Desde la sede de la presidencia venezolana, cuando se acababan de hacer públicos los resultados que lo declaraban electo presidente, con unos 300.000 votos de ventaja, Maduro hizo pública una propuesta que según relató le hizo Capriles. “Él me estaba proponiendo que mandara un emisario para hacer un pacto. ‘No’, le dije. ‘Que el CNE diga los resultados que son, en primer lugar’. Y le recordé: ‘Si pierdo por un voto te entrego mañana’. Pero no es así, es que yo gané casi por 300.000 votos. Es la decisión del pueblo”. Así se refirió el presidente encargado, y ahora también electo, a una conversación telefónica que tuvo con su principal rival durante las largas horas de suspenso que siguieron a la votación del domingo.

El CNE no emitió cifras hasta no haber procesado 99,12% de los votos, en la madrugada de ayer, porque esperó a que la tendencia fuera “irreversible”. Cuando se había procesado la transmisión de 99,17% de los votos electrónicos y escrutado 98,71% de los sufragios emitidos, Maduro tenía de su lado 7.559.349 de éstos y Capriles le pisaba los talones con 7.296.876.

De acuerdo con el politólogo uruguayo Daniel Chasquetti, consultado por la diaria, esto augura un escenario de crisis y de conflictividad para las próximas semanas porque Maduro “prendió fuego públicamente” a Capriles. El candidato opositor reclamaba un recuento manual de los votos, que podría demorar varias semanas, y le había propuesto a Maduro que no se divulgaran los resultados hasta hacerlo. Capriles argumentó que había registrado 3.000 irregularidades por parte del oficialismo y que si se posponía la proclamación del resultado se evitaría una crisis.

A pesar de haber desechado la propuesta de Capriles y de haberla hecho pública, Maduro mostró señales de su voluntad de conciliar. Dijo que debe “respetar” a sus siete millones y medio de votantes y también a los otros siete millones que apoyaron a Capriles, y no resolver la situación con “un pacto entre dos personas”. Agregó: “Le propuse que el Poder Electoral haga su trabajo y que debería reconocer. Él me dijo que iba a pensarlo”. Pero la salida deberá pasar por otros caminos.

Capriles ya anunció que no va a reconocer el resultado de la elección mientras no se haga el recuento que sigue reclamando y que se opone a la asunción de Maduro, anunciada para el viernes por el CNE. Esta autoridad electoral fue cuestionada durante toda la campaña por el opositor.

Además, Capriles llamó a sus seguidores a participar en protestas y caceroleos anoche, que en algún caso terminaron en enfrentamientos con la Policía. “Si usted va a proclamarse hoy [por ayer] como presidente de la República, usted es un presidente ilegítimo, espurio”, le dijo a Maduro. La proclamación de Maduro como presidente electo se concretó ayer, mientras sonaban las cacerolas en Caracas.

“Nuestra firmeza nunca será debilidad [...] Nuestra lucha democrática es una lucha de principios, de convicciones”, dijo Capriles. También aseguró: “Nosotros ganamos este proceso electoral”. Por su parte, Maduro advirtió: “Quien pretenda vulnerar la mayoría en democracia lo que está es dando o llamando a un golpe de Estado; en Venezuela está en camino la preparación de un intento de desconocimiento de las instituciones democráticas”.

Desacuerdo continental

A pesar de las protestas opositoras, el oficialismo se mostró dispuesto a que Maduro asuma el viernes. En este sentido recibió el apoyo de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) en su conjunto y de gobiernos de los países que la integran. El canciller brasileño, Antonio Patriota, dijo que las elecciones venezolanas “deben respetarse” y destacó que el CNE, “única autoridad competente en la materia”, anunció la victoria “irreversible” del presidente en funciones.

Cuba, Rusia y China saludaron a Maduro por el resultado de la elección, mientras que algunos gobernantes europeos, como los de España, Francia y Reino Unido, pidieron cautela, que se esperen los “resultados definitivos” y que se evite una crisis. En respuesta, el gobierno venezolano llamó a consultas a su embajador en Madrid.

Fallas en campaña

El chavismo -tras la muerte de su líder, el 5 de marzo- deberá buscar las razones de su pérdida de votos respecto de la elección de octubre, en la que Chávez alcanzó 55,07% de los votos y le ganó a Capriles, que obtuvo 44,31%. Ésa es la opinión de otro dirigente oficialista que fue en su momento un posible heredero de Chávez, Diosdado Cabello, presidente de la Asamblea Nacional y considerado el representante de la rama militar del gobernante Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV).

“Profunda autocrítica nos obligan estos resultados, es contradictorio que sectores del Pueblo pobre voten por sus explotadores de siempre”, publicó Cabello en la red social Twitter. “Busquemos nuestras fallas hasta debajo de las piedras pero no podemos poner en peligro a la Patria ni el legado de nuestro Comandante [Chávez]”, agregó.

