El gobierno francés estudia la posibilidad de disolver los grupos de extrema derecha que, aun siendo minoritarios, han alcanzado mucha notoriedad en las últimas semanas, particularmente desde que se debatió el matrimonio homosexual. Esta postura del presidente socialista, François Hollande, se debe a la muerte, a manos de skinheads, de un militante antifascista en París.

Se trata de un estudiante de ciencias políticas, de 18 años, que falleció luego de una pelea con skinheads ocurrida el miércoles. Clément Méric, que cursaba primer año de facultad, militaba en varios grupos de izquierda antifascista y se estaba recuperando de una leucemia. Él y varios de sus amigos se cruzaron en una venta de ropa en París el miércoles con tres militantes de ultraderecha, y los increparon por llevar remeras que decían “white power” (poder blanco) y “blood and honor” (sangre y honor), y les habían visto dos piñas americanas, por lo que decidieron alertar a los encargados de seguridad del lugar.

Según la version de los compañeros de Méric, los jóvenes rapados los rodearon a la salida de la venta. Pero Serge Batskin Ayoub, dirigente del principal grupo al que apuntan los medios franceses, Jóvenes Nacionalistas Revolucionarios, negó que su organización esté implicada (aunque él no estaba en el lugar) y dijo que los agresores fueron los militantes de izquierda. Ayer, siete personas vinculadas con la ultraderecha estaban en detención preventiva, entre ellas el presunto autor material de los hechos. El debate en torno a lo ocurrido involucró a todos los sectores políticos y hubo manifestaciones en todo el país integradas por movimientos, partidos, sindicatos de izquierda y particulares.

Posesivos

La indignación por el homicidio tuvo más fuerza en los sectores de izquierda, dejando poco espacio para la protesta al Partido Socialista (PS) y menos aun a la derecha. Tanto es así que la candidata socialista -y favorita- a intendenta de París, Anne Hidalgo, fue abucheada cuando quiso sumarse a la concentración realizada ayer en París, aunque el PS también había llamado a manifestar. El primero en convocar a concentrarse fue el Frente de Izquierda, sector al que Méric era afín. Los dos líderes de esa alianza, Jean-Luc Mélenchon (Partido de Izquierda) y Pierre Laurent (Partido Comunista), emitieron comunicados de condena, al igual que la mayoría de los políticos. Mélenchon pidió a sus militantes “mantenerse a distancia del PS” en la concentración y Laurent reclamó que se “disuelvan” los grupos de extrema derecha.

El secretario general del PS, Harlem Désir, escribió que su partido apoya la disolución de “los grupos de extrema derecha ultraviolentos”. En tanto, el primer ministro, Jean-Marc Herault, informó ayer, en un homenaje al joven en el Senado, que instruyó a los ministerios de Justicia e Interior para estudiar las posibilidades de “hacer pedazos, de forma democrática, esos movimientos” neonazis que siguen en actividad “con ideologías que tanto daño han hecho a Francia y a Europa”.

La presidenta del Frente Nacional (FN), Marine Le Pen, se apresuró a condenar esa muerte “espantosa”, esos “hechos inadmisibles”, y dijo que su partido no tiene “nada que ver” con lo ocurrido. Desde que tomó la posta de su padre, Jean-Marie, cercano a grupos nacionalistas de ultraderecha surgidos cuando Argelia se independizó de Francia, Marine se aplicó a “limpiar” la fuerza política de esos militantes, que deslegitimaban al FN. Pero esos grupos quedaron más libres “en la sombra”.

Desde la oposición de derecha, la Unión por un Movimiento Popular (UMP), se sintió aludida, ya que desde la izquierda acusan a ese partido, que gobernó Francia hasta el año pasado, de legitimar ideas de ultraderecha con sus guiñadas al FN buscando réditos electorales. “Por fuera de toda ética algunos se creen autorizados [...] a acusar a la UMP o hacer un paralelo entre los agresores [de Méric] y las familias que manifestaban pacíficamente contra el proyecto de ley sobre el matrimonio homosexual”, dijo la diputada de la UMP Valérie Debord en un comunicado. Muchos apuntan al crecimiento de los grupos extremistas a raíz de las movilizaciones contra el casamiento gay, en las que protagonizaron actos de violencia. La ex ministra conservadora de Justicia Rachida Dati, pidió en tanto a Désir que deje de “instrumentalizar” el asunto.

Estos hechos, además de ofrecer la posibilidad de sacarles fuerza y apoyo a los grupos fascistas, también son una buena oportunidad para el gobierno de mejorar su bajo índice de aprobación, e incluso de generar cierta unidad en la fragmentada izquierda francesa.