La cardióloga y presidenta del Frente Amplio (FA), Mónica Xavier, nos recibió en su amplio despacho de la sede de la calle Colonia. Son las 11.00 del miércoles 22, Xavier prepara un pequeño mate y nos acomodamos en unos sillones antiguos recién retapizados. Se muestra amable pero firme en sus respuestas, no vacila pero tiende a responder largo. Aclara que le pica un poco la garganta antes de ofrecer un mate y comienza con las respuestas, sin esquivar el bulto.
-¿Es tranquilo su barrio, La Mondiola?
-Sí. Y precioso.
-¿Tiene rejas en su casa?
-Vivo en un edificio y en la planta baja hay rejas porque tiene un jardín al frente que no es entrada.
-Así que alarmas tampoco.
-No, tengo rejas pero alarma no. Ya estaban cuando me mudé.
-¿Cómo está la unidad del FA hoy, comparada con antes de 2005?
-El FA es unidad en la diversidad y muchas cosas que se magnifican afuera desde adentro son una cuestión natural. Hoy en el gobierno seguimos siendo discutidores, pero muchas veces se dice que es un exceso, porque en algunas oportunidades damos la idea de que hay más diferencias de las que efectivamente hay. Creo que, de todas formas, nos ha ganado el sectarismo; no lo comparo con oposición-gobierno, lo comparo con los años de origen, que implicaron una enorme generosidad. Pero somos una coalición en movimiento y eso se expresa en diversidad de opiniones. No le temo a la contradicción, pero soy muy severa. El FA tiene miles de ámbitos para discutir, no me parece bueno que se utilicen los medios de comunicación cuando en el ámbito correspondiente no se planteó nada.
-Tabaré Vázquez fue el primer presidente de Uruguay del Partido Socialista (PS). Ahora tiene chances de ser reelecto pero no está afiliado al PS. ¿Qué siente respecto a eso?
-Él dice que es un socialista sin carné, y lo importante es ser coherente con las ideas. Mi historia personal en el PS me ha hecho comprender la necesidad de trabajar en un ámbito colectivo y en una estructura de partido en la que uno tiene determinados límites y determinado tipo de convivencia, de acuerdo a las reglas que están en los estatutos y en las formas de funcionamiento. A mí me da pena que Tabaré se haya ido, sobre todo por el tema que él manifestó en su momento, porque tenemos un punto diferente muy nítidamente marcado. Pero pertenece al FA, es miembro de su plenario, de su ámbito máximo de dirección y tiene eso que creo que es fundamental: el trabajo en colectivo.
-El episodio del nombramiento de Alejandro Antonelli y los correos de Daisy Tourné reflejaron la fragilidad en las comunicaciones internas del PS. ¿Ya sabe cómo llegaron al semanario Búsqueda?
-No. Pero debo aclarar una cosa: no estoy participando en los ámbitos del PS; desde que asumí la presidencia del FA entendí conveniente alejarme. En eso sí creo que hay incompatibilidad: cuando uno debe ser presidente de todas y todos, lo mejor es no estar distorsionado por una orgánica propia. Por eso, no podría dar cuenta de muchos detalles, así como no podría dar cuenta de detalles internos de otros partidos o de otros sectores del FA.
-Pero, más allá del PS, han sido varias las filtraciones del FA a la prensa.
-Me preocupa mucho y me duele más, pero no he podido encontrar con las manos en la masa a nadie. En mi opinión, constituye una actitud deleznable. Es terrible que haya gente que no entiende el daño que eso hace, pero mirá que no soy devota de la cultura del secretismo. Por el contrario, creo que hay que transparentar las cosas, pero creo que hay un nivel de actitud, de daño, de no pensar en los demás cuando estas cosas salen, porque salen para el beneficio propio, para el ego. Tal vez para que le hagan algunas notas.
-Se critica mucho al FA por la cantidad de gente que hizo entrar al Estado en este último período. ¿Qué dice al respecto?
-Al Estado tuvo que entrar gente que estaba de manera irregular, con contratos y situaciones que no daban cuenta de la relación de dependencia que efectivamente existía. Hay dos áreas en las que ingresó mucha gente: la educación y la salud. Había muchas formas de contratación, muchas de las cuales no tomaban en cuenta los derechos de las y los trabajadores. Se critica pero, en definitiva, lo que se hizo fue regularizar una situación que venía desde hacía muchos años. ¿Y cuál es el tema? Aquello de "Bajen el costo del Estado" es parte de una cultura que no valora al Estado. Nosotros lo valoramos, no porque pensemos que todo tiene que estar estatizado, sino porque vemos que en algunos lugares seguramente tendría que tener más músculo. Hay áreas en las que necesitamos más robustecimiento, para ejercer el papel rector de los ministerios en las políticas públicas. En relación a los cargos políticos, no hay incremento, sino reducción. Hay que darse cuenta de lo que significa un tercer nivel de gobierno; Uruguay tiene que adaptarse a esos tres niveles y a las estructuras políticas, porque son buenos para la participación de la gente.