En opinión de varios analistas consultados por la diaria, la campaña electoral de Maduro no fue del todo acertada. Así lo muestran los números, estimó Chasquetti, ya que Maduro pasó de tener 20% de ventaja en las encuestas, cuando murió Chávez, a lograr un “casi empate” el domingo. Para el politólogo, “lo del pajarito es un episodio del cual toda la oposición se burló”, y a esto se sumaron los cantos, el rap y otras actitudes que adoptó Maduro en sus actos, similares a las que podía tener Chávez, pero que en este caso aparecen en un contexto en el que “rompen el luto”. En opinión de Chasquetti, Maduro “hace las mismas cosas que Chávez pero en mal momento” y “se convirtió en un mal imitador” de su referente político.

Sin embargo, Lincoln Bizzozero, catedrático del Programa de Estudios Internacionales de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de la República, cree que Maduro “no tenía mucha opción” más que la de “presentarse como heredero” de Chávez, que “el discurso tenía que ser en esa tonalidad”. Por eso estimó que “no es que haya fallado Maduro”, sino que la dificultad residía en “lo que era Chávez” y lo complicado que resultaba reemplazarlo. “Chávez no es insustituible, pero en lo inmediato era difícil de suplantar”, aclaró.

En cambio, los analistas destacan lo acertado que estuvo Capriles en su campaña. Usó camperas como las de Chávez, no lo criticó y prefirió atacar a Maduro.

Para Bizzozero, ésta fue una “campaña pobre en propuestas”, limitada a un enfrentamiento entre chavistas y antichavistas. En opinión de Wilson Fernández, profesor de Relaciones Internacionales de la Facultad de Derecho, Maduro “trivializó un poco la campaña”.

Dijo que no le extrañaría que “estuviera perdiendo en los estados con ingresos más elevados, porque cuando se aparece con el pajarito y el espíritu de Chávez, eso no llega a ciudadanos más racionales y con un nivel de educación más elevado”.

En las elecciones de octubre Chávez había ganado en todos los estados, menos en Mérida y Táchira. En diciembre, cuando se eligieron gobernadores, la oposición se quedó con tres estados, los de Amazonas, Miranda (donde ganó Capriles) y Lara. El domingo, Capriles ganó en ocho de las 24 entidades electorales (23 estados y el distrito federal de Caracas): Anzoátegui, Bolívar, Lara, Mérida, Miranda, Nueva Esparta, Táchira y Zulia, de acuerdo con la información publicada por los canales estatales Telesur y VTV, y por el diario El Universal.

Para la colega de Bizzozero Isabel Clemente, profesora agregada (grado 4) del Programa de Estudios Internacionales de la Facultad de Ciencias Sociales, “hay un contraste enorme” entre “el poder y el carisma de Chávez, su capacidad de conducir y de elaborar propuestas” y “la pobreza de ideas de Maduro, con un estilo muy simple, pobre en contenidos y capacidad de convencimiento, basado en que ‘Dios lo inspiró y los pajaritos le hablaron’”.

En su opinión, hay que destacar que la participación del domingo (79,81%) y la de octubre (80,49%) fueron “casi similares”, lo que implica que “no hubo bajón en la asistencia. Lo que hubo fue un corrimiento” del electorado hacia la oposición. Subrayó además que existió una “ofensiva muy bien llevada por Capriles, que se presentó como una continuidad del chavismo” en algunos aspectos.

A eso se suma, según Chasquetti, que “Venezuela está en problemas” porque “hay desabastecimiento, cortes de luz”, además de inflación, y existe la necesidad de volver a ajustar la moneda venezolana aunque ya hubo devaluación, por lo que “el resultado muestra el malestar de la gente” ante la gestión oficialista.

Futuro complicado

Ninguno de los analistas consultados prevé un período fácil para Maduro. Según dijo Clemente, el suyo va a ser “un mandato mucho menos sólido”. Todos coinciden también en que con este mandato, que debería empezar el viernes, el chavismo se juega su futuro.

Fernández consideró que está en juego “la continuidad del Socialismo del Siglo XXI”, ideado por Chávez, y Bizzozero estimó que a Maduro “le va a costar desmarcarse de esa herencia [la de Chávez] y hacer una cosa propia”, aunque va a tener que tomar sus “propias decisiones y definiciones” para gobernar. Acerca de la conflictividad que se puede esperar en el próximo período, Bizzozero agregó que “Maduro no tiene ni la capacidad ni la legitimidad de Chávez”, por lo que “no puede apostar a chocar, más bien tiene que bajar el nivel de confrontación y hacer propuestas”.

Los analistas también coincidieron en que tanto el oficialismo como la oposición no están aglutinados en torno a un partido político tal como lo entendemos en Uruguay. Tanto el PSUV, creado por Chávez, como la Mesa de Unidad Democrática, que presentó a Capriles como candidato, son en realidad coaliciones que suman distintas corrientes, y en ese sentido los líderes del gobierno y la oposición tienen desafíos por delante. En el PSUV, en opinión de Chasquetti, “Maduro no representa a los más nacionalistas” y “eso va a ser un problema adicional” para él. Agregó que “la Venezuela que viene va a ser muy distinta y el gobierno va a ser difícil”.