El 1º de junio la Policía se había retirado de la plaza Taksim, en el centro de Estambul, al lado del parque Gezi, aunque mantenía enfrentamientos aislados con los manifestantes en otras ciudades, principalmente en Ankara, la capital turca.
El lunes comenzó a correr entre los manifestantes instalados en la plaza el rumor de que la Policía intentaría desalojarlos, especialmente a partir del duro tono utilizado por el primer ministro, Recep Tayyip Erdogan, quien días antes había advertido que a su gobierno se le acabaría la paciencia. Para contrarrestar el rumor se utilizaban las declaraciones del gobernador de Estambul, Huseyin Avni Mutlu, quien aseguró que no se produciría la intervención policial.
La alarma descendió un poco más después de que el viceprimer ministro, Bülent Arinç, anunciara que Erdogan se reuniría con “algunos de los grupos que organizan esas manifestaciones”. “Nuestro primer ministro escuchará lo que tienen que decir” en un encuentro previsto para hoy, agregó. Si bien Arinç no precisó qué grupos se reunirían con Erdogan, los medios mencionaban ayer a la Plataforma de Solidaridad por Taksim, que informó que no había recibido ninguna invitación del primer ministro.
Aun así, el intento de desalojo llegó pasado el mediodía de ayer. En coches blindados, acompañados de carros lanza-agua y gases lacrimógenos, centenares de policías ingresaron a la fuerza en la plaza y arrasaron con lo que encontraron a su paso, asegurando que sólo entraban a la plaza para limpiarla. Algunos manifestantes intentaron enfrentarlos con bombas molotov y lanzando objetos contundentes, como botellas. Lentamente la Policía fue avanzando hasta tomar la plaza, donde levantó las barricadas y las carpas de los manifestantes con una pala mecánica, y los enfrentamientos se dispersaron por las calles adyacentes. Los policías no ingresaron al parque Gezi, ocupado por miles de manifestantes que ya estaban instalados.
En este contexto los manifestantes denunciaron que se han infiltrado policías entre ellos. El gobernador de Estambul aseguró en Twitter que se había detenido a un miembro del izquierdista Partido de la Democracia Socialista mientras atentaba contra la Policía, pero desde la formación aseguraron que entre sus afiliados no figuraba ninguna persona con el nombre del detenido. Varios manifestantes señalaron a agencias internacionales que son los infiltrados los que generan enfrentamientos con la Policía. Esos primeros choques dejaron a unas 200 personas heridas, entre policías y activistas.
Horas después de la invasión, la Policía se retiró y la plaza volvió a verse repleta tanto de militantes que volvían al lugar, que ha adquirido valor simbólico en los últimos días, como por personas que concurrieron para mostrarles su apoyo.
La Policía volvió a desalojar la plaza, recurriendo a los mismos métodos; miles de personas huyeron, pero también se registraron varios heridos. El gobernador de Estambul, que a esta altura ha adoptado una actitud casi de complicidad con los manifestantes, pidió “a los ciudadanos [...] que se separen de esos grupos marginales y abandonen la plaza”. Evidentemente alarmado por la posibilidad de que los enfrentamientos se mantengan durante toda la noche, agregó que es un consejo “por su propia seguridad”.