Una nueva etapa del juicio al ex presidente de Egipto Mohamed Mursi, acusado por la muerte de manifestantes en 2012, estaba prevista ayer en El Cairo. Lo esperaba en el tribunal un operativo de seguridad dispuesto por el gobierno, el mismo que lo derrocó con un golpe militar el 3 de julio. También estaban listos para recibirlo sus partidarios y los simpatizantes de su movimiento, los Hermanos Musulmanes, dispuestos a protestar ante lo que consideran cargos falsos para perjudicar a un gobernante legítimo. Pero Mursi nunca llegó.

El mal tiempo y la niebla no permitieron trasladarlo en helicóptero desde la cárcel de Burg al Arab -en Alejandría, donde está preso- al tribunal que funciona en la Academia de Policía de El Cairo, explicó el ministro de Interior, Mohamed Ibrahim, de acuerdo con el diario egipcio Al Ahram y la agencia de noticias Efe. Por ese motivo, informaron las autoridades, la audiencia se postergó para el 1º de febrero.

Este anuncio no convenció a organizaciones sociales y partidos cercanos a los Hermanos Musulmanes, que emitieron un comunicado al respecto en el que convocaron a una movilización masiva para reclamar que se dé a conocer el paradero del presidente derrocado. El jefe de la Oficina Política del Partido Construcción y Desarrollo, Tarik al Zumur, reclamó que se tome en serio la ausencia de Mursi y que se reclame que el ex gobernante aparezca y que sus familiares y abogados puedan tomar contacto con él.

En su opinión, la “autoridad golpista” tiene miedo de que los egipcios salgan a la calle y por eso pospuso la audiencia para una fecha posterior al 25 de enero, cuando se celebrará el tercer aniversario del comienzo de las protestas que llevaron a la caída del gobierno de Hosni Mubarak, en la Primavera Árabe. En las únicas elecciones celebradas desde entonces fue electo Mursi.

Otros dirigentes hicieron declaraciones similares, como Alaa al Rubi, el vicepresidente del Partido Cambio y Desarrollo, quien opinó que el gobierno tiene miedo de que un juicio le permita a Mursi hablar en público o con sus abogados.

A diferencia de Mursi, sí llegaron desde la prisión de Tora, en El Cairo, otros ocho dirigentes de los Hermanos Musulmanes y de su brazo político, el Partido Libertad y Justicia, que también son juzgados por los mismos cargos, al igual que otros seis que están prófugos. En otros juicios, Mursi está acusado de revelar a otros países y a organizaciones extranjeras información confidencial de Egipto, y de escapar de la cárcel durante la Primavera Árabe, en enero de 2011.

Además de estas acusaciones, los Hermanos Musulmanes enfrentan la declaración del Poder Ejecutivo que los calificó como grupo terrorista y que permite perseguirlos.

Ayer sus simpatizantes volvieron a protestar en las calles y quemaron autos para reclamar en distintos puntos de la ciudad que Mursi regrese al gobierno. La Policía les impidió el avance y detuvo a 17 manifestantes.