Habla de ellos
Reinaldo Gargano -Parte de mi vida, alguien con quien discutir y confrontar. Él estaba mucho más avanzado que yo en las políticas afirmativas en materia de género, porque venía de una Europa de oro, de una España de oro en materia de participación de las mujeres. Llegó a decirme: “No militás más hasta que te recibas de médica”. Un referente político, pero además alguien que siempre estuvo muy presente en mi vida.
Tabaré Vázquez -Un líder carismático que no deja de sorprenderme por su capacidad de transmitir más allá de la gente que pueda tener identificación con él. Un hombre que ayudó a cambiar la historia de la izquierda en Uruguay.
José Mujica -El Pepe es genial, no tiene parangón. A veces uno se enoja porque piensa: teníamos 20 problemas y el Pepe nos puso 21. Pero es bueno, porque la izquierda siempre tuvo dificultades o creyó que no podía llegar a algunos sectores. Tanto Vázquez como Pepe lograron que nada ni nadie pueda quedar fuera de la palabra de la izquierda.
Ana Olivera -Una compañeraza con la cual tenemos años de trabajo conjunto.
Juan Castillo -Un compañero que dio un salto muy importante: salir del movimiento sindical a trabajar en el movimiento político es un cambio de frente importante.
Raúl Sendic -Su padre para el PS, y en particular para los socialistas que vivieron en el norte, tiene una significación muy especial. No puedo dejar de pensar en su padre cuando lo veo a él.
-Los jóvenes del PS han estado activos en el proyecto de legalización de la marihuana. ¿Ha sentido curiosidad por probar una pitadita antes de apoyar el proyecto?
-¿Sabes que no? No siento atracción por probar marihuana, y no me siento diferente en ese sentido. Aprovecho la pregunta para decir que estoy muy preocupada, porque aspiro a que se apruebe una norma con los mayores consensos. Creo que necesitamos enviar mensajes hacia nuestros jóvenes, que seguramente nuestra generación y las anteriores obviaron. No les heredamos a los gurises el mejor mundo, no porque otros períodos hayan sido color de rosa, pero, sin duda, hay en nuestras sociedades un nivel de violencia expresado de muchas maneras. Es responsabilidad de los que ya acumulamos juventud tener un mensaje más integral en el sentido de cómo consumís alcohol, tabaco o marihuana, sin pasar al consumo problemático de ninguna de esas sustancias, legal o ilegal. Aparece ante la gente como una contradicción que hayamos sido tan exitosos, siendo aún reconocidos en el mundo entero por nuestra política contra el tabaco, y estemos, para alguna gente, “liberalizando este consumo”. Pero el consumo siempre fue -a diferencia de otros países- no penalizado en Uruguay. Ahora, no es sencillo -y es una tarea que nos va a llevar mucho más tiempo que la creación de la norma- explicarle a la gente que efectivamente la política en materia de deportes es un ejemplo de vida sana para los chiquilines, que hay un desvelo por mejorar la política educativa. Ocurre que todos estos mensajes no se ven integralmente, capaz que la gente capta sólo lo que le llama la atención y le preocupa que se nos pueda ir de las manos una regularización en la cual el acceso a la marihuana sea menos dificultoso y riesgoso. Entonces, uno tiene los argumentos de que el joven no puede ir a la boca de pasta base a conseguir su marihuana, porque seguramente le ofrezcan la pasta base, y es un riesgo que se podría evitar con una política de esta naturaleza. Pero creo que aún falta mucho diálogo con la sociedad.
-Le voy a pedir que complete algunas frases. Me costó renunciar al Senado porque...
-… a la presidencia del FA se le pide que haga política y el Senado era parte de hacerla.
-Me gustaría que la oposición..
-... tuviera lealtad institucional y responsabilidad, ante una agenda que Uruguay necesita sostener en el tiempo.
-Lo más difícil de estar en política es…
-… poder preservar tu vida personal, en materia de tiempo esencialmente, y en no perder la capacidad de generar alternativas para que la familia no queda al margen.
