Antes de viajar a Egipto para asistir a la cumbre de la Organización de Cooperación Islámica, el presidente iraní, Mahmud Ahmadinejad, dijo desde Teherán que “si Irán y Egipto lograran un consenso ante el caso palestino, la geopolítica de la región cambiaría” y también que “enemigos hicieron grandes esfuerzos durante los últimos años para dividir a los musulmanes y también para intensificar sus divisiones”. En referencia a las asperezas entre los gobiernos afines a la rama sunita (como Egipto y Arabia Saudita) y chiita (como Irán y Siria), llamó además a hacer hincapié en las coincidencias entre los países de esa religión, informó la agencia iraní de noticias Fars.

A la hora de un acercamiento con el gigante chiita que es Irán, Egipto se ve obligado a tomar recaudos. El país norafricano recibe cada año 1.300 millones de dólares de ayuda militar de Estados Unidos, enemigo de Teherán. Además, en enero, el gobierno egipcio recibió unos 5.000 millones de dólares de Qatar y otros 3.900 millones de Arabia Saudita, gobernados por sunitas enfrentados a Teherán, en un momento en que la situación económica egipcia preocupa.

Dos y tres

Renunció el tercer ministro de Cultura egipcio desde que cayó el gobierno de Hosni Mubarak en febrero de 2011. El último ocupante del cargo, Saber Arab, presentó su dimisión al primer ministro, Hisham Qandil, por la paliza que le dieron varios policías a un manifestante desarmado -y desnudo- el viernes durante protestas opositoras, indicó el lunes de noche el vocero del gobierno, Alaa el Hadidi.

Por otro lado, Mursi mantiene grandes diferencias con Ahmadinejad. Una de ellas es su postura ante Siria, ya que el dirigente iraní (además del Hezbolá libanés) es uno de los últimos aliados que tiene en la región el gobierno sirio de Bashar al Assad. En cambio, Mursi cuenta con el apoyo de los Hermanos Musulmanes, una importantísima organización sunita, mayoritaria entre los opositores sirios. Durante el encuentro bilateral que se celebró ayer entre ambos líderes, el principal tema de conversación fue la búsqueda de una salida para el conflicto sirio “sin intervención militar”, como reclama Ahmadinejad.

Para calmar inquietudes, el canciller egipcio, Mohamed Kamel Amr, dijo ayer que “las relaciones de Egipto con otros estados no se producen en detrimento de la seguridad de otros, sobre todo de los del Golfo Pérsico”, que “es crucial” para el suyo.

Otro hecho destacado de la visita del iraní a El Cairo fue su reunión de dos horas con Ahmad al Tayeb, el gran imán de Al Azhar, la más prestigiosa institución sunita. Este último indicó en un comunicado que le pidió al iraní que no interfiera en la interna de las monarquías sunitas del Golfo Pérsico y deje de intentar propagar el chiismo en los países sunitas. Al Tayeb aclaró que Irán debe respetar en particular a Bahréin, donde la mayoría chiita protesta contra la monarquía sunita. Además, el clérigo pidió respeto por los derechos de los sunitas iraníes.

En la conferencia de prensa que dio después del encuentro, Ahmadinejad prefirió destacar que “por suerte, hubo coincidencias” y que la conversación fue “rica y fructífera”. La necesidad del líder iraní de romper su aislamiento en la región parece aún más apremiante ante indicios de que se está quedando cada vez más solo en su propio territorio. Ayer fue apresado el ex fiscal general de Teherán Said Mortazavi, allegado de Ahmadinejad. Hace dos años había sido acusado de torturas con resultado de muerte y calificado como “violador en serie de los derechos humanos” por la organización Human Rights Watch. Pero no se sabe por qué fue detenido.