Ayer la Organización de las Naciones Unidas (ONU) dio a conocer un nuevo informe sobre Siria. El estudio fue realizado para la organización internacional por una comisión independiente. El presidente del equipo de investigadores, el brasileño Paulo Sérgio Pinheiro, destacó en la presentación del trabajo que los “fundamentos razonables para creer que han sido usados agentes químicos como armas” no deben hacer que se olviden “los horrores de las armas convencionales, los bombardeos, los asesinatos masivos que masacran diariamente a la población civil”. Acerca de las armas químicas, los expertos admiten no tener pruebas de cuál de los dos bandos las utilizó. El canciller galo, Laurent Fabius, dijo ayer que los análisis realizados de las muestras recogidas en las afueras de Damasco por dos periodistas del diario Le Monde muestran la presencia de gas sarín en el cuerpo de milicianos opositores. Sin embargo, Washington reiteró que hace falta “más información” antes de “tomar cualquier decisión”.

El Observatorio Sirio de Derechos Humanos, con sede en Inglaterra y opositor al gobierno que encabeza Bashar al Assad, estima que en el conflicto que comenzó en marzo de 2012 murieron 96.000 personas y que los civiles representan casi 60% de las víctimas. La ONU, en cambio, sostiene que los muertos son unos 80.000. Sin embargo, es muy difícil establecer un conteo fiable de las vidas que cobran a diario los combates, debido a la ausencia de fuentes independientes presentes en el lugar de los hechos.

De cualquier forma, no cabe duda de que los muertos son demasiados y que la población civil es la primera víctima del conflicto, motivo por el cual son varios los países que buscan una solución. La última esperanza surgió de la propuesta de Estados Unidos y Rusia, dos países con intereses antagónicos en Siria, porque el primero apoya a la oposición y el segundo, al régimen de Al Assad. La idea es convocar una cumbre llamada Ginebra II, en referencia a otra reunión, celebrada en la ciudad suiza hace un año, cuando se acordó, por primera vez, establecer un gobierno de transición en Siria. En este sentido, hoy se celebra una cumbre preparatoria entre la ONU, Estados Unidos y Rusia.

Si bien el gobierno sirio dijo que irá al encuentro, aun sin muchas expectativas, la oposición mantenía ayer su decisión de no concurrir. Las fuerzas que se oponen a Al Assad son diversas y no logran alcanzar una postura común, ni siquiera para nombrar un líder. Lo único que las une es la firme voluntad de sacar a Al Assad del poder, pero ese reclamo no se puede cumplir previo a la cumbre, inicialmente prevista para este mes pero que se pospuso para julio. Moscú reclamó a Washington que sea más persuasivo con los opositores, para que dejen de poner condiciones a la negociación. No obstante, de acuerdo a varias publicaciones del segundo grupo de prensa estadounidense, McClatchy, Estados Unidos bloqueó la entrega de 60 millones de dólares de ayuda a la oposición siria, debido a su falta de unidad.

A todo esto, hace semanas se sumó al conflicto un nuevo actor: el brazo armado del Hezbolá libanés, organización chiita cuyo brazo político integra el gobierno del país vecino a Siria. Las milicias armadas de ese grupo, que desde siempre han contado con el apoyo de Al Assad, combaten junto a las fuerzas gubernamentales, en particular en la ciudad estratégica de Qusseir, cercana a la frontera libanesa.

Ayer el líder del grupo en el Parlamento libanés, Mohamad Raad, dijo que al tomar el control de esa ciudad los opositores sirios quisieron “apuñalar por la espalda” a Hezbolá, con la ayuda de “los países petrolíferos, que nada conocen de la democracia”, y a pedido de Israel. “Nosotros no intervenimos en Siria, estamos ahí para defender a Líbano y su resistencia, así como para proteger nuestro país. Apuntamos nuestras armas a los que se alían con los sionistas”, dijo. La implicación de ese grupo chiita reavivó las tensiones en Líbano, y algunos líderes sunitas llamaron a sumarse al conflicto sirio, en apoyo a los opositores. No cabe duda de que en Qusseir, como en otras ciudades, se está dando un baño de sangre, pero Al Assad dijo que la Cruz Roja podrá acceder cuando las “operaciones militares hayan terminado”. Según la agencia de noticias AP, hasta el hospital de la ciudad fue destruido.