Ya son ocho las veces que la oposición pide que el presidente español compareciera en el Congreso y que la bancada oficialista rechaza el pedido. La cuenta va desde que comenzó a hablarse del caso Bárcenas, en referencia al ex tesorero del gobernante Partido Popular (PP), Luis Bárcenas, quien llevaba adelante una contabilidad paralela y pagaba sobresueldos a los jerarcas del gobierno durante la administración de José María Aznar, lo cual es ilegal según las leyes españolas.

Bárcenas, actualmente en prisión preventiva, aseguró a la Justicia que él le pagó a Mariano Rajoy, hoy presidente, cuando era ministro y en mano la suma de 25.000 euros en 2010. Tras las declaraciones de Bárcenas hubo grupos opositores que pidieron a Rajoy que compareciera en el Congreso o que renunciara, pero el presidente se limitó a asegurar en conferencia de prensa el lunes que cumplirá con su mandato, y la bancada oficialista evitó que tuviera que concurrir al Parlamento.

Ayer Rajoy reiteró su postura ante el Consejo Empresarial por Competitividad, un órgano privado integrado por los presidentes de 18 de las grandes compañías españolas, que le brindó su apoyo. Durante el encuentro celebrado en el Palacio de la Moncloa, el mandatario dijo que es “víctima de una persecución”, al tiempo que garantizó a los empresarios que proseguirá en su cargo y que preservará la estabilidad 
política.

Por su parte el líder del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), y de su bancada en el Congreso, Pérez Rubalcaba, aseguró que la oposición tiene la fuerza “moral”, aunque no la parlamentaria, para exigir a Rajoy que renuncie. Desde el domingo el PSOE y otras fuerzas opositoras debaten la manera de actuar ante esta situación. El bloque Izquierda Plural, que lidera Izquierda Unida, reclamaba que el gobierno renunciara en bloque y manejaba tanto la posibilidad de una moción de censura como la de elecciones anticipadas, mientras que los socialistas -que siguen mostrando baja popularidad en las encuestas- pedían solamente la renuncia de Rajoy y no la del gobierno. El PSOE venía rechazando la moción de censura porque ésta debe ser presentada junto a una alternativa para ocupar el cargo -que en este caso sería Rubalcaba- y porque no hace obligatoria la comparecencia del actual jefe de Estado; la norma sólo establece que puede hacerlo, pero no que debe.

Aun así, se convirtió en la única forma de intentar forzar la comparecencia de Rajoy ante el Congreso. “No quiero sustituir al presidente del gobierno, sé que no tenemos diputados suficientes. Lo que quiero es que venga a esta cámara”, aseguró Rubalcaba ayer ante sus correligionarios.

El líder socialista dijo que su bloque “ha pasado de pedir la dimisión del presidente del gobierno a actuar para que dimita. Ésa es la diferencia fundamental”. Rubalcaba señaló que por octava vez los socialistas pedirán la comparecencia de Rajoy ante el Congreso “para que dé 
explicaciones. La vamos a pedir porque queremos que venga a la cámara para poder decirle que tiene que dimitir de presidente del gobierno de España”. “Si el Grupo Popular [la bancada del PP] vuelve a negar la comparecencia del presidente del gobierno, presentaré una moción de censura”, dijo Rubalcaba.

La próxima sesión agendada del Congreso es el 24 de julio y en ella se solicitará la presencia de Rajoy. El PP todavía no tiene definido -medios españoles aseguran que Rajoy es quien no tomó la decisión aún- si se accederá o no a esa solicitud. El portavoz de la bancada popular, Alfonso Alonso, dijo que el PP no tiene elementos para cambiar su postura, que es evitar la comparecencia del presidente, asegurando que él ya dio explicaciones. El diario español El País informó que en la bancada popular hay una fuerte sensación de que el más perjudicado con una moción de censura sería Rubalcaba, porque debería presentar su candidatura y un proyecto de gobierno, y sabiendo que no cuenta con los votos necesarios para sustituir a Rajoy, sería una derrota. Está todavía muy fresco el recuerdo de las dos ocasiones en que se usó la moción de censura; ambos partidos usaron la herramienta para buscar la caída de gobiernos del signo contrario, y, en ambos casos, quienes lideraron las mociones y se presentaron como candidatos alternativos salieron muy mal parados.