Voto a voto se definían las elecciones primarias chilenas en la oficialista Coalición por el Cambio, que enfrentaba a los ex ministros Pablo Longueira, de la Unión Democrática Independiente, y Andrés Allamand, de Renovación Nacional. Fue un cabeza a cabeza durante varias horas, hasta que el escrutinio completo dio una ventaja de más de 22.000 votos a Longueira y Allamand reconoció su derrota. El resultado reflejó una paridad entre las dos principales fuerzas del oficialismo: 51,37% para la Unión Demócrata Independiente; antes de la votación se hablaba de que, cuanto mayor fuera la diferencia entre las candidaturas, más unida se mantendría la alianza oficialista tras ella.

Tal como estaba previsto, la ex presidenta Michelle Bachelet venció con holgura en la opositora Nueva Mayoría (nuevo nombre de la Concertación), respaldada por el Partido Socialista, el Partido por la Democracia, el Partido Comunista y otras formaciones menores. Los otros precandidatos, según su votación, fueron el independiente Andrés Velasco, Claudio Orrego, de Democracia Cristiana, y José Antonio Gómez, del Partido Radical Socialdemócrata. De los 3 millones de votos emitidos más de 1.5 eran para la ex presidenta, que consiguió más apoyos que todos los otros participantes de las primarias juntos, ya sean opositores u oficialistas. En líneas opositoras sorprendió que Velasco quedara en segundo lugar, superando por casi 88.500 votos a Democracia Cristiana, uno de los principales sostenes políticos de la formación; en parte, porque las encuestas no lo auguraban así, pero especialmente porque no contaba con el respaldo ni de un partido ni de grandes figuras. ahora, algunos de sus militantes mencionaron la posibilidad de hacer un partido tras su nombre. Tras conocer los resultados, todos los candidatos que compitieron con la ex mandataria reconocieron la derrota y manifestaron todo su apoyo de cara a las elecciones presidenciales que se realizarán en noviembre, gesto que reconoció Bachelet en el discurso que brindó anoche ante sus seguidores.

Las elecciones primarias fueron los segundos comicios celebrados desde que se reformó la norma electoral en Chile, que dispuso la inscripción automática en el padrón electoral y el voto voluntario. En la experiencia anterior, las municipales de octubre de 2012, hubo 60% de abstención, pero ayer, según la vocera del gobierno, Cecilia Pérez, la participación fue mayor a la esperada. En el mismo sentido se manifestaron portavoces de varios partidos.

Tanto para unos como para otros era importante la cantidad de personas que asistieran a votar. Antes que nada, porque la ley de primarias se aprobó a instancias del reclamo ciudadano por una mayor participación en la vida política para contar con una mayor representatividad. Pero además, cada sector tenía sus intereses en estas primarias: en la oposición, cuantos más votos lograra Bachelet mejor sería su lanzamiento hacia la campaña presidencial -lo que en definitiva se confirmó-, en tanto que en el oficialismo intentaban evitar un bajo respaldo de la población a la alianza que gobierna el país.

Todos los precandidatos destacaron que la jornada fue “histórica”, y el presidente Sebastián Piñera se jactó de que “por primera vez” en su historia, Chile tiene elecciones primarias, cuya celebración se debe a una reforma electoral aprobada por su gobierno.