Al cierre de esta edición se informaba que por lo menos siete personas habían muerto y 144 resultaron heridas ayer en Egipto en el marco de los enfrentamientos en varios puntos del país entre partidarios y detractores del presidente de acuerdo a informaciones brindadas por el Ministerio de Salud.

Mientras continuaban los cruces y las manifestaciones masivas, el mandatario se reunió con Abdel Fatah al-sisi, el jefe de las Fuerzas Armadas, que el lunes había dado un ultimátum, que vence hoy, para que el gobierno escuche los reclamos de los manifestantes opositores. Estos últimos invadieron las calles del país el domingo con protestas multitudinarias, comparables a las que en enero de 2011 terminaron con la salida del poder del ex presidente Hosni Mubarak. Ayer la oficina de la presidencia egipcia emitió un comunicado en el que rechazó el ultimátum de los militares: “Egipto, junto a todas sus fuerzas, no permitirá retroceder”, dice el texto. También asegura que está dando “pasos prácticos” de cara al diálogo nacional que se propone impulsar, y que seguirá haciéndolo “al margen de cualquier comunicado que profundice la división entre los hijos de Egipto”. Por otro lado, el comunicado del Poder Ejecutivo lamenta no haber recibido información previa al ultimátum por parte de las Fuerzas Armadas.

Paralelamente, y mientras los analistas consultados por los medios internacionales arriesgaban evaluaciones de la situación, parecía claro que las decenas de miles de personas que salieron a las calles en estos días con motivo de su rechazo a la gestión de Mursi, que asumió hace un año, sólo tienen eso en común. Se enfrentan con los seguidores de una organización poderosísima en el país, los Hermanos Musulmanes.

Esta red islamista sunita creció en base a una fuerte presencia en todo el territorio de Egipto, brindando ayuda social, realizando ollas populares, construyendo policlínicas y difundiendo sus ideas en las mezquitas por medio de imanes fieles a su causa. Durante los 30 años de gobierno de Mubarak los Hermanos Musulmanes fue la única organización que, basada en su carácter social y aprovechando la tolerancia parcial que le otorgaba el poder, pudo desarrollar una propuesta alternativa. Gracias a eso, cuando cayó Mubarak y hubo que votar, fue vista como la única alternativa seria.

Intentando revertir esa situación, la variopinta oposición creó ahora un nuevo movimiento, El Frente del 30 de Junio, en referencia a la movilización histórica realizada el domingo. Esa nueva organización eligió como principal dirigente a Mohamed el Baradei, una figura bien vista por Occidente que venía liderando a la oposición liberal y laica. El Baradei es el ex jefe de la Agencia Internacional de la Energía Atómica de la Organización de las Naciones Unidas y fue premio Nobel en 2005. El nuevo frente opositor está integrado por el movimiento civil Tamarod (que dice haber juntado 22 millones de firmas a favor de la renuncia de Mursi y de convocar elecciones anticipadas y que llamó a la manifestación del domingo) y otros grupos de la sociedad civil, además de partidos políticos laicos entre los cuales está el de El Baradei, Al Dostur.

Tamarod también había lanzado un ultimátum a Mursi para que renunciara, pero el mandatario descartó la posibilidad de dejar el cargo. La soledad de Mursi siguió aumentando ayer cuando ya se sumaban seis ministros renunciantes, además de varios diputados. Hasta el principal partido salafista (sunita conservador), Al Nur, pidió que se celebraran elecciones anticipadas para cumplir con el reclamo de los manifestantes.