¿Son las cárceles un reflejo de lo que la sociedad genera o son un mundo aparte que funciona con sus propios componentes? Aunque la respuesta parece ser un tanto obvia, el panorama cambia cuando se analiza el debate en torno a los sistemas punitivos y las soluciones frente a conductas delictivas. El jueves se estrena en el cine Casablanca una película que se convertirá en un insumo importante en este debate y que es producto de tres años de investigación periodística y registro documental.

Desde adentro fue hecha por la periodista Andrea Villaverde y los realizadores audiovisuales Vasco Elola y Mario Jacob, a partir de un contacto de Villaverde con uno de los reclusos de la cárcel de Canelones en 2003, luego de un motín, cuando ella trabajaba en la radio El Espectador. Dos años después, el interno volvió a contactarse para contarle de la nueva realidad que se vivía en la cárcel, en la que un grupo de presos elaboró un proyecto de rehabilitación voluntaria. Villaverde fue nombrada madrina del proyecto y comenzó a acompañarlo hasta que terminó renunciando a la radio para dedicarse exclusivamente al trabajo en la cárcel. A medida que fue profundizando el vínculo pudo convencer a los integrantes del proyecto de ser parte del documental, que se filmó desde 2006 hasta 2009, en momentos en que comenzaba a implementarse la Ley de Humanización de Cárceles, la que, entre otras cosas, preveía que los presos que trabajaran dentro de la cárcel podían reducir parte de su condena.

Papel protagónico

Catuca y Medina son los protagonistas y a la vez los impulsores del proyecto dentro de la cárcel. De diferentes formas convirtieron una realidad, en la que lo único que los presos podían hacer era caminar por los pasillos y jugar al fútbol, en otra totalmente distinta. El proyecto tenía como principal emprendimiento una bloquera, pero también incluía cría de peces y cualquier otra idea que los involucrados quisieran concretar.

La película se convierte en un testimonio de las emociones y sentimientos de los personajes, quienes desde la cárcel siguen queriendo a sus familias y hasta se enamoran. Pero también deja registro del lugar que ocupa la rehabilitación en el sistema carcelario uruguayo, y cómo éste, a su vez, ilustra el lugar quela sociedad les da a quienes cometen delitos. De esta forma, se convierte en un aporte relevante en un tema de actualidad como las respuestas del sistema penal al sentimiento de inseguridad de parte de la población. En este sentido, los realizadores del documental organizaron un preestreno en el que, con el apoyo de la Fundación Friedrich Ebert en Uruguay, trajeron al país a dos expertos en materia de seguridad pública, ley civil y penal, quienes brindaron una conferencia luego de la exhibición.

Sarah Walker es abogada, doctora en Sociología y Ciencia Política y preside la Coalición por Justicia Imparcial en Minnesota. Durante los últimos 15 años trató de aportar soluciones integrales y de reducir la confianza en la efectividad del encarcelamiento. En su exposición explicó que su país tiene 2,3 millones de personas encarceladas, lo que representa 25% de las personas presas en todo el mundo, y en varios estados se redujo la edad de imputabilidad penal. Para Walker las cárceles representan el fracaso de las demás instituciones, y se han vuelto el nexo más importante con la desigualdad social. Señaló que en el mundo se encarcela a demasiadas personas por cometer delitos no violentos, especialmente a menores de edad, sobre los que dijo que aumentan su grado de violencia cuanto más tiempo permanecen tras las rejas.

Pedro Vieira también es abogado y además es magíster en Derecho Constitucional por la Universidad de Brasilia; fue secretario de Asuntos Legislativos del Ministerio de Justicia de Brasil y secretario general de Justicia en el gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva. En su exposición explicó que la idea del derecho penal es fijar penas para que las personas no cometan delitos, pero indicó que además de tener una dimensión personal los delitos también tienen una social. El también docente de la Fundación Getúlio Vargas explicó que la cárcel es la respuesta neoliberal a los problemas sociales, doctrina que no sólo se expresa en el aspecto económico sino en el social. En esa línea, criticó a las personas que cuestionan ese modelo y que se dicen de izquierda pero al mismo tiempo sostienen el discurso de ser “duros” en materia de seguridad pública. “No es posible ser de izquierda y ser duros con una política criminal centrada en el derecho penal. No sólo hay que mejorar las cárceles, sino además cuestionar el derecho penal”, sostuvo. Según los expertos, no es cierto que aumentar la cantidad de personas presas tenga como efecto una mejoría en la seguridad pública, sino todo lo contrario. Por ejemplo, Walker explicó que en Estados Unidos la seguridad mejoró cuando disminuyó el número de personas en prisión.

Cuestión de modelos

En el preestreno también estuvieron algunos de los protagonistas de la película. Uno de ellos fue el director de la cárcel de Canelones, con el que surgió el proyecto de rehabilitación voluntaria, el comisario inspector Óscar del Puerto, quien dijo que hace algunos años se designaba directores de las cárceles, como castigo, a los oficiales que no habían hecho una buena labor. Acerca de la realidad que se vivió, señaló que todo funcionaba como un pequeño pueblo, y además comentó que la institución era vista por otros presos como una “cárcel débil y antichorro”, porque no concebían otro modelo.