Una papa

“Un papa singular”, dijo José Mujica. “Un hombre sabio”, retrucó Jorge Bergoglio. Ambos se encontraron el sábado en el Vaticano. El presidente reiteró su preocupación por la paz en Colombia y la necesidad de que la Iglesia aporte una “mano militante para luchar contra la pobreza”, entre otros temas. También hablaron de un “amigo en común”, en referencia al fallecido Alberto Methol Ferré, y Mujica le llevó de regalo un ejemplar de La América Latina en el siglo XXI. “Nos ayudó a pensar”, dijo Bergoglio. “Nos abrió la cabeza”, agregó Mujica. El presidente dijo además, tras el encuentro, que encontrarse con el religioso argentino fue “como hablar con un amigo del barrio”.

Del Vaticano volvió a España, al País Vasco y a Santiago de Compostela, pero no regresará a Italia como estaba previsto. Por recomendación médica, para amortiguar el cansancio que le generó el viaje, Mujica terminará la agenda prevista hoy en La Coruña, y luego regresará a Madrid para descansar. En Roma tenía previsto reunirse con el presidente Giorgio Napolitano y con el primer ministro Enrico Letta.

Un paraíso. Así definió José Mujica al pueblo de donde viene su apellido, Muxika. Y algo de razón tiene. Muxika está a 45 minutos en tren desde Bilbao y es una localidad ubicada entre montañas, con caseríos de piedra desperdigados cada uno o dos kilómetros y muchas tabernas. La mayoría de sus 1.600 habitantes trabaja en el campo y en aserraderos cercanos, pero con extrema tranquilidad: todo parece deshabitado.

El escaso movimiento no se vio alterado por la llegada del presidente uruguayo. Algunos sí sabían de su visita, pero otros no. “¿En serio viene? El único presidente decente”, comentó una señora cercana a los 60 años cuando se enteró de que Mujica pasaría allí la noche. La visión generalizada que tienen los españoles de Mujica no tiene tanto que ver con su historia sino con la actualidad, con el perfil que han difundido los medios internacionales, el del estilo de vida sencillo y alejado de los lujos propios de los presidentes.

Los Muxika fueron los señores de este territorio, pero ya no quedan muchos rastros de su linaje. De hecho, el propio Mujica no tiene muy clara su ascendencia, sólo el dato de que fue su tatarabuelo el que emigró desde el País Vasco hacia Uruguay.

En la guía telefónica de Muxika no hay registros del apellido Mujica, o Múgica, como lo escriben los locales. Sí hay dos personas que lo llevan en Guernica, una localidad cercana, conocida por haber sufrido en 1937, durante la Guerra Civil española, un bombardeo que destruyó prácticamente todo, y que inspiró el famoso cuadro de Pablo Picasso. El primero, Miguel Múgica, no contestó la puerta. El segundo, José Ramón Múgica, sí. Labrador y empleado de una fábrica en el pueblo desde hace más de 30 años, José Múgica se enteró, por la televisión de que en Uruguay había un presidente con su mismo apellido, un día antes de la llegada de Mujica.

La solidaridad del 94

La tardecita del sábado recibió a Mujica con mucha niebla y una llovizna leve. Desde el aeropuerto de Bilbao, recién llegado desde el Vaticano (ver recuadro), fue directo a Guernica. Allí lo esperaban las autoridades locales, con canciones y bailes vascos, y le mostraron el árbol de Guernica, un lugar que destacan como símbolo de la democracia, ya que a su alrededor se reunían los representantes de los pueblos euskeras siglos atrás. La historia de Euskadi y el deseo de independencia aparecen constantemente al hablar con habitantes del lugar. Todos hablan euskera y por todos lados hay banderas de Euskadi. También hay, en Guernica, carteles que piden la liberación de los presos de ETA.

Mujica pasó la noche en la posada rural Urune, en Muxika, y se levantó a las 6.00. La actividad oficial comenzó a las 8.30 en el ayuntamiento, encabezado por Aitor Goldaraz, un alcalde de 40 y pocos años. Es el primer alcalde de izquierda del municipio y pertenece a Bildu, una coalición creada luego de la ilegalización de Batasuna. Es maestro en una escuela granja de Muxika y dona parte de su sueldo, como Mujica.

En la puerta del ayuntamiento lo esperaban alcaldes de barrio, diputados locales y nacionales y gente del pueblo, sin protocolo y con más banderas de Euskadi. En una sala del edificio de piedra el alcalde leyó el discurso desde su Ipad. Destacó que no muy a menudo llegan “mandatarios internacionales” al pueblo, “y menos con el carácter personal que le ha dado usted, que quiere conocer el origen del linaje de su apellido”.

En barra

El domingo la gira siguió a pocos kilómetros de Muxika, en Mondragón. Gabriel Frugoni, director de la Oficina de Planeamiento y Presupuesto, y el asesor presidencial Pedro Buonomo viajaron allí tres días antes que el resto de la delegación. El objetivo fue conocer la experiencia de Corporación Mondragón, un grupo de 256 empresas de las que casi la mitad son cooperativas. Es el primer grupo económico del País Vasco, el séptimo en España y el primer grupo cooperativo en el mundo. Emplea a más de 83.000 personas; el 82% son cooperativistas. El Ministerio de Industria firmó un acuerdo de cooperación técnica con la Corporación, que colaborará también con el Fondo de Desarrollo Social (Fondes) y el Instituto Nacional de Cooperativismo.

