La presidenta brasileña, Dilma Rousseff, evalúa la posibilidad de cancelar el viaje a Estados Unidos que tenía previsto realizar en octubre si su homólogo Barack Obama no da “respuestas satisfactorias” sobre una nueva denuncia de espionaje.
El programa Fantástico, que emite la cadena O Globo, realizó un informe en el que se reveló que la Agencia de Seguridad Nacional estadounidense (NSA, por su sigla en inglés) espió correos electrónicos, llamadas y mensajes telefónicos que Rousseff intercambió con sus principales asesores. La información, que revela que lo mismo sucedió con el presidente mexicano, Enrique Peña Nieto, se basa en documentos secretos de 2012 obtenidos por el ex técnico de la CIA Edward Snowden y facilitados por el periodista de The Guardian Glenn Greenwald.
Rousseff está “indignada” y “muy irritada”, porque se siente “engañada” por el gobierno estadounidense, indicaron algunos de sus asesores al diario Folha de São Paulo. No es para menos: pocas semanas atrás el secretario de Estado estadounidense, John Kerry, visitó Brasil y aseguró que el espionaje se limitaba a lo que hasta ese momento se había informado -ciudadanos y empresas brasileñas- y que era solamente de metadatos, no del contenido de las comunicaciones. Se acordó crear una comisión para trabajar este tema y la semana pasada una delegación brasileña viajó a Estados Unidos para “dar continuidad al diálogo bilateral” al respecto.
Tras la nueva denuncia, el canciller brasileño, Luis Alberto Figueiredo, llamó al embajador de Estados Unidos en Brasil, Thomas Shannon, y la presidenta convocó ayer una reunión urgente del gabinete ministerial, a la que también asistió Figueiredo. Tras el encuentro, el canciller y el ministro de Justicia, José Eduardo Cardoso, dieron una conferencia de prensa en la que este último declaró que el espionaje es una “violación inaceptable e inadmisible” a la soberanía del país. Por su parte, Figueiredo indicó que el gobierno pidió a Estados Unidos, por medio de Shannon, que dé explicaciones, “rápido” y “por escrito” y que tras recibirlas, Brasil dará a conocer qué pasos dará.
La nueva denuncia también generó reacciones entre los legisladores. El presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado, Ricardo Ferraço, aseguró que estaba “entre la perplejidad y la indignación”. “Cuando el teléfono de la propia presidenta de la República es interceptado es difícil imaginar lo que puede estar pasando”, aseguró. También señaló que ya se instaló una comisión parlamentaria que investigará todas las denuncias de espionaje que se realizaron hasta ahora.