“Muchas de las víctimas mortales son mujeres y niños. Llegaron con las pupilas contraídas, las extremidades frías y espuma en la boca. Según los médicos, son típicos síntomas de víctimas de gas neurotóxico”, dijo Bayan Baker, una enfermera del centro de atención médica de la localidad de Duma, cerca de Damasco, a la agencia de noticias Reuters.

Distintas fuentes coincidieron en que hubo fuertes ataques en la noche de martes a miércoles en las afueras de la capital siria. También coinciden en que por lo menos la mitad de los muertos durante los ataques fueron mujeres y niños. Para apoyar esas denuncias se multiplicaron los videos en la web, pero era difícil comprobar su autenticidad. Las cifras de víctimas anunciadas van de 200 a 1.360 muertos, en base a recuentos de distintos grupos opositores o vinculados a la oposición.

El asunto desembocó en una reunión urgente del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (ONU), a pedido de Francia, Reino Unido, Luxemburgo, Corea del Sur y Estados Unidos. El encuentro fue celebrado ayer a puertas cerradas, según la agencia de noticias Efe.

Siria no ratificó el tratado internacional que prohíbe las armas químicas, y muchos países occidentales dan por hecho que el gobierno de Bashar al Assad, en guerra contra la oposición desde marzo de 2011, dispone de un importante arsenal de dichas armas y las está utilizando.

La agencia de noticias estatal siria SANA, citó al ministro de Información, Omran al-Zoabi: “Si Siria tuviera armas químicas, nunca las usaría, por razones morales y de principios, ya que el gobierno sirio y la comandancia del Ejército y las Fuerzas Armadas se apoyan en un conjunto de valores morales”. Distintas fuentes del oficialismo sirio, citadas por el mismo medio desmintieron los hechos y denunciaron una “sucia guerra mediática”. Un comunicado de las máximas autoridades de las Fuerzas Armadas y del Ejército habla de “falsas noticias sobre un supuesto uso de armas químicas por parte del Ejército Sirio en zonas de Damasco-campo”.

El domingo llegó a Siria un equipo de la ONU constituido por una decena de observadores. Su misión es justamente investigar sobre el uso de esos gases, pero sólo en tres lugares definidos con el gobierno de Al Assad: Jan Al Asal (cerca de Alepo), Ataybé (cerca de Damasco) y Homs (en el centro del país). Luego del anuncio de ayer sobre esta presunta masacre, se acumularon los reclamos para que los observadores puedan investigar también lo ocurrido ayer.

El gobierno ruso, que apoya al régimen sirio, se sumó al pedido de una investigación independiente y la cancillería emitió un comunicado. “A primera hora de la mañana del 21 de agosto, un cohete de fabricación artesanal, similar al usado por los terroristas el 19 de marzo en Jan al Asal y con una sustancia química venenosa no identificada, fue lanzado desde posiciones que ocupan los guerrilleros. Se informa de víctimas mortales entre la población civil”, dice el texto. Además, el comunicado agrega que “llama la atención el hecho de que los medios de comunicaciones regionales a sueldo [de la oposición] iniciaron enseguida, como si hubieran recibido una orden, un agresivo ataque informativo cargando toda la responsabilidad sobre la parte gubernamental”. Según Reuters, si la causa de las muertes y los más de 1.300 muertos se confirmaran, sería el ataque más importante con armas químicas desde el lanzado por el ex líder iraquí Sadam Husein en 1988, que costó la vida de miles de kurdos.