La historia de Corporación Mondragón tiene muchos puntos de contacto con el modelo que quiere impulsar Mujica. Un cura, José María Arizmendiarrieta, creó la Escuela Profesional Politécnica en 1943, y en 1956, junto a cinco graduados, fundó Talleres Urgol, que años después se convertiría en Fagor, una de las empresas cooperativas más grandes de la Corporación Mondragón. A su alrededor surgieron otras, y se creó la Caja Laboral, que las impulsa financieramente. Frugoni informó que técnicos de Corporación viajarán en las próximas semanas a Montevideo para presentar una propuesta de apoyo técnico para la estructura y funcionamiento institucional del Fondes y respecto de las empresas apoyadas.

Mujica recorrió también la Universidad Mondragón, cooperativa y con un perfil similar al de la Universidad Tecnológica: formar profesionales en estrecho vínculo con las necesidades de las empresas de la corporación. Mujica consultó por la financiación, y durante la visita a los laboratorios preguntó si investigaban con transformadores: “Allá tenemos una empresa de la barra que trabaja con transformadores”, comentó, en referencia a Urutransfor.

Luego los primos Xabier y Onintza Enbeita, ambos cercanos a los 30 años, cantaron lo que sería una payada pero vasca, el bertsolarismo, un canto improvisado a capella. Los dos lo hicieron en euskera, y entre los uruguayos sólo Mujica entendió lo que cantaban, porque Goldaraz le hacía traducción simultánea. En el segundo canto sí se entendieron los nombres de Fernando Morroni y Roberto Facal, dos uruguayos que murieron en 1994 frente al hospital Filtro, mientras se manifestaban en apoyo a tres miembros de ETA que pedían asilo político en Uruguay. “He remarcado la solidaridad entre Euskadi y Uruguay, nos unen bastantes años; he recordado en el 94, cuando murieron Facal y Morroni, con la esperanza de que el futuro nos una también”, explicó Xabier a la diaria.

Mujica prefirió eludir esa historia y, en cambio, se refirió constantemente a los lazos migratorios y a las similitudes en “los rostros” de uruguayos y vascos. “Tenía la curiosidad de conocer este paisaje humano”, explicó, y dijo que “hay algo” de esa zona en Uruguay: los “pastos” y la payada, “que se hizo canto de protesta, se hizo grito de las peonadas desamparadas”. Comentó que le gustaría volver con su compañera, cuando deje su cargo y tenga más tiempo para ir y recorrer a pie el lugar. “Los rincones de nuestro planeta deben conservar sus tradiciones, lo mejor de lo que fueron. No todo puede ser frivolidad, lustre y todo globalizado. De algún lado somos, en algún pedazo de terrón tenemos sentido de pertenencia”.

La historia y la razón

Onintza Enbeita, una de las cantantes de bertsolari, es diputada en el Congreso español por Amaiur, la coalición con la que Bildu se presentó en las elecciones nacionales. Contó que para ella, nacida en Muxika, fue un orgullo recibir a Mujica: “Los políticos roban todo lo que pueden, y ver a un presidente como él, que sea tan sencillo, que tenga las cosas claras y otra forma de hacer política, el hecho de que él exista me emociona, es una pequeña esperanza”.

Explicó que para “la gente de aquí que es de izquierdas” Mujica “se está convirtiendo en un referente. No él solo, están los ejemplos de Venezuela o Cuba, pero creo que él es mucho más sencillo, saca menos ruido, hace su trabajo sin ningún tipo de propaganda y sin colgarse ninguna medalla. Para mí es un ejemplo de lo que debería de ser la política”.

Su pasado como guerrillero también pesa para los integrantes de la izquierda arbetzale. “Una lucha con determinados objetivos tiene distintas fases, y él es un ejemplo de eso. Veo un tupamaro que ha llegado a ser presidente, y acá cuando estás todo el día en Madrid (en el Congreso) es una frustración: todo el día escuchando ‘ustedes pidan perdón’, ‘ustedes condenen’, ‘ustedes no son nadie para hablar de la democracia’. Si en Uruguay la historia ha dado la vuelta y al final le ha dado la razón al pueblo, pues en Euskadi también la historia nos dará la razón, y algún día se reconocerán algunas cosas importantes que ha conseguido la izquierda abertzale. Se pudo llegar a este momento con una tregua definitiva y con una unión de izquierdas”, valoró.

Mujica inauguró con su firma el libro de honor del ayuntamiento: “Gracias por el aliento que me das”, escribió. Saludó uno por uno a todos los que se acercaron -algunos uruguayos viajaron especialmente hasta el pueblo para saludarlo-, y recibió una réplica de la llave de la Casa-Torre de Muxika, que fue residencia de sus antepasados.

Se fue de allí diciendo que las palabras se quedan cortas para expresar la emoción, y pensando que Muxika es un lugar “notable” para vivir: “La tenían que haber pasado muy mal mis antepasados, acorralados, para irse de este paraíso”.