-¿Qué auto tiene?
-Un Chevrolet Agile.
-¿Hay que tener más de 70 años para aspirar a ser presidente?
-Siempre digo que Estados Unidos pudo votar un presidente de 46 años, negro y de segundo nombre Hussein, pero en Uruguay no estás en consideración si no estás por lo menos arriba de los 60. Eso va a cambiar, yo soy optimista. El general Liber Seregni decía: “Acá ningún cambio se da bruscamente, acá todo es gradual, es progresivo”. Me comparo siempre con la sociedad chilena, una sociedad muy conservadora pero que pudo tener un presidente socialista en 1971 y que pudo votar en 2006 una mujer presidenta con el perfil de Michelle Bachelet. Acá siempre es escalón tras escalón, no los subís de a dos en Uruguay.
-¿El aborto es una piedra en el zapato para Tabaré?
-No sé cómo lo vive Tabaré, corresponde que él lo diga. Para nosotros es un compromiso, la fuerza política ha definido con absoluta nitidez su posición al respecto. Esto no debe confundirse: nosotros tenemos una posición, defender los derechos sexuales y reproductivos. Y es algo que nosotros seguimos respetando, más allá de que digamos con absoluta claridad que en este tema vamos a defender la actitud de la bancada del FA y la política pública que ha implementado el Ejecutivo.
-El FA habla mucho de la participación ciudadana, pero desde que está en el gobierno no convocó a las urnas para definir temas como el aborto, la marihuana, el rol del Ejército o el voto del exterior. ¿No es un poco contradictorio?
-Ésos son los mecanismos de consulta ciudadana, pero hay otros que tienen que ver con la participación cotidiana de la gente en las estructuras. Por ejemplo, la participación de los usuarios en la salud. Creo que la orientación es que los temas de derechos humanos no se deberían someter a consultas, porque a veces las sociedades se vuelven muy conservadoras y no pueden estar los derechos humanos pendientes de decisiones.
-Por lo que le escucho decir, no están pensando, en un próximo gobierno, si gana el FA, consultarme básicamente sobre ningún tema.
-Puede ser…, pero no en materia de derechos humanos.
-Ya que no votamos nada, le propongo una hipotética votación. Opción 1: se disuelven las Fuerzas Armadas de Uruguay y se reubica al personal. Opción 2: se destina 50% de ese presupuesto al Ministerio del Interior y el restante 50% a la educación.
-¡Qué momento! Creo que es posible promover la votación de una consulta de esa naturaleza, el tema es que nosotros no hemos discutido lo suficiente el rol de nuestras Fuerzas Armadas, siempre se lo hemos dejado a los expertos y aún no sabemos qué tipo de amenazas podemos vivir como país. Hay una visión histórica en la izquierda uruguaya, favorable a no tener Fuerzas Armadas y avanzar a un modelo como el de Costa Rica. No sé si empezaría por ahí; sé que ahí hay plata que me gustaría gastar en otras cosas, e indiscutiblemente la educación es una de ellas. Pero me gustaría poder tener un diálogo más abierto con la sociedad sobre el rol de nuestras Fuerzas Armadas. Me gustaría votarlo, pero con una buena discusión.
-¿Cree que la intención de los partidos tradicionales de unirse para pelear la Intendencia de Montevideo es un estímulo para que el FA se ponga más las pilas en Montevideo?
-El estímulo para el FA es saber que después de varios períodos en el ejercicio del gobierno siempre hay un desgaste y que hay que reencantar a la gente; a veces uno ve que cualquier cosa, aunque sea buena, termina siendo mala porque la gente se aburre. Salvo en las cúpulas blancas y coloradas, no creo que tenga mucho eco.
-En el oficialismo hay una crítica fuerte al rol de los medios de comunicación y su intencionalidad política. ¿Se sube a ese carro?
-Sí, claro. Lo sufro, además. Muchas veces hacés declaraciones sobre temas importantes, por lo menos para la vida cotidiana de la gente, y no significan un titular, pero si te peleaste con alguien tenés todas las luminarias prendidas, sobre todo si te peleaste con un compañero. Los medios hacen un juego, no es sólo el valor de informar. Son empresas comerciales, no son carmelitas descalzas que tienen como objetivo la información equilibrada. Pero no me obsesiono por eso.
-¿Sería deseable que con el otorgamiento de nuevos canales y ondas de televisión se apuntara a proyectos de izquierda para equilibrar?
