Estados Unidos, China, Reino Unido, Rusia y Francia, miembros del Consejo de Seguridad de la ONU con derecho a veto, se volvieron a reunir ayer a pedido de Moscú. Como en el día anterior, discutieron un borrador británico de resolución que busca dar un marco legal a una eventual intervención militar en Siria y, una vez más, no lograron un consenso, como viene ocurriendo desde 2011, año en el que comenzó el conflicto. Moscú y Pekín chocan contra Washington, Londres y París. Los primeros defienden al gobierno de Bashar al Assad y el principio de no intervención, mientras que los tres países occidentales quieren intervenir para frenar una guerra civil que ya dejó más de 100.000 muertos, según la ONU.

Estados Unidos sigue liderando las hostilidades verbales y ayer el vocero adjunto de la Casa Blanca, Josh Earnest, advirtió que el presidente, Barack Obama, podría actuar sin sus socios, si entiende que ése es el “interés de los estadounidenses”, que son los que lo eligieron y a quienes debe “rendir cuentas”. En ese sentido, Obama se comunicó ayer con el Congreso, al que tiene obligación de informar, aunque como “comandante supremo” de las Fuerzas Armadas puede ordenar un ataque sin su apoyo. Estaba previsto que los legisladores recibieran elementos de prueba sobre los que se basa la certeza estadounidense de que fue el gobierno de Al Assad el autor del ataque con armas químicas ocurrido la semana pasada, que dejó centenares de muertos.

De los 435 diputados, 116 -18 de ellos demócratas- pidieron en una carta a Obama que convoque el Congreso para que autorice el ataque. Mientras tanto, ya son cinco los barcos de guerra estadounidenses estacionados en las aguas del Mediterráneo. En respuesta, Rusia, que sostiene que el ataque químico fue perpetrado por los rebeldes, anunció que enviará al Mediterráneo un barco antisubmarinos y un lanzacohetes.

La postura beligerante de Estados Unidos tuvo ayer un importante revés, porque tanto Reino Unido como Francia bajaron el tono.

En Londres, los diputados sostuvieron ayer un duro debate que terminó con el rechazo ajustado de la propuesta del primer ministro conservador, David Cameron, que buscaba respaldo para una intervención “legal y proporcionada” en Siria. De los tres países que encabezan las hostilidades contra Siria, Reino Unido es el único que necesita el visto bueno del Legislativo para poder actuar (a menos que pida autorización especial a la reina, opción descartada por Cameron). Anoche el primer ministro británico afirmó que, a causa del rechazo parlamentario, su país no participará en la intervención militar.

En París, el cambio de tono fue notable en las últimas 48 horas en boca del propio presidente, François Hollande. El mandatario habló ayer, después de un encuentro con representantes de la oposición siria, y en una conferencia de prensa conjunta con su máximo líder, Ahmad Asid Yarba, descartó un ataque antes de conocer el resultado de la investigación de la ONU. Dijo que la necesidad de un ataque va también en el sentido de dar la posibilidad a la oposición de ser “una alternativa con la fuerza necesaria, sobre todo la de su Ejército”, a Al Assad. La clase política francesa también está dividida respecto de la cuestión, pero el Parlamento sólo será consultado en plenario el miércoles y no habrá voto.

Al parecer Estados Unidos no podrá contar con Reino Unido ni con Francia, por lo menos hasta mañana, que será el día en el que los expertos que investigaron hasta hoy presentarán un informe preliminar al secretario general de la ONU, Ban Ki-moon. También podrían tener que esperar hasta la entrega del informe definitivo al Consejo de Seguridad.

Los tres países multiplicaron los contactos diplomáticos para sumar apoyos. La Organización del Atlántico Norte era ayer la principal institución que respaldaba formalmente una “respuesta” a Siria. Ayer se sumaron los apoyos no menores de Italia (que tiene varias bases estadounidenses en su territorio) y Alemania a una eventual intervención, aunque en el caso de Berlín el respaldo quedaba pendiente del informe de la ONU. La próxima semana se reúne el G20 en la ciudad rusa de San Petersburgo y ésta podría ser una nueva instancia de negociaciones. Un ataque estadounidense antes de esa importante cumbre puede empeorar el ambiente de la reunión, cuyo clima ya se presume tenso.