Kerry se ha puesto al hombro las negociaciones entre Israel y Palestina, y su objetivo para los próximos meses es lograr un borrador, un marco para un eventual acuerdo, fruto de las conversaciones que se retomaron en julio y que tienen como fecha límite el 29 de abril. Lograr una instancia de consenso le serviría para pedir una extensión de ese plazo, ante lo poco auspiciosas que han resultado hasta ahora las conversaciones.

Los pocos datos que se conocen del texto propuesto por Kerry ya crearon una polémica. Según diversos medios periodísticos, el borrador contiene todos los puntos de las negociaciones: la delimitación de fronteras, los mecanismos de seguridad, la división de Jerusalén y el problema de los refugiados palestinos.

El documento establece las fronteras del 67 como base de las negociaciones limítrofes, tal como piden los palestinos, y propone que Israel se anexione los bloques de asentamientos y que, a cambio, la futura Palestina reciba las zonas donde vive la mayoría árabe. Además, compromete a Palestina a aceptar a Israel como Estado judío, y a admitir la presencia en el valle del Jordán -donde hay algunas colonias israelíes- de una fuerza militar “invisible”, posiblemente compuesta por dispositivos electrónicos y por algunos soldados israelíes durante cierto período.

Este último es uno de los puntos que ha generado más críticas en Palestina. “La parte palestina ni siquiera mirará este pedazo de papel sin valor. [...] Restringe la soberanía palestina en la tierra palestina”, aseguró el dirigente Yasir Abed Rabbo, cercano al presidente Abbas. La propuesta tampoco convenció en Israel, cuyo ministro de Asuntos de Inteligencia, Yuval Steinitz, sostuvo que la seguridad de esa región “debe quedar” en manos israelíes. “Cualquiera que proponga una solución en el Valle del Jordán con la ayuda de una fuerza internacional, la policía palestina o medios tecnológicos no comprende realmente la situación en Oriente Medio”, agregó. Por su parte el canciller israelí, Avigdor Lieberman, afirmó que cualquier acuerdo debe incluir “sólidas bases para la seguridad de Israel”.

Pero la propuesta tuvo otras repercusiones, como el proyecto de ley del ala más derechista del Likud (el partido del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu) para anexar al territorio israelí el valle del Jordán, fronterizo con Jordania, y considerado estratégico por Israel para evitar el ingreso de extremistas, informó la agencia de noticias Efe.

Lieberman también hizo hincapié en la necesidad de “una economía estable para los palestinos”, refiréndose a su preocupación por los refugiados que podrían regresar a su tierra tras un eventual acuerdo de paz. “En la actualidad hay alrededor de 800.000 refugiados palestinos en Palestina y, en el caso de que se les sumaran casi tres millones de refugiados de los países vecinos, la situación económica será muy difícil en ese Estado, lo que podría conducir a la frustración, la violencia y el deterioro de la seguridad”, agregó.

El gobierno israelí está convencido de que la paz en territorio palestino depende de su presencia militar: “Donde no hay asentamientos no habrá fuerzas armadas israelíes. Y donde no estén esas fuerzas, habrá terrorismo”, aseguró el ministro del Interior, Gideon Saar.

Pese a las críticas de ambas partes hubo cierto optimismo por parte de Kerry, cuyo impulso a las negociaciones ha permitido la liberación de presos palestinos por parte de Israel y que Palestina no acuda a instituciones internacionales a denunciar la ocupación. “Mantengo la esperanza, como la he mantenido hasta ahora, y estoy convencido de que las conversaciones que hemos mantenido en los pasados dos días han identificado e incluso resuelto varios problemas y han ofrecido nuevas oportunidades en otros”, aseguró antes de partir rumbo a Jordania y Arabia Saudita.