El sindicato de trabajadores públicos de Turquía, KESK, una de las cuatro mayores centrales obreras del país, pidió a todos los sindicatos a que se unan a su llamado de “paro de advertencia”. El KESK paralizará sus actividades por 48 horas a partir de hoy, en condena al “estado de terror que se ha aplicado contra las multitudinarias protestas”.

“Desde hace siete días la gente está en la calle y los sindicatos deben jugar también su papel en esto”, aseguró en declaraciones a la agencia de noticias Efe el secretario general del KESK, Ismail Hakki Tombul. En Estambul y Ankara continuaban ayer las manifestaciones por cuarto día consecutivo, y quienes allí estaban aseguraban, al ser consultados por los medios, que no se irán hasta que no dimita el gobierno, al que catalogan como autocrático, principalmente por su primer ministro.

El líder del Ejecutivo se apoyó ayer en sus victorias electorales: ganó tres elecciones que le permiten permanecer en el poder desde 2003 y, al menos hasta el inicio de estas manifestaciones, era favorito para los comicios presidenciales que se realizarán en 2014. “El hecho de que el AKP haya aumentado sus votos en tres elecciones seguidas y haya ganado dos referéndum muestra cómo la gente de esta nación ha abrazado al partido”, aseguró. El tono de Erdogan volvió a ser enérgico y su discurso estuvo exento de autocríticas o promesas de revisiones. El primer ministro definió las protestas como “brotes extremistas” y exigió a los manifestantes que si quieren “un cambio” lo expresen en las urnas. “Calma, relax, todo esto pasará”, dijo el primer ministro, quien montó en cólera cuando uno de los periodistas le preguntó si al menospreciar a los manifestantes no estaba “tirando gasolina al fuego”. Los críticos del gobierno señalan que esta postura de Erdogan es sólo una muestra de lo que es su gobierno, que rechaza el diálogo, muestra nulo interés en lograr acuerdos y además no disimula la descalificación de los opositores.

No sólo la actitud de Erdogan parece animar el conflicto, sino también la de los medios, la mayoría de los cuales están en manos de la clase alta turca, favorable al gobierno islamista moderado del primer ministro y su Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP por su sigla en turco). Acusándolos de dar información parcializada, varios grupos de manifestantes se han trasladado ante las puertas de los grandes medios para mostrar su rechazo.

El primer ministro también mostró su molestia con los medios alternativos que están utilizando los manifestantes, especialmente con las redes sociales. “Ahora hay una amenaza que se llama Twitter. Los mejores ejemplos de mentiras se pueden encontrar allí. Para mí, las redes sociales son la peor amenaza para la sociedad”, aseguró Erdogan.

El primer ministro partió en un viaje oficial que lo llevará a Marruecos, Argelia y Túnez en los próximos cuatro días, y en coincidencia con su alejamiento se pudieron ver las primeras brechas en el gobierno a partir de esta situación. El presidente, Abdullah Gül, líder histórico del AKP, utilizó un tono mucho más conciliador al referirse a los manifestantes. “Hay que respetar a todos, hay que cumplir las reglas”, señaló. “Todo el mundo tiene que sentirse lo más libre posible en su país. La voluntad del pueblo se expresa con las elecciones. Pero la democracia no son sólo las elecciones, hemos entendido el mensaje”, aseguró el mandatario. Además, Gül aceptó reunirse con el líder del opositor Partido Republicano del Pueblo, Kemal Kiliçdaroglu, que respalda las protestas y a quien Erdogan había acusado en su conferencia de haberlas impulsado.

Pero no todo fueron declaraciones. Ayer se informaba que durante la noche del domingo fueron detenidas más de 500 personas y un grupo de manifestantes en la ciudad de Izmir lanzó cócteles molotov contra una oficina del gobierno local, que se incendió totalmente. Además, las autoridades reconocieron que hay dos heridos graves -uno de ellos con muerte cerebral y otro que necesita una cirugía cerebral- y un tercero falleció, ayer, mientras disponía una barricada en el medio de una autopista en Estambul.