El helicóptero partió de la base de la Fuerza Aérea Paraguaya en Concepción y, según militares que estaban en el lugar, el piloto Ramón Picco intentó disuadir a Oviedo de realizar el viaje, con el argumento de que la aeronave no estaba preparada para vuelos nocturnos y que se acercaba una fuerte tormenta. La primera hipótesis es que el helicóptero se enfrentó con esa tormenta y se estrelló cuando el piloto intentaba aterrizar. Además de Oviedo, fallecieron su guardaespaldas Denis Galeano y el piloto.

Si bien todo indica que fue un accidente, César Durand, uno de los voceros del partido de Oviedo, Unión Nacional de Ciudadanos Éticos (Unace), aseguró que se trató de “un crimen político”. “Hoy hace 24 años que el general Oviedo derrocó a la dictadura. Éste es un mensaje de la mafia”, dijo, aunque no brindó información más específica. Uno de los correligionarios de Durand, el presidente del Congreso Nacional, Jorge Oviedo Matto -sin relación familiar-, pidió que se eviten las conjeturas: “En la memoria del general Oviedo tenemos que mantener la cordura y la calma”.

Además, Oviedo Matto aseguró que “hay Oviedo para mucho tiempo más” y recordó que dos de sus hijos y uno de sus sobrinos están dedicados a la política. “No podemos abandonar esta lucha que él inició”, concluyó.

El ministro del Interior, Carmelo Caballero, garantizó que serán contempladas todas las posibilidades sobre las causas del siniestro en la investigación, que será dirigida por el director de Aeronáutica Civil, Carlos Fugarazzo, y que contará con el apoyo de expertos extranjeros. Además, el presidente paraguayo, Federico Franco, decretó tres días de luto nacional.

Ningún recién llegado

Se cuenta que Oviedo, que nació en 1943 y medía 1,65 metros, fue quien convenció, en 1989, a quien era el jefe del Ejército, el general Andrés Rodríguez, de que era necesario derrocar a Alfredo Stroessner, que gobernaba desde 1954 y era a su vez consuegro de Rodríguez. Oviedo protagonizó la detención de Stroessner el 3 de febrero de ese año. Desde entonces ascendió en el Ejército y se ganó la lealtad de la mayoría de los oficiales.

Desde ese lugar acusó en 1996 al entonces presidente, Juan Carlos Wasmosy, de pedirle ayuda para, entre otras cosas, cerrar el Parlamento. Wasmosy contraatacó y afirmó que Oviedo intentaba desestabilizar a su gobierno para dar un golpe de Estado en su contra. Por eso Oviedo fue condenado a diez años de prisión y fue dado de baja de forma deshonrosa de las Fuerzas Armadas. Además, no pudo presentarse como candidato en las elecciones de 1998, a las que iba como favorito, aunque sí logró la victoria del empresario Raúl Cubas, su aliado, bajo el lema “Cubas al gobierno, Oviedo al poder”.

Cubas lo liberó, pero la tranquilidad duró poco. En el “marzo paraguayo” (1999) fue derrocado Cubas y asesinado el vicepresidente Luis Argaña y se apuntó a Oviedo, uno de sus principales rivales políticos, como responsable de su muerte y de la de siete manifestantes contrarios al gobierno. Por este caso, Oviedo fue condenado a otros diez años de prisión tras un juicio que no contó con su presencia, ya que se autoexilió alegando ser un perseguido político.

Se fue a Brasil y desde allí también incidió en la política paraguaya: militares que le eran leales intentaron un golpe de Estado, él mismo arengó a sus seguidores a que se manifestaran reclamando la renuncia del entonces mandatario Luis González Macchi y fundó el movimiento Unión Nacional de Colorados Éticos, dentro del Partido Colorado, todo en sólo dos años. En 2003 el movimiento se convirtió en partido y se cambió el “Colorados” por “Ciudadanos”.

Oviedo volvió a Paraguay en 2004 y fue detenido en el aeropuerto. Además de las causas en su país, había sido acusado por la CIA de narcotráfico y patrocinio del terrorismo. Tres años después fue liberado luego de que una corte militar se hiciera eco del fallo brasileño de que Oviedo era víctima de persecución política. Un supuesto pacto político con el entonces presidente Nicanor Duarte (Partido Colorado) hizo posible que se anularan algunas de sus condenas y se le permitiera competir por la presidencia en las elecciones de 2008 -se dice que el objetivo de Duarte era sumar un candidato que podía restar votos a la oposición-. En esos comicios el vencedor fue Fernando Lugo y la Unace de Oviedo cosechó 20% de los votos, posicionándose como la tercera fuerza política en el Congreso.

El ex general había anunciado que las del 21 de abril serían sus últimas elecciones y que después dejaría su legado en manos de sus hijos Ariel y Fabiola, ambos diputados por la Unace. Ahora, para las elecciones de abril le sucederá quien era su candidato a vicepresidente, Alberto Soljancic. Pero el liderazgo personal de Oviedo es prácticamente insustituible y esto se reconoce en el propio partido. Sin él es poco probable que la Unace repita el tercer lugar de 2008 y que siga peleando cabeza a cabeza con Horacio Cartes (colorado) la intención de voto fuera de Asunción. Con su muerte se termina también la esperanza de algunos de los dirigentes de la Unace que habían llegado a afirmar públicamente que si Oviedo mantenía el mismo ritmo electoral en el interior del país, incluso podría imponerse a nivel nacional y arrebatarle el triunfo a Cartes.