El encuentro entre Bersani y Berlusconi buscaba destrabar la situación política de Italia, que sigue sin tener un nuevo gobierno tras las elecciones de febrero, que dieron a la centroizquierda la mayoría en la cámara baja pero no en el Senado.

Bersani intentó aliarse con el Movimiento 5 Estrellas del cómico Beppe Grillo, que quedó en tercer lugar en las elecciones, y cuyo apoyo abriría la puerta a un gobierno de centroizquierda. Pero Grillo rechazó cualquier alianza que implicara apoyar un gobierno de otro sector político. Semanas atrás, a Bersani se le abrían dos posibilidades. Podía aliarse con Berlusconi, algo que el dirigente de centroizquierda se negó a considerar, o presentarse en el Parlamento para ver si conseguía la cantidad de votos necesarios para asumir gracias a la ausencia o el cambio de opinión de algunos legisladores, lo que habría sido una sorpresa.

Con ese planteo fue ante el presidente italiano. En respuesta, Napolitano puso esas opciones en el freezer al anunciar que convocaría a dos grupos de “sabios” que analizarían los programas que se presentaron a las elecciones legislativas para ver si se encuentra algún tipo de alternativa a la crisis política. Los resultados del trabajo de estos grupos no se conocen todavía.

En la suya

Los legisladores del Movimiento 5 Estrellas permanecieron en sus bancas ayer al final de la sesión parlamentaria, en una especie de ocupación de las cámaras. Así, los 53 senadores y los 109 diputados protestaron porque todavía no se formaron las comisiones parlamentarias permanentes; los demás partidos se niegan a conformarlas hasta que no haya gobierno. El movimiento de Beppe Grillo reclama que a pesar de esa situación el Parlamento continúe con su tarea y con la formación de comisiones.

Los legisladores habían anunciado el lunes que tomarían esta medida, y durante un momento en la jornada de ayer se manejó la posibilidad de que la suspendieran, porque hubo una reunión para abordar la solicitud del Movimiento 5 Estrellas de que se conformaran las comisiones aunque no hubiera un nuevo gobierno. Finalmente se descartó esta posibilidad y los legisladores comenzaron una ocupación que, según estaba previsto, duraría hasta la medianoche. También para anoche habían convocado una manifestación popular, pero tuvo muy poca respuesta.

A su vez, en paralelo, se fijó para el jueves 18 la elección del nuevo presidente. El encargado de elegirlo es el Parlamento, por lo que este elemento se convirtió en otro aspecto “negociable” en el estancamiento político que vive Italia. La situación se complejiza aún más porque Napolitano, por estar en el final de su período de gobierno, no puede convocar nuevamente elecciones.

En este contexto crecieron las críticas a Bersani dentro del Partido Democrático (PD) y las presiones para que conversara con Berlusconi para intentar encaminar la situación, que llegan de parte de rivales y de aliados dentro de su partido. El portavoz del PD en la cámara baja, Roberto Speranza, aliado de Bersani, señaló a los medios que Berlusconi está “legitimado” como interlocutor por la cantidad de votos que obtuvo. Otros fueron más allá. “Bersani ya no sabe qué hacer y el partido está bloqueado, sin perspectiva”, dijo el sábado la presidenta del PD, Rosy Bindi, al diario Il Secolo XIX. Si bien Bindi negó haber hecho esas declaraciones, éstas hicieron mella en la interna partidaria. Según algunos medios italianos, dentro del PD han llegado a amenazar a Bersani con prescindir de él si en esa formación convence la posibilidad de una alianza con Berlusconi.

Incluso volvió a la palestra el alcalde de Florencia, Matteo Renzi, quien en representación de las nuevas generaciones del PD se batió en internas con Bersani. Ayer Renzi aseguró a varios diarios que está preparado para participar en unas nuevas elecciones internas si hay que hacerlo; también se mostró convencido de que Bersani debe tomar una decisión lo antes posible y optar por una “gran coalición” con Berlusconi, por un gobierno de tecnócratas o por fijar nuevas elecciones para junio.

En este ambiente de muchas ideas y pocas definiciones, otra alternativa que va tomando forma es la de que se forme un gobierno que tenga como tarea exclusiva la de reformar la ley electoral para que se vuelva a llamar a comicios tras la elección de presidente.

Pese a estas amenazas, Bersani reiteró su “no” a la posibilidad de una alianza con Pueblo de la Libertad (PdL). Argumentó que los italianos se manifestaron en las urnas pidiendo un cambio y recordó que Berlusconi abandonó el Ejecutivo italiano en el peor momento económico del país, lo que dio paso al gobierno de Mario Monti.

En ese ambiente caldeado, Bersani tuvo que reunirse con Berlusconi. El encuentro ocurrió ayer y duró cerca de una hora. Según las crónicas, Bersani salió con un gesto de tensión. Tomó la palabra el vicesecretario del PD, Enrico Letta, quien advirtió que fue un buen encuentro, pero que es “sólo el inicio” de las conversaciones. “Hemos hablado exclusivamente de la presidencia de la República”, señaló Letta, aunque detalló que no se mencionaron nombres. “El objetivo es llegar a una elección con un amplio consenso. Las distancias entre el PD y el PdL son muchísimas, pero el PD siente la fuerte responsabilidad de que sobre el presidente de la República haya una señal inequívoca de unidad nacional”, agregó.

Letta señaló también que tanto el PD como el PdL y el gobierno de Monti -que continúa en funciones- coinciden en que se debe llegar al 18 de abril con algunos nombres de consenso y en que, para que exista ese consenso, debe surgir de una negociación entre centroizquierda y centroderecha. Desde ambos partidos anunciaron que habrá nuevas reuniones, y desde el PD subrayaron que en ellas siempre se tratará el nombre del próximo presidente, y no la eventual conformación de un gobierno de unidad.