A las certezas de los gobiernos de Estados Unidos, Francia y Reino Unido sobre la autoría del ataque químico ocurrido el 21 de agosto en las afueras de Damasco, atribuido al gobierno de Bashar al Assad, se suman otras versiones. Algunas de ellas van en el sentido de que los autores fueron los rebeldes, aunque por el momento la cuestión no está aclarada, si bien hay consenso en que el ataque químico efectivamente ocurrió.

Una ex corresponsal de la agencia AP en Medio Oriente, la periodista estadounidense Dale Gavlak, que también trabajó para la BBC, publicó en el portal informativo independiente Mint Press, basándose en datos recabados en territorio sirio por un periodista jordano, Yahya Ababneh,
en estos últimos días, una versión muy diferente acerca de lo que habría ocurrido. Según ella el ataque fue un accidente. Médicos, vecinos, combatientes opositores y sus allegados relataron que el príncipe Bandar ben Sultan, jefe de la diplomacia saudita, entregó armas químicas a los rebeldes. 13 de estos últimos murieron el día 21 en un túnel donde custodiaban armas que les había dejado a cargo un militante saudita, conocido como Abu Ayesha. Las descripciones de las armas que tenían a cargo coinciden con armas químicas; al parecer, esos rebeldes no sabían de qué se trataba y las manipularon mal, causando el presunto ataque atribuido a Al Assad.

Luego de que los diputados británicos rechazaran una acción militar en contra de Siria mientras la Organización de las Naciones Unidas no diera su aval o no se diera a conocer el resultado de las investigaciones de sus expertos, Estados Unidos multiplicó las acciones para convencer a su opinión pública de la necesidad de actuar en contra del régimen sirio. El mismo jueves, Washington publicó un documento de cinco páginas redactado por sus servicios secretos en el que establece que hubo 1.429 muertos, entre los que había 426 niños. Además, asegura que entre el 18 y el 21 de agosto el personal militar vinculado con las armas químicas estuvo movilizado en las afueras de Damasco, donde se distribuyeron máscaras antigás, mientras que entre los opositores no hubo movimientos fuera de lo normal. El texto también se refiere, según la agencia de noticias Efe, a “disparos de artillería” con cargas químicas desde posiciones oficialistas hacia zonas controladas por los rebeldes o en disputa y que esos disparos, comprobados por imágenes satelitales, ocurrieron 90 minutos antes de que las redes sociales comenzaran a denunciar el ataque. Además, el informe dice que los videos que circulan de afectados por armas químicas no pueden haber sido falseados por los opositores. En las últimas horas, Obama comunicó una decisión inesperada: va a consultar al Congreso antes de emprender una acción militar en Siria. Esto significa esperar hasta el 9 de setiembre, fecha en la que los legisladores estadounidenses regresan de sus vacaciones. La decisión implica que un eventual ataque ya no es inminente y que en cualquier caso se haría después de la realización de la cumbre del G20, prevista el 5 y 6 de setiembre en la ciudad rusa de San Petersburgo. Eso permitirá realizar encuentros bilaterales para lograr nuevas adhesiones a la alianza franco-estadounidense y, sobre todo, llegar a ese encuentro, en el que estará el presidente ruso, Vladimir Putin, aliado de Al Assad, antes de lanzar hostilidades militares. Putin habló el sábado y volvió a reclamar “pruebas” de la culpabilidad de Al Assad; además, argumentó que no es lógico pensar que el ataque químico responde al gobierno sirio, sino que les sirve a los rebeldes que reclaman una intervención internacional.

“Me dirijo a Obama, ganador del premio Nobel de la Paz: hay que pensar en las futuras víctimas en Siria”, dijo el mandatario ruso, antes de referirse, sin nombrarlas, a las intervenciones “inconclusas” que Washington realizó en Irak y Afganistán.

El canciller de Estado estadounidense, John Kerry, dijo ayer que su país analizó muestras recabadas en el lugar del presunto ataque químico y que éstas confirman que se usó gas sarín. También aseguró: “Sabemos de dónde vino ese ataque. Sabemos con exactitud dónde se produjo. Sabemos con exactitud lo que ocurrió después”. Pero la opinión pública estadounidense está dividida, condicionada por el antecedente iraquí, cuando se atacó para luego anunciar que las “pruebas” que justificaron la intervención eran falsas.

En tanto, el presidente francés, François Hollande, que dice estar listo para atacar, pero no puede actuar en solitario, quedó a la espera de Washington. El miércoles se reúne el Congreso galo, en una sesión en la que inicialmente no está previsto que se vote, aunque se están multiplicando las voces opositoras que reclaman que se tome una decisión sobre la cuestión siria.