dirigidos” a Estados Unidos porque “las diferencias con ese país se arreglan por la fuerza, no con palabras”. El gobierno de Obama consideró la declaración una “provocación innecesaria” y la prueba, “un acto altamente provocador”. Por su parte, Corea del Sur, que formalmente sigue en guerra con su vecino del norte, la calificó de “una amenaza inaceptable” para la paz y la estabilidad en la región.

A Corea del Norte, cuyo último objetivo, se dice, sería lograr lanzar un misil nuclear hasta Estados Unidos, no parecen llegarle los reproches. La acción de ayer fue en respuesta a que, en enero, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas lo sancionó por probar un mes antes un cohete de largo alcance. Ayer el Consejo de Seguridad condenó nuevamente a Corea del Norte y los servicios secretos surcoreanos no descartaban que se produzcan nuevos ensayos del mismo tipo o con misiles de largo alcance.

No me falles

Pero lo de ayer no fue sólo una respuesta a Estados Unidos y al Consejo de Seguridad, sino también un desafío al principal aliado del gobierno norcoreano, China, que de forma inusualmente directa semanas atrás le pidió “enérgicamente” que no realizara el ensayo y le advirtió que si lo ejecutaba “no dudaría” en reducir la ayuda que le otorga. El gigante asiático le brinda a Corea del Norte la mitad de la comida y el petróleo que consume.

En un comunicado la cancillería china advirtió ayer que se opone “firmemente” a la prueba nuclear y urgió a Corea del Norte a no “empeorar la situación” con más ensayos, en lo que los analistas interpretaron como un fuerte llamado de atención y una señal de que a China se le acaba la paciencia con su vecino.

Pekín llamó nuevamente a que se retomen las conversaciones denominadas “a seis bandas”, con las dos Coreas, Estados Unidas, China, Japón y Rusia, que están detenidas desde 2008 por parte de Pyongyang. Ayer, y al igual que en las anteriores ocasiones en 2006 y 2009, China se sumó a la condena del Consejo de Seguridad al ensayo de Corea del Norte.