Una calma relativa reinaba ayer en las calles de El Cairo y en Egipto en general, conmocionado por el baño de sangre que tuvo lugar hace una semana con la represión de los campamentos de protesta instalados en la capital. Pero las secuelas son notables, empezando por los tanques militares que marcan presencia en la ciudad. Lo ocurrido tampoco puede olvidarse si se prende la televisión, donde los canales informan con insistencia acerca de la “lucha contra el terrorismo” que están llevando a cabo las autoridades de la transición. Ante la acumulación de víctimas, desde el exterior se suman los llamados para que se investigue en profundidad la situación.

Tanto Washington como el secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Ban Kimoon, y el Alto Comisionado para los Derechos Humanos de ese organismo reclamaron que puedan viajar a Egipto observadores internacionales, para evaluar lo que está ocurriendo en el país, sobre la base de fuentes independientes. La actual transición cobró, según las fuentes, entre 600 y 1.400 víctimas, en su mayoría civiles. Una de las voces exteriores de condena más duras en contra de Egipto es la del primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, cuyo gobierno es usualmente presentado como ejemplo del éxito del islam político. Ayer, Erdogan dijo que Israel “está detrás” de lo que ocurre en Egipto. Como prueba de su afirmación, el jefe de gobierno turco dijo que en un foro organizado antes de las elecciones egipcias de 2012 en París, el entonces ministro de Justicia israelí y un intelectual judío dijeron: “Incluso si los Hermanos Musulmanes ganan las elecciones, no saldrán vencedores, ya que la democracia no está en las urnas”, en referencia a Egipto. A los Hermanos Musulmanes y otros defensores de Mursi que murieron en las últimas semanas se suma el hecho de que la mayoría de los dirigentes de la hermandad están detenidos. Mursi acumula acusaciones en su contra y está preso en un lugar desconocido desde su caída. Ayer de madrugada, se le sumó Mohamed Badie, el líder supremo de la organización islamista internacional, que tiene 70 años y había sido electo en ese cargo en enero de 2010. Luego de su detención, los canales egipcios lo mostraron desanimado y cansado, vestido con una túnica tradicional. El juicio de Badie, dirigente de consenso, reputado como moderado, ya estaba fijado para el domingo, junto con el de otros dirigentes. La Justicia dictó en su contra ayer 15 días de prisión preventiva por “incitar al asesinato”. El dirigente islamista estaba prófugo desde el 10 de julio y uno de sus hijos murió el viernes en una manifestación.

La hermandad anunció que Badie será sustituido por uno de sus adjuntos, Mahmud Ezzat, conocido por ser de la línea dura, apodado “el hombre de hierro”. Durante la presidencia de Mursi, el gobierno y la Justicia estuvieron enfrentados. El presidente acusaba a los jueces de ser afines al ex gobierno de Mubarak (muchos habían sido nombrados por él), en tanto, las gestiones y nombramientos que hizo el entonces presidente fueron vistos por el Poder Judicial como injerencias. Los jueces que Mursi había destituido volvieron ahora a sus cargos, por lo que los Hermanos Musulmanes no confían en absoluto en esa institución.

Hace varios días que el gobierno autorizó el uso de balas reales por parte de las fuerzas del orden, algo que ya estaba ocurriendo, de acuerdo a la importante cantidad de muertos y heridos de bala. A eso se suman los más de 1.000 manifestantes presos, motivo por el cual no sorprende que las protestas en contra del actual gobierno ya no sean masivas.