-Sí, o a proyectos que tengan un horizonte progresista y que no sean de orientación partidaria, sino de orientación social y comunitaria. Ha estado siempre en la consideración de la izquierda tener algún medio propio, y es cierto, sería bueno, sería deseable. Pero el diario de la capilla no es lo que sirve, lo que sirve es información equilibrada, un medio en el que realmente se pueda recibir toda la información que se genera y no un titular que a veces es la distorsión de lo que dice adentro la nota.
-¿Montevideo es una ciudad limpia?
-Hay zonas en las que sí, pero creo que los montevideanos somos sucios, y esto no es poner la responsabilidad en el ciudadano y no en la gestión. Hay una displicencia que me enoja, porque muchos de nosotros procedemos o hemos vivido en el interior y jamás haríamos eso porque el vecino que nos conoce de toda la vida nos rajaría de alguna expresión fuerte. Sentimos que acá somos impunes; yo soy de la que paran siempre para decirle a alguien “se te cayó la caja de cigarros” o “se te voló la bolsa en la que llevabas el refuerzo”. Tenemos que poner en evidencia y ayudarnos en esas cosas; además, me parecería bueno tener un cuerpo inspectivo, porque si te tocan el bolsillo reaccionás.
-¿Puede subsistir un sistema de recolección de residuos moderno con los hurgadores en sus caballos?
-Definitivamente, no. Debemos modernizar, generándole a aquel que trabaja de la basura un puesto digno. No me sirve que lleve el carro a su casa y sus niños deban vivir en la basura desde que nacen. Tiene que haber trabajadores que clasifiquen en buenas condiciones y que realmente los niños no sean parte de esa historia.
-En la intimidad, ¿cuero, lencería o disfraz?
-Lencería.
-¿Cuánto le preocupa el tema de la inseguridad?
-Mucho. Hay otras cosas que se han ido solucionando, pero la inseguridad es algo más que la posibilidad del atraco en cualquier esquina: es la violencia con la que cualquier delito se comete, nuestras acciones de convivencia. No podemos reducir el tema de la seguridad a lo que lo reduce la derecha, diciendo que los que delinquen son los cientos de jóvenes en conflicto con la ley, y que habría que tratarlos como adultos para que dejen de delinquir. Con el hecho de que hemos superado los 9.000 presos adultos se demuestra que se ha sido profundamente ineficaz para prevenir el delito. Hay que recomponer una sociedad que siempre se jactó de ser la más integrada de la región -y lo era-. Efectivamente, lleva mucho tiempo y lleva políticas desde muchos ángulos.
-Hace muy poco dejó de ejercer la medicina, dejó el Senado también, ¿está perdiendo plata con esto de la política?
-En la política no se puede pensar en hacer plata (se ríe). Me queda clarísimo que en alguno de estos temas mi propia familia, pero también figuras como Reinaldo Gargano con su austeridad, nos hicieron ver siempre como un servidor público. No se trata de servirse de la gente, sino de servir a la gente, y eso a veces es visto con frivolidad, pero es fundamental. Se dijo que si yo mantenía las dos responsabilidades, el Senado y la presidencia del FA, era para cobrar dos sueldos, sabiendo que eso no era así, pero capaz que alguien pensó que sí. Uno tiene derecho a cobrar salario donde trabaja, pero me parecía que era una única tarea, así lo concebía.
-¿Cuánto le paga el FA?
-Lo que me pagaba el PS como senadora, que era el sueldo menos las deducciones del partido y del FA a los cargos políticos y legislativos, que es el 15%. Por tanto, percibo un salario que ronda los 70.000 pesos.
-¿Qué debería ocurrir para que en Uruguay haya una presidenta?
-Un cambio sustantivo en los partidos políticos, que constituyen el embudo por el cual no pasan ni los jóvenes ni las mujeres. Creo que no hay mejor norma que la paridad; de eso me he ido convenciendo con el transcurso del tiempo, y creo que es lo más equitativo, pero además no sólo por llegar a los lugares donde se toman decisiones, sino también porque nosotros somos tributarios de una división de las responsabilidades, en la que las mujeres tenemos las responsabilidades de la familia y el mundo de los afectos, y teóricamente los varones tienen el mundo del trabajo, de la política, de la alta política. Me parece que a la larga nos vamos a dar cuenta, lo que yo no quiero es que sea a la larga, yo quiero que sea a la corta, porque realmente es una sociedad mucho más amena, habitable y que ofrece una vida más deseable para todos y todas.