Es estadounidense, “hijo de colombiano”, tal como él mismo se define. Fue asesor y vocero en español de Obama para temas de Latinoamérica, el Caribe y Canadá [“las Américas”, dice] durante sus dos campañas electorales. Dan Restrepo visitó Montevideo y dio una conferencia titulada “Los Estados Unidos, las Américas y el mundo: ¿Y ahora qué?”, organizada por la Unión Internacional de Abogados. En esa instancia, el canciller Luis Almagro dijo de él que “era un elemento importante del vínculo con Estados Unidos”. Al arrancar con su ponencia aclaró que “ya no habla por el presidente Obama”, lo cual le permite expresarse “más abiertamente”.
Respecto de América del Sur, Restrepo dijo que Obama operó un “cambio radical” al entender que “lo que es bueno para el pueblo de las Américas es bueno para Estados Unidos”.
En su opinión, si bien no se logró un acuerdo en las dos últimas cumbres de las Américas (en Puerto España y Cartagena), “hubo logros, aunque no son políticos”. Dijo que Obama ya no llega con algo listo para firmar, como se hacía antes. Entiende que hay una búsqueda de consenso que muestra “un proceso de maduración” en la relación.
-¿América Latina ya no es el patio trasero de Estados Unidos?
-No, el presidente [Obama] no lo piensa así. Las Américas son el vecindario de todos. Nosotros [los estadounidenses] cada día formamos más parte de las Américas. La tercera comunidad hispana del mundo, la tercera economía hispana del mundo, está en Estados Unidos.
-Eso no quita que se hayan creado organizaciones regionales que dejan fuera a Estados Unidos, como la Unasur. ¿Cómo se ve esto?
-En sí no es problema. El tema es cuál va a ser la agenda de esas organizaciones; si es una agenda constructiva, que permite avanzar en la región, es muy bien vista y tendrá éxito. Si es una agenda que lleva la contraria a los Estados Unidos, pensamos que eso no va a rendir mucho, porque esa época ha pasado y ya no hay un Estados Unidos tratando de imponerse.
-Ese cambio está logrando resultados? Justo coincide con gobiernos latinoamericanos que tienden a pararse más firmemente ante Washington.
-Creo que sí [arroja resultados] y eso se ve en los ámbitos internacionales. Por ejemplo, en el G20 Brasil y México han tenido un papel muy importante y muy alineado con Estados Unidos en momentos difíciles de la crisis. Que Estados Unidos vea a los países de las Américas como socios creo que hace que puedan cooperar en temas concretos e importantes. De todas maneras, va a haber diferencias; no hay país en el mundo con el que no las tengamos. Entonces sí, hay ciertos países [enfrentados a Washington] pero si se mira a las Américas en general, esos países no tienen mucho peso. Uno de los riesgos que tiene esta política de ser buen socio es que lo hace en el contexto de una historia complicadísima. Obama lo reconoció en el discurso que dio en Trinidad, en la primera Cumbre de las Américas a la que fue, en abril de 2009. Dijo: “Nosotros entendemos la historia, pero no podemos ser prisioneros de esa historia”. Es decir: no vamos a ignorar lo que ocurrió, pero pongámonos a trabajar en el presente.
-¿En qué está la relación con Cuba? Hubo algunos cambios desde que asumió Obama. ¿Van a continuar?
-La posibilidad de viajes, el envío de remesas, fueron cambios importantes en la política estadounidense y las aplicaciones de esto todavía se están desarrollando. Además, hay un tema estructural en nuestro sistema y es que muchas de las sanciones estadounidenses a Cuba ahora son legislativas. Originalmente fueron actos del Ejecutivo, pero eso cambió en 1996, con la ley Helms-Burton. Entonces para deshacer esto necesitas 218 votos en la Cámara de Representantes y 60 en el Senado, y es difícil conseguirlos. En la realidad política actual, van a ser difíciles los cambios radicales, los quiera o no el presidente.
-¿Cómo es el tema de los lobbies? Existe la percepción de que entre los grupos de presión latinos, los más afines al Partido Republicano son los que tienen mayor peso.
-No, los latinos en este momento están bastante involucrados con el Partido Demócrata. El 70 y algo por ciento de los latinos votó a Obama y él ha dicho que no hubiera sido reelegido sin ese voto. Tienen cada día más influencia en la política, con o sin lobby. A fin de cuentas el mayor peso está en los votos y creo que la administración entiende su importancia. Lo que sí hay que ver desde afuera es que las comunidades hispanas que tenemos en Estados Unidos son diferenciadas. Por ejemplo, dos tercios de esa comunidad es de origen mexicano, pero entre sus integrantes hay priistas [simpatizantes del Partido Revolucionario Institucional, PRI], panistas [del Partido Acción Nacional, PAN], perredistas [del Partido de la Revolución Democrática, PRD]. No tienen un punto de vista único sobre la política estadounidense y están más preocupados con la situación doméstica, los temas de alimentación, educación, salud y empleo.
-¿Y el lobby cubano?
-Ésa es la excepción, pero también está cambiando, porque si miras la votación en la última elección [en octubre] Obama ganó el voto cubanoamericano en Florida. Es increíble, es la primera vez en la historia que un demócrata gana entre esa población, y eso después de tener una política que era más “suave” [respecto de Cuba]. Esa comunidad está evolucionando, y con el cambio de generación hay menos exilio y más inmigrantes. Esa comunidad tuvo mucha importancia en su momento para que el bloqueo se convirtiera en ley, pero fue su punto alto de su influencia política y desde entonces ha ido disminuyendo. La opinión pública dentro de la comunidad ha cambiado radicalmente en los últimos años.
-¿Cómo ve el gobierno de Estados Unidos las negociaciones de Colombia con la guerrilla de las FARC?
-La Casa Blanca ha dicho, en agosto, cuando se anunciaron las negociaciones, que el presidente apoya los esfuerzos de negociar y eso se reiteró la semana pasada. Creo que el esfuerzo está bien visto por parte de la administración, aunque se entiende que es difícil.
-Eso también marca un cambio de postura en Washington.
-Se trata de si las FARC dejan de ser parte del problema para convertirse en parte de la solución. Lo que no ha hecho el gobierno estadounidense es meterse en los detalles de la negociación. Ojalá que Colombia pueda llegar a una solución de paz y seguridad duradera, pero los detalles del proceso están en manos colombianas, como debe ser.
-Desde un punto de vista personal, ¿qué piensa de estas negociaciones?
-Siempre negociar con las FARC ha sido muy complicado. La manera en que lo está haciendo el gobierno colombiano es la adecuada. Sacaron la negociación de Colombia, que era algo a lo que las FARC se oponían, no hicieron un cese del fuego, entonces mantienen la presión en la esfera militar; y el riesgo, si hay un riesgo aquí, es político, para el presidente [Juan Manuel] Santos y no para el pueblo.
-Aún hay cierto intervencionismo de Estados Unidos en otras regiones, con el uso de drones y los asesinatos a supuestos enemigos de Washington en el mundo.
-Sí, son cosas que han generado controversia y debate. En general, el presidente mantiene una política no intervencionista. Entiende que es mejor para Estados Unidos cooperar cuando puede cooperar, pero cuando no tenemos otro mecanismo y hay que defender la seguridad nacional, la defenderemos. Eso ocurre cuando un gobierno no tiene la capacidad de enfrentar a esa gente que está planeando ataques contra Estados Unidos, o cuando un gobierno no quiere. Pero a la vez, se está evitando hacerlo con 100.000 soldados e invadir países. Es una manera muy distinta de defender la seguridad